Capítulo 32 

La situación dio un giro inesperado, Dana estaba tanto ansiosa como molesta. Justo cuando estaba a punto de decir algo, Aitana se le adelantó. 

“Ya que el Sr. Hernández de CE dijo que mañana traerá a Thiago, entonces esperemos a mañana para hablar. Pero ni se te ocurra llamar a la policía, esto se podría convertirse en un escándalo de IP, y si llamamos a la policía el asunto se haría aún más grande.” 

“Todavía no tenemos pruebas contundentes, pero ya estamos apresurándonos para culpar a alguien. Si esto se difunde, seguro que algunos dirán que IP se deshace de sus colaboradores una vez que ya no los necesita. Nos criticarían hasta destrozarnos en las redes sociales. Yo no pienso ahogarme por una marea de críticas.” 

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Al salir de la sala de reuniones, Camelia miró su teléfono y vio que Osvaldo le había enviado un mensaje hacía unos minutos. 

Osvaldo: [Llámame cuando no haya nadie cerca.] 

Camelia se dirigió a su oficina, cerró la puerta y llamó a Osvaldo. “Ahora no hay nadie cerca.” 

Después de la llamada en la sala de reuniones, Osvaldo no se había movido del lugar, aún estaba parado en la terraza esperando un mensaje de Camelia, con una sensación de desasosiego que lo llevó a pedir un cigarrillo a un colega que estaba pasando por ahí. 

Al escuchar su voz relativamente normal, se sintió un poco aliviado. 

Bromeó: “¿Te encuentras bien? No estarás escondida llorando sola, ¿verdad?” 

Camelia se acercó a la ventana para mirar hacia abajo. “¿Llorar? ¿Por qué? No es para tanto.” 

El edificio de IP estaba en el centro de la calle financiera y su oficina en el piso 29, con una vista muy amplia, lo que le permitía ver la calle más concurrida. 

El tráfico de vehículos y el flujo de personas eran constantes, llenando de vida el lugar. Sin embargo, esa energía vibrante ya no tenía nada que ver con ella. 

Independientemente del resultado de mañana, ella se marcharía. 

Desde el teléfono, la voz de Osvaldo llegó llena de incertidumbre. 

“El Grupo Creación acaba de tener una reunión y todavía no ha comenzado la fiesta de celebración. ¿Por qué Bernardo te está haciendo esto ahora? ¿Qué le ha pasado? ¿Le has ofendido?” 

En realidad, Camelia no había hecho nada para ofender a Bernardo. La persona a la que había ofendido era Dana. 

Probablemente Bernardo estaba ayudando a su hermana a intimidarla. Tener un hermano debía ser bueno, tener un padre con poder debía ser aún mejor, ya que podían hacer lo que 

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Capitulo 32 

quisieran y podían arruinar a cualquier persona con mucha facilidad. 

“Es una larga historia, no puedo explicarlo por teléfono. Te lo contaré cuando vuelvas.” 

Osvaldo no insistió, tras un breve momento de silencio, su voz se suavizó un poco. “Lo siento.” 

Al escuchar sus disculpas, Camelia respondió con un “ah“, “¿Por qué te disculpas? Debería agradecerte yo. Aunque hace rato que estabas regañándome, debo admitir que me sentí 

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bastante bien escuchándote.” 

Siguiendo su estilo habitual, Camelia pensó que él replicaría algo como: Te regaño y aun así te sientes bien, ¿Camelia, acaso tienes tendencias masoquistas? 

Pero, inusualmente, él se mostró serio esta vez y su voz grave transmitía una sincera disculpa. 

“Aunque no sabía nada de esto antes de que me llamaras, al final Thiago sigue siendo una persona bajo mi responsabilidad en CE. Que hayas tenido que sufrir tanto por esto… Camelia, lo siento.” 

Camelia sonrió. “Es raro escuchar una disculpa de la boca del Sr. Hernández.” 

Osvaldo dijo: “Mañana te daré una explicación.” 

“De acuerdo.” 

Cuando entró Aitana, Camelia aún estaba de pie frente a la ventana. 

Al escuchar el ruido, se dio la vuelta y al ver que era Aitana, directamente le pidió que se fuera. 

“¿Qué haces aquí? Lárgate. Sigo siendo una sospechosa, y si esos hermanos te ven aquí, después te harán la vida imposible.” 

Aitana cerró la puerta y se acercó a ella, resoplando. 

“Tus palabras son iguales a las de mi tío. El viejo me ha estado regañando por un buen rato, diciéndome que me mantenga alejada de ti para que no me metas en tus líos.” 

Camelia asintió. “Tu tío tiene razón.” 

Le agradeció por haber hablado por ella en la sala de reuniones. “Gracias por lo de antes.” 

Aitana con arrogancia respondió: “¿Quién te está ayudando? Solo estaba diciendo la verdad.” 

Camelia alargó la voz con un “oh“, y Aitana la miró fijamente, luego levantó la muñeca y señaló el reloj. 

“Un simple ‘gracias‘ es muy poco, debes invitarme a cenar. Ya casi es hora de salir del trabajo, así que vámonos ahora.” 

Después de colgar el teléfono, Osvaldo se quedó parado en su lugar por un momento, terminando de fumar el resto del cigarrillo. 

En realidad, tenía muchas preguntas que quería hacerle a Camelia. 

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Por ejemplo, si IP iba a invertir en Tecnología Táctica y Roque lo sabía, ¿por qué no se lo dijo antes a Camelia? Por ejemplo, hoy ella había sufrido demasiado, ¿dónde se encontraba Roque mientras ella sufría semejante humillación? 

Por ejemplo, ¿qué pasa realmente entre ella y Roque, acaso ya terminaron? 

Sin embargo, este no era el momento adecuado para hacer preguntas, así que decidió contenerse por ahora. 

Diego, con el móvil en la mano, corría hacia él. “Sr. Hernández, el departamento de personal ya tiene listo el contrato de rescisión de Thiago y el Sr. Salmón ya lo tiene controlado, solo 

estamos esperando que usted regrese para revisarlo.” 

Diego estaba lleno de dudas. 

Thiago había estado trabajando bien, era muy profesional y competente. ¿Por qué el Sr. Hernández de repente quería despedirlo y además ordenó al Sr. Salmón que le impidiera contactar con las personas que se encontraban fuera de la empresa? 

¿Qué había pasado? 

Diego no se atrevía a hacerle más preguntas. 

Osvaldo apagaba su cigarrillo, sus oscuros y profundos ojos aún destilaban furia, “Mmm, ¿compraste los billetes?” 

“Comprados, el primer vuelo es a las seis y media. Llega a Aguamar a las once de la noche, por lo que tenemos que ir al aeropuerto ahora.” 

“Vale.” 

Diego, observando el semblante de Osvaldo, preguntó con cautela: “Sr. Hernández, el Sr. Salmón me pidió que le hiciera una nueva pregunta. Dijo que él podría encargarse de lo de Aguamar, ¿quiere salir, mañana?” 

El Sr. Hernández había venido ese día para hablar sobre una colaboración, y estaba casi cerrada. Esta noche, esperaban al director general que volvía de un viaje de negocios para cenar juntos y casi podrían firmar el contrato. 

Parecía inapropiado marcharse en este momento. 

El Sr. Hernández no le respondió, y se volvió para buscar al subdirector general. Al escuchar que quería irse, este último se mostró sorprendido e incomprensivo y le preguntó por qué tenía que marcharse. 

Osvaldo, con una postura recta y una expresión serena pero distante, respondió: “La chica que me gusta ha sido maltratada. Se siente muy mal, por lo que tengo que volver y apoyarla.” 

Diego estaba atónito. 

¿La chica que le gustaba? ¿El Sr. Hernández estaba hablando de Camelia? ¿No es que el Sr. Hernández siempre había estado en contra de Camelia? ¿No era que cada vez que menciona a 

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Capítulo 32 

Camelia se le erizaban los dientes? ¿Cómo podría al Sr. Hernández gustarle Camelia? 

¡Debió haber oído mal! 

El subdirector general, ajeno a la situación y sin los pensamientos complejos de Diego, solo preguntó por curiosidad, “¿La chica que le gusta? ¿Es su novia?” 

Osvaldo, con una sombra en su mirada, suspiró. “No, es un amor no correspondido.” 

Esta vez, fue el subdirector general quien pensó que había escuchado mal, ya que eso simplemente era algo increíble. 

“¿Una mujer que ni siquiera es tu novia vale más que un contrato de varios miles de millones? Sr. Hernández, parece que no has hecho bien las cuentas, ¿realmente vale la pena?” 

Osvaldo se encogió de hombros y dijo: “No hay remedio. El dinero se puede volver a ganar, pero no soporto verla sufrir.” 

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