Capítulo 12
El director González sonreía mientras intentaba mediar la situación, lanzándole miradas a Olga para que se disculpara de inmediato.
Fue entonces cuando Olga se dio cuenta de que sus comentarios sarcásticos habían sido exagerados y contados a Federico por Luciana, así que él había ido allí para pedirle
explicaciones.
Si no fuera porque Luciana había empezado con las provocaciones, insinuando que Olga lucía cansada, ella no habría respondido con sarcasmo. De todas formas, cualquier cosa que Luciana dijera, Federico le creía. Para Olga, explicarlo o no daba el mismo resultado, así que decidió mantener la dignidad y ganarse algo de respeto.
“Vicepresidente Santos, escuche bien, lo diré solo una vez: en ningún momento he hecho pasar un mal rato a la Srta. Luciana.”
Federico aún no había respondido cuando el Sr. González le dio discretamente un tirón a la manga de Olga, indicándole que se callara de inmediato.
Con una mirada llena de reproche, Olga deslizó su vista sobre Federico y, con los documentos en mano, se dirigió al camerino..
“Todo fue un malentendido de mi parte, le pediré disculpas a Olga y olvidaremos el asunto…” La voz condescendiente de Luciana se desvanecía mientras Olga se alejaba.
Olga apenas había entrado al camerino cuando Silvia la siguió. El Grupo Santos había puesto especial empeño en el evento anual, proporcionando camerinos separados para las dos presentadoras.
Olga había llevado tres vestidos. Después de consultarlo con su compañero presentador, decidió usar el vestido con un estilo clásico primero.
Mientras Silvia maquillaba a Olga, no pudo evitar chismear: “Aunque sus posiciones son diferentes, hay algo en sus miradas que no miente. La Srta. Luciana realmente ama a Federico, pero no estoy segura de que él la ame.”
“Silvia, necesitas que te revisen la vista, Federico ama a Luciana con todo su corazón.”
Respondió Olga con amargura.
Silvia, un poco decepcionada, preguntó: “¿Conoces a Federico?”
Olga esbozó una sonrisa irónica diciendo: “No tengo esa suerte.”
“Siempre he sentido que se conocen, que hay algo complicado entre ustedes. Si no es así, entonces Federico debe estar interesado en ti.”
“Deja de decir tonterías.” Olga se apresuró a aclarar: “En Bahía Esperanza todos saben que Federico está loco por Lúciana. Solo vino a defenderla.”
Silvia, con años de experiencia en el mundo competitivo de la televisión, sabía cuándo cambiar
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Capítulo 12
de tema así que dijo: “Ningún presentador aquí está sin un patrocinador. Federico será un poco mujeriego, pero es guapo y tiene dinero. Parece un experto en el amor. Para una mujer, estar con él sin un título no sería una pérdida.”
“Con o sin título, es una pérdida.” Olga replicó con firmeza, mordiéndose el labio.
“¿Por qué sería una pérdida?” Silvia sonrió de manera enigmática: “Por muy mujeriego que sea Federico afuera, en casa todavía debe cumplir con sus deberes matrimoniales. Dicen que la habilidad de un hombre en la cama se mide por su nuez de Adán y su vello. Federico tiene una nuez de Adán prominente, cabello espeso y sus brazos son bastante velludos. Debe ser un buen amante.”
Un escalofrío recorrió a Olga, pensando que Silvia había dado en el clavo. Durante los primeros años de su matrimonio, ella y Federico estaban en una guerra fría, viviendo en la misma casa pero durmiendo en habitaciones separadas. Exceptuando la primera vez, no había existido más intimidad entre ellos.
El tercer año, después de que Federico llegara borracho a su habitación, las cosas cambiaron drásticamente. No importaba cuánto se resistiera ella, Federico siempre encontraba una manera de hacerla sentirse en las nubes.
“Ser la Sra. Santos significa tener dinero, una vida conyugal satisfactoria, y si tiene un hijo, puede atar al hombre para siempre. Pasar los días jugando cartas, haciendo tratamientos de belleza y comprando es mil veces mejor que ser un esclavo del trabajo…”
Silvia seguía hablando, pero Olga ya estaba harta.
De repente, llamaron a la puerta y antes de que pudieran responder, Federico entró al camerino.
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