Capítulo 9
Los ojos de Olga se enrojecieron. Sus brazos colgaban a los lados, tenía las manos apretadas con fuerza, con las uñas largas clavándose en la carne. Sabía que Federico no la quería, pero aun así había subestimado la frialdad y crueldad de ese hombre. Recientemente había leído una noticia en línea sobre un trabajador de la limpieza que, para recaudar dinero y tratar la enfermedad renal de su esposa, no solo vendió su única casa, sino que también iba al mercado negro a vender su sangre cada semana. Ella solo tenía un nódulo en la mama, y aún no sabía si era benigno o maligno, pero Federico ya no podía esperar para deshacerse de ella.
“No necesito ir a Ciudad Arco Iris, ya he hecho una cita con el médico. Mañana me haré una biopsia en Bahía Esperanza, es más rápido.” Ella luchó por contener sus emociones y forzó las lágrimas a retroceder.
Federico levantó su mano y le agarró la barbilla, su mirada era tan penetrante como una radiografía mientras le preguntaba: “¿Estás tan ansiosa estás por recuperar tu libertad?”
“¿Acaso no es lo que quieres, Sr. Santos?” Ella mordió su labio inferior con fuerza.
Un sabor ligeramente metálico emanó de la esquina de sus labios, y el dolor repentino hizo que incluso respirar fuera un esfuerzo para ella.
Federico la empujó contra la pared con furia en sus ojos, preguntando con odio: “Después de haber estado conmigo tres años, ¿crees que Daniel todavía te querrá?”
Esas palabras desgarraron instantáneamente sus recuerdos más dolorosos…
“¿Por qué no te atreves a mirarme a los ojos? Porque te sientes culpable, estos tres años no has dejado de pensar en engañarme.”
“Hace tres años Daniel te engañó, y aún sigues pensando en él, ¡qué ingenua eres!”
Por más que Federico la insultara, ella permanecía en silencio, porque su corazón ya estaba
muerto.
Los labios de Federico recorrieron su lóbulo de la oreja, su mejilla, y cayeron en sus labios pálidos. El calor de su respiración invadió sus sentidos. Después de tres años de cercanía, ella sabía perfectamente lo que Federico quería en ese momento. En el pasado, o ella se acercaba a él, o se dejaba llevar, pero esa vez, con una expresión fría, apartó la mano que él había colocado en su cintura y regresó a la habitación principal.
el Federico se encontró con los brazos vacíos y pronto recobró la claridad. Al pasar por dormitorio principal, ni siquiera levantó un párpado. Entró al estudio, cerró la puerta con llave y se sentó en la silla junto a la ventana, luego simplemente cerró los ojos.
Después de un rato, sacó tres cajas idénticas del cajón de seguridad. Eran del tamaño de una mano y estaban hechas de madera de sándalo verde personalizada, con patrones de nubes tallados que simbolizaban la buena fortuna. Federico las alineó sobre el escritorio. En la parte posterior de cada caja estaba grabada una fecha: del año antepasado, del año pasado, y el paquete recibido ayer contenía la de ese año. Pero los dos últimos dígitos en todos eran 12 y
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Capitulo 9
- El seis de diciembre, el cumpleaños de Olga Es decir sene el dia siguiente Cada caje contenía una perla australiana de un tamaño similar al de un pulgar de una calidad y brillo
excepcionales, mostrando que claramente no eran objetos comunes
Olga se casó con él tres años atrás y cada año dos dias antes de su cumplentes el recibía un paquete extraño. Aunque estaba dingido à Olga el contro del destinatano era él
El primer año, fue una perla australiana dentro de una caja de sandalo verde Tambien incluía una pequeña tarjeta escrita a mano, sin firma ni sento a las palabras Feliz
cumpleaños
Con una caligrafia exquisita, que si no se miraba de cerca, parecia impresa Federen supuse de inmediato de quien era obra, pero aun asi hizo que Roben investigara El segundo año y ese año fue to mismo Olga no había regresado a Oasis del Desierto en tres años y esa persona habla enviado las tres perlas desde ese lugar a través de Ciudad Nube Dorada Además de
amo profundo. Federico no podía pensar en palabras más apropiadas
Esas tres perlas y las tres felicitaciones de cumpleaños era algo que Olga desconocía, y ét tampoco planeaba decirselo
