Capítulo 29 

Olga sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar que la madre de Federico quería verla. Se rumoraba que, apenas medio año después de que la esposa original del Sr. Arturo falleciera, el viejo ya planeaba casarlo con su secretaria, Claudia. 

A punto de la boda, Claudia discutió con el Sr. Arturo y, enfadada, regresó a su pueblo, donde seis meses después dio a luz a Federico. 

Diez años después, Claudia misma llevó a Federico de regreso a la familia Santos para que fuera reconocido, y luego se marchó a Ciudad Arco Iris para emprender, donde había vivido 

sola desde entonces. 

Aunque Claudia tuvo a Federico con el Sr. Arturo, nunca se casaron ni vivieron en la familia Santos, por lo que llamarla “Sra. Santos“. no era apropiado, así que todos optaron por llamarla “Sra. Claudia“. 

Durante esos años, Claudia había manejado varios clubes exclusivos en Ciudad Arco Iris, mostrando su fuerza y destreza. 

Según los planes de Claudia, Federico debía casarse con una joven de la alta sociedad, pero Olga se le adelantó. 

Olga se convirtió en una espina en el ojo de Claudia. 

Claudia la hostigaba sin mostrar la dignidad que se esperaría de un adulto mayor. 

En esos tres años, las pocas veces que se habían visto, siempre habían estado marcadas por el sarcasmo frío de Claudia. 

Olga quería evitar ese encuentro, y miró a Federico con incertidumbre: “A tu madre no le agrado, mejor no voy para no causar problemas“. 

“Es raro que quiera verte, no puedes negarte“. Federico fue tajante, sin dejar espacio para negociar. 

Ella frunció el ceño, pero aceptó de mala gana. 

Media hora después, llegaron a Cocina de Oro. 

Los dos entraron por la puerta VIP y llegaron a una sala privada en el tercer piso llamada “Terraza del Cielo“. 

Al ver a Claudia, Olga forzó una sonrisa adecuada y la saludó con un “Claudia“. 

Claudia, cerca de los cincuenta, no sólo tenía unas facciones bonitas, sino que también cuidaba bien su rostro y figura, aparentando apenas treinta y tantos años. 

Además, siempre cuidaba su vestimenta, llevando un traje de falda rosa claro combinado con un conjunto de joyas de esmeralda, irradiando tanto la elegancia de una dama de alta 

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Capitulo 29 

sociedad como la energía imponente de una empresaria. 

La mirada de Claudia pasó directamente sobre Olga y se posó en Federico, “Vienes a la ciudad y ni me avisas, ¿temes que no pueda invitarte a comer o simplemente no quieres verme?“. 

“Si sigues regañándome, me iré de inmediato“. Federico se sentó en una silla de madera oscura, bromeando con Claudia, “Veo que últimamente te ves bien, madre, supongo que tus inversiones están dando frutos“. 

“No cambies de tema. Hoy sólo quiero charlar en familia, nada de negocios“. Claudia dijo, echando un ojo a Olga con extrema frialdad, “Han pasado tres años y tu vientre sigue sin dar señales. Si puedes tener hijos, hazlo; si no, deja el camino libre“. 

Olga sintió un nudo en el estómago y antes de poder responder, Federico intervino, “Si sólo pudieras ser menos cruel con tus palabras, estarías acumulando bondad para el futuro. No pasará mucho tiempo hasta que tengas nietos“. 

Claudia, enfurecida por su hijo, no podía ganar en un intercambio verbal con Federico, así que descargó su frustración en Olga. 

“¿Apenas la critico y ya te duele? Entrar a la familia Santos significa asumir las 

responsabilidades de esposa, y como su suegra, tengo derecho a decirle unas palabras“. 

Olga optó por el silencio. Pues sabía que cualquier respuesta sería devuelta con diez más por parte de Claudia. 

Sin embargo, Claudia se enfurecía cada vez más, y dejó la taza de café con fuerza, “Olga, dame una respuesta clara, ¿cuándo le darás a Federico un hijo? Si no quieres tenerlos, no te voy a obligar, pero deben ir a firmar el divorcio de inmediato“. 

Olga estaba a punto de usar el pretexto del trabajo para evadir la conversación, cuando Federico soltó una risa baja, “Madre“. 

“Estoy hablando con Olga, tú cállate primero“. 

Federico se aclaró la garganta e hizo una pausa, “Olga ya está embarazada. Sólo que el embarazo está en sus primeras etapas, y habíamos decidido esperar hasta después del tercer mes, cuando el embarazo fuera más estable, para contárselo a padre y a usted“. 

Esa declaración cayó como una bomba, dejando a Olga y a Claudia completamente atónitas. 

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