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Cuando el amor murió 37

Cuando el amor murió 37

Capítulo 37 

La biblioteca permanecía sumida en un silencio absoluto. Rodrigo frunció el ceño, como si de pronto hubiera descifrado un enigma que llevaba tiempo eludiéndolo

-¿Todo esto es por Guadalupe

Por fin comprendía el motivo tras la repentina petición de divorcio de Aitana. Sus ojos se entrecerraron con una mezcla de desdén y fastidio mientras la observaba desde el otro lado 

del escritorio

-Aitana, ya párale con los celos. Si sigues con estos numeritos, olvídate de seguir siendo la señora Macías. Toma esto y vete

Con un ademán despectivo, lanzó los papeles del divorcio hacia el rostro de Aitana, quien los atrapó en el aire sin inmutarse. Él estaba convencido de que Aitana lo seguía amando profundamente y solo veía esta solicitud de divorcio como una táctica desesperada nacida de sus celos. Una farsa que no merecía su atención

Aitana contempló aquel rostro que años atrás la había cautivado, pero que ahora solo despertaba en ella un profundo rencor mezclado con una abrumadora sensación de impotencia. Era como intentar razonar con una pared de granito. ¿Realmente creía que su matrimonio había llegado a este estado caótico únicamente por culpa de Guadalupe? Ella solo había sido la chispa que encendió la mecha; la dinamita llevaba años acumulándose entre 

ellos

-Rodrigo, ya me cansé, no quiero seguir peleando. No quiero estar contigo. Mejor acabemos con esto ya, y cada quien por su lado

Quizás el tono de su voz fue tan contundente que Rodrigo, por un breve instante, consideró que hablaba en serio. Se quedó en silencio, a punto de responder, cuando el teléfono sobre el escritorio comenzó a vibrar. Al mirarlo, vio claramente el nombre de Guadalupe en la pantalla

Aitana, desde su posición, también alcanzó a ver quién llamaba. Antes de que Rodrigo pudiera contestar, dejó los papeles del divorcio sobre la mesa y habló con voz serena

-Si firmas, me voy ahora mismo, y puedes andar con quien quieras sin tener que esconderte

-¡Rasgar

El sonido del papel desgarrándose inundó la habitación. Aitana observó fijamente los fragmentos blancos que flotaban en el aire mientras la voz furiosa de Rodrigo retumbaba en sus oídos

-Por hoy lo voy a dejar pasar. Vete a tu cuarto y cálmate. Como señora Macías, compórtate y ya deja estas ideas. Divorcio ni lo pienses

-¡Lárgate

Aitana soltó el trozo de papel que aún sostenía entre sus dedos. Sentía un peso aplastante en el alma, pero su rostro permanecía impasible, casi indiferente. Mirando directamente

15.56 

Capitulo 37 

Rodrigo, cuyo semblante estaba deformado por la ira, habló con una calma que contrastaba con la tensión del ambiente

-Romper los papeles no sirve de nada, puedo imprimir más. Me voy a divorciar de ti, aunque te tenga que demandar

Sin esperar la explosión que sabía seguiría a sus palabras, Aitana se levantó y salió del estudio dando un portazo que resonó por toda la casa. Con ese estruendo, la fachada de armonía que la pareja había mantenido durante siete años se desmoronó definitivamente

Esa noche, Rodrigo abandonó la casa después de recibir la llamada de Guadalupe y no regresó hasta la mañana siguiente. Cuando Aitana despertó y encontró el dormitorio vacío, no experimentó ninguna emoción. En realidad, prefería no compartir la cama con él

Su suegra, Paulina, se enteró al día siguiente de la ausencia nocturna de su hijo y armó un escándalo en la casa. Aitana compartió el desayuno con sus suegros y con Cristóbal, luego utilizó como pretexto que debía trabajar durante el fin de semana, asegurándoles que se incorporaría a la cena de los Lavalle tras terminar sus pendientes

Paulina intentó disuadirla con insistencia, pero finalmente cedió al ver la determinación en los ojos de su nuera. En lugar de dirigirse al trabajo, Aitana, con el vestido para la cena ya preparado en el auto, tomó rumbo hacia su estudio personal. Mientras conducía por las amplias avenidas, decidió llamar a Renata

-¿Cómo te fue con la plática? -preguntó su amiga al otro lado de la línea

-Terrible -respondió Aitana tras una breve pausa-. Por cómo reaccionó anoche, veo imposible llegar a un acuerdo. Creo que voy a tener que demandarlo

Renata guardó silencio unos segundos antes de responder con tono profesional

-Si así está el asunto, no hay más que demandar. Pero, Aitana, con el acuerdo prenupcial que firmaste, no sabemos cómo va a terminar el juicio

-Lo sé bien, pero no hay de otra

Después de siete años compartiendo su vida con él, Aitana conocía demasiado bien el carácter intransigente de su esposo y nunca albergó verdaderas esperanzas de que una solución amistosa fuera posible

-Está bien. Si ya lo decidiste, preparo los documentos para la demanda lo más pronto posible

-Gracias, sabes más de esto. Te lo dejo en tus manos

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