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Cuando el amor murió 27

Cuando el amor murió 27

Capítulo 27 

-No es nada grave

Vicente exhaló con alivio mientras se acomodaba más cerca de ellos, su cuerpo relajándose visiblemente tras los tragos consumidos

-Es que mi hermano regresó al país hace poco y parece que se va a quedar buen rato, probablemente todo el año. En unos días la familia organiza una cena en su honor, solo para familia cercana y amigos íntimos. Ustedes dos tienen que venir

Al pronunciar aquellas palabras, Vicente ignoró deliberadamente un detalle crucial: la invitación familiar para Rodrigo incluía a su esposa, Aitana. Pero para él, la presencia de Aitana resultaba innecesaria y obstaculizaría la velada. La familia Lavalle no la quería allí. Con la asistencia de Rodrigo y Guadalupe, consideraba más que suficiente

-Aarón también está de vuelta

Guadalupe parpadeó momentáneamente con sus expresivos ojos almendrados, para luego esbozar una sonrisa calculada antes de responder

-Claro que iremos. ¿Por qué no lo mencionaste antes? Habría tenido tiempo de preparar un regalo

Vicente agitó la mano despectivamente

-No hace falta que lleves nada. Con que asistas es suficiente

Luego dirigió su mirada hacia Rodrigo

-¿Estás libre ese día? 

-Sí, iré -respondió Rodrigo con su característica calma

Mantenía cierta relación con Aarón, así que ya estaba enterado de su regreso al país y había recibido la invitación previamente. Su asistencia nunca estuvo en duda

Tras concluir la conversación, el grupo intercambió algunas bromas más antes de despedirse y tomar rumbos separados

Después de la despedida con Vicente, Guadalupe subió al automóvil de Rodrigo para dirigirse a la residencia de los Calderón. El vehículo se detuvo frente a la elegante casa, pero Rodrigo permaneció inmóvil tras el volante

-¿Rodrigo? -preguntó Guadalupe, confundida por su actitud

-No puedo quedarme esta noche. Durante el día, Jimena llamó diciendo que había un asunto importante que atender, así que debo regresar

Rodrigo explicó con voz suave antes de poner el auto en marcha nuevamente

Guadalupe observó cómo el vehículo se alejaba por la avenida, y la sonrisa dulce

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Capitulo 27 

complaciente que había mantenido durante horas se transformó en una expresión sombría y glacialotra vez Aitana. Siempre presente como una sombra persistente que se negaba a desvanecerse

La noche anterior, Aitana había trabajado hasta la madrugada en su portafolio y se levantó al amanecer para llegar a la oficina. Durante toda la mañana condujo entrevistas consecutivas a tres candidatos, y el agotamiento resultaba evidente en cada gesto. Este ritmo insostenible debía cambiar pronto; necesitaba completar el traspaso de sus responsabilidades  ́empresariales lo antes posible

Al mediodía ingirió un almuerzo apresurado y decidió descansar brevemente en su oficina. Apenas había logrado acomodarse en el sofá cuando el estridente sonido del teléfono interrumpió su incipiente reposo

Al verificar la identidad del llamante, Aitana experimentó un sobresalto involuntario. Era Rodrigo

En su memoria, él jamás la había contactado por iniciativa propia. Invariablemente era ella quien lo buscaba, recibiendo siempre un trato impaciente y distante a cambio

Tiempo atrás, una llamada de Rodrigo habría inundado su ser de júbilo desbordante. Ahora, Aitana sentía reticencia a contestar, aunque supuso que probablemente querría discutir asuntos relacionados con el divorcio, así que finalmente respondió

-Mamá quiere que vayamos juntos a cenar a la casa antigua esta noche. ¿A qué hora sales del trabajo? Te paso a buscar

Aitana permaneció en silencio, momentáneamente desorientada por la petición inesperada

Que su suegra la invitara no resultaba sorprendente; la matriarca de los Macías siempre había mostrado amabilidad hacia ella. Pero, ¿qué significaba aquella propuesta de Rodrigo? ¿Realmente ofrecía recogerla del trabajo

¿Será que el exceso de trabajo y la falta de sueño ya me están provocando alucinaciones?, reflexionó internamente

Ante su prolongado silencio, Rodrigo concluyó la llamada con un escueto Te recojo al salir, sin molestarse en esperar su respuesta, fiel a su característico estilo de indiferencia y desprecio

Aitana exhaló profundamente. Al menos confirmaba que no sufría alucinaciones. Se acomodó nuevamente intentando recuperar algunos minutos de sueño

No contemplaba rechazar aquella invitación familiar. Si Rodrigo evitaba hablar por teléfono, aprovecharía la cena para establecer una conversación necesaria. La ocasión se presentaba propicia para un intercambio sincero

Al finalizar su jornada laboral, el automóvil de Rodrigo ya aguardaba cerca de la entrada 

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15:54 

principal del edificio

Cristóbal también se encontraba en el vehículo

Sentado entre ambos adultos, el pequeño sintió impulso de saludar a su madre, pero recordando vívidamente cómo la señora Guadalupe había sufrido intensamente tras el último encuentro, requiriendo de su consuelo infantil durante horas, se mantuvo enfurruñado ante la ausencia de disculpas maternas

Al evocar aquel episodio, Cristóbal resopló audiblemente y giró su rostro para evitar mirar a su progenitora

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Status: Ongoing Type: Native Language: Spanish

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