Capítulo 91 Tómatelo con calma
Mientras tanto, en el preescolar internacional, Jonás acababa de terminar el colegio y el conductor llegaba algo más tarde de lo habitual ese día.
A su lado, Félix parloteaba.
-¿Siempre te recoge un chófer?
-¿Eh? -Jonás se quedó sin palabras.
Félix tenía cara de orgullo.
-Los que me recogen cada día son todos mis mayores. El bisabuelo quiere que experimente el amor de toda la familia.
Después de eso, bajó la voz, exudando un aire de misterio mientras preguntaba:
—¿Sabes quién me recoge hoy?
-¿Quién?
Jonás no sentía especial curiosidad, pero siguió entreteniéndose con sus preguntas. Si no lo hacía, no pararía nunca.
-La abuela Elena -afirmó Félix con orgullo.
Jonás no le dio importancia. «¿Por qué iba a alegrarse si Elena no era su abuela?»>, pensó.
Mientras estaba sumido en sus pensamientos, llegó el coche de Elena. El coche de lujo llamaba la atención. Elena, impecablemente vestida, salió de él. A pesar de tener más de cincuenta años, seguía conservando su encanto y elegancia. Cada movimiento que hacía irradiaba sofisticación.
-Abuela Elena -Félix se apresuró a caminar hacia ella.
La llamó dulcemente, pero todo lo que Elena pudo ofrecerle fue una respuesta superficial. Si no hubiera sido porque Nelson mencionó que sus padres aún estaban en el extranjero y no habían regresado, ella nunca habría aceptado recoger al nieto de otra persona.
Elena dejó que una leve sonrisa adornara sus facciones.
-Vamos.
Mientras hablaba, su mirada se posó casualmente en Jonás, y su expresión se suavizó al
instante.
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Capítulo 91 Tomatelo con calma
-Jonás.
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Ella tenía otra razón para venir aquí, que era ver a este niño que se parecía mucho a su hijo cuando era joven. Elena hizo que alguien investigara y descubrió que Jonás había regresado recientemente del extranjero. Desde su regreso, había estado viviendo con la hija de la familia Cazal, y su padre biológico seguía siendo desconocido.
Al oírla llamarlo por su nombre, Jonás la saludó cortésmente:
-Hola, abuela Elena.
Al notar su comportamiento cortés, Elena le fue tomando cada vez más cariño. Dejó atrás a Félix y se acercó a él, agachándose mientras le preguntaba:
-¿Todavía no han venido tus padres a recogerte?
Jonás negó con la cabeza.
-¿Te acompaño a casa? -Elena vio en ello una oportunidad para conocer a Viviana.
-Gracias, pero no es necesario -dijo Jonás-. No prefiero ir en el coche de un desconocido.
Elena se puso rígida y una oleada de incomodidad la invadió inevitablemente. Realmente adoraba a aquel niño y quería decir algo más. Sin embargo, Jonás, que había visto el coche, ya había dado pequeños pasos y la había dejado atrás.
Al ver la situación, Elena decidió en secreto que visitaría este lugar más a menudo en el futuro. Cuando Jonás se marchó, ella guió a Félix hasta el coche. Durante el trayecto, preguntó por los asuntos de Jonás.
Mientras tanto, Jonás estaba sentado en el coche de Viviana.
-Sra. Cazal, ¿qué la trae por aquí hoy? -preguntó Jonás.
-¿Qué sucede? ¿No quieres que venga a recogerte?
Viviana alargó la mano para pellizcarle la carita regordeta, pero él la esquivó rápidamente.
-¡Sra. Cazal! ¿Se ha lavado las manos?
A Jonás no le molestaba especialmente que sus allegados tuvieran contacto físico, pero había heredado en cierto modo la afición de Natanael por la limpieza.
La mano de Viviana se congeló en el aire.
-¿Es una señal de que estás resentido conmigo?
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M
Capítulo 91 Tomatelo con calma
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-No, es sólo que creo que si no te lavas las manos antes de tocarte la cara, podrías propagar gérmenes fácilmente. Los niños tienen la piel delicada, así que es mejor evitar tocarla.
Viviana se sintió especialmente incómoda al ver cómo Jonás le explicaba las cosas con seriedad. De mala gana, retiró las manos y dejó escapar un suspiro.
-He venido a petición de tu querida madre. Quería que te recordara que te lo tomaras con calma en preescolar. No presumas demasiado de tu inteligencia. Sabes que podrían llevarte a investigar, ¿verdad?