Capítulo 32
-Hablando de eso -continuó Paulina-, si prefieres la que te preparó Rodrigo, también puedes
usar esa.
Aunque sus palabras aparentaban dar opciones, era evidente que Paulina ya anticipaba una negativa de Aitana, pues su rostro reflejaba desánimo mientras acariciaba la delicada tela del vestido púrpura.
-Si voy, claro que voy a usar la que me preparaste tú. Gracias, mamá, me encanta.
Paulina se iluminó de inmediato, sus ojos recuperando aquel brillo característico mientras arreglaba un pequeño pliegue en el corsé negro.
Aitana observó la escena y suspiró internamente. La realidad era que Rodrigo jamás la llevaba a eventos, mucho menos se molestaba en prepararle un vestido. En ocasiones anteriores, si su suegra no le preparaba uno y ella no tenía tiempo, Aitana simplemente acudía a su boutique preferida para encargar uno a medida, resignada a asistir sola a compromisos donde debería estar acompañada.
-Mamá, ¿cuándo llegó esta invitación? -preguntó Aitana mientras examinaba los detalles de las pequeñas gemas que adornaban la caída del vestido.
Paulina frunció ligeramente el ceño, haciendo memoria.
-Creo que hace como un mes.
Tal como lo sospechaba. Rodrigo había recibido la invitación hace tiempo pero no le había dicho absolutamente nada. Evidentemente, no tenía intención alguna de llevarla. Ni siquiera se
habría enterado de la fiesta familiar de los Lavalle si Aarón no le hubiera enviado una
invitación personal, saltándose el protocolo habitual.
“Seguro Rodrigo piensa ir con Guadalupe,” pensó con amargura.
Aitana comenzaba a sentir punzadas en las sienes. Aarón había insistido tanto que era imposible rechazar la invitación, pero la sola idea de encontrarse a Rodrigo con Guadalupe, y además tener que soportar las excentricidades de Vicente, le provocaba náuseas. Y por si fuera poco, asistiría como representante oficial de “Sedas de los Andes“.
-Fíjate que quería pedirle a una diseñadora que se llama “Sedas de los Andes” que te hiciera un vestido–comentó Paulina, interrumpiendo sus pensamientos-. Vi su trabajo en casa de una amiga, y sus bordados son una maravilla, justo como me gustan. Pero parece que ya no toma pedidos para fin de año.
Al escuchar su nombre artístico en labios de Paulina, Aitana se paralizó momentáneamente. ¿Cuándo había sucedido eso?
Desde que “Sedas de los Andes” había adquirido prestigio, y debido a su agenda saturada, Aitana sólo aceptaba encargos privados de un círculo reducido, basándose en
recomendaciones de clientes leales y amistades cercanas. Durante los últimos meses, se
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Capítulo 32
había concentrado intensamente en un pedido importante de Aarón, rechazando cualquier solicitud nueva.
Jamás imaginó que su propia suegra habría intentado contactarla profesionalmente.
Antes, temerosa de que a Rodrigo le disgustara su exposición pública, Aitana evitaba que la familia Macías descubriera su trabajo como diseñadora. Pero una vez divorciada, esas preocupaciones se desvanecerían como niebla matinal.
Con renovada tranquilidad, Aitana sonrió suavemente.
-Mamá, ¿te gustan los trabajos de Sedas de los Andes?
-Por supuesto, es difícil encontrar bordados tan finos hoy día. Además, tienen una belleza única, muy al estilo clásico chino -respondió Paulina con entusiasmo. Como descendiente de una familia intelectual y siendo pintora profesional, sabía apreciar la verdadera artesanía.
Aitana se sintió profundamente halagada por el elogio sincero.
-Te prometo que puedo contactarla después para regalarte algo especial.
El rostro de Paulina se iluminó con genuino placer.
-Con que tengas la intención, me basta.
Aitana sonrió sin añadir más. Habiendo decidido divorciarse, no debía aceptar favores de la familia Macías a la ligera. Si su suegra le obsequiaba este espléndido vestido, lo correcto sería corresponderle creando una pieza única como símbolo de su gratitud y afecto permanente.