Capítulo 67 Ansioso por quedarse
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«Efectivamente, el dinero hace girar el mundo», pensó Jonás. «Esta vez te dejaré libre».
Se frotó los ojos atontados por el sueño, luego procedió a abrir la puerta del dormitorio y salir.
-Buenos días, mami, Sra. Cazal.
-Hola, pequeño alborotador, buenos días -dijo Viviana.
Cecilia estaba en la cocina, preparando el desayuno.
-Dénse prisa y prepárense, los dos; es hora de desayunar. Jonás, Viviana te ha encontrado un preescolar. Hoy mismo haremos la inscripción.
Originalmente, se suponía que iban a ser las vacaciones de verano en este momento. Sin embargo, el preescolar internacional que Viviana presentó funcionaba todo el año sin descansos. Con Jonás estudiando en el colegio, Cecilia no tendría que preocuparse de que estuviera solo durante el día. Además, a su edad, era necesario que interactuara más con otros niños.
-De acuerdo -respondió Jonás obedientemente.
Dentro del cuarto de baño, Viviana no pudo evitar burlarse de Jonás, que estaba de pie en un pequeño taburete, cepillándose diligentemente los dientes frente al espejo.
-Jonás, ¿por qué eres tan obediente? ¿Por qué no preguntaste más sobre la escuela antes de aceptar ir?
Viviana no se creía que el joven no tuviera miedo alguno de aventurarse en lugares desconocidos y conocer nuevos amigos. Aunque no tuviera miedo, ¿no debería haber al menos algo de excitación o algún otro tipo de emoción?
Para su sorpresa, cuando Jonás terminó de asearse, se limpió despreocupadamente la boca con un pequeño pañuelo y contestó:
-Los niños tienen que ir a la escuela. Aunque no estuviera de acuerdo, tendría que
asistir.
Viviana se quedó sin palabras. «Este tipo no se comporta en absoluto como un niño. No es nada lindo».
Después de desayunar, el chófer llevó al trío al preescolar. Con la ayuda de Viviana, el proceso de inscripción de Jonás se completó rápidamente, lo que le permitió empezar la
escuela ese mismo día.
-Mamá, señora Cazal, ustedes sigan con su trabajo. Prestaré atención en clase -les aseguró
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Capitulo 67 Ansioso por quedarse
el pequeño.
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Al oír esto, Viviana señaló hacia un aula no muy lejana, donde estaba sentado un joven con un corte de pelo rapado.
-Es mi sobrino, Dante Cazal. Ya he hablado con él para garantizar tu seguridad. Si alguna vez te acosan otros chicos, ve a buscarle.
Los hermosos ojos de Jonás brillaron.
-De acuerdo, entonces.
Después de oír hablar del preescolar aquella mañana, Jonás aprovechó mientras Cecilia y Viviana ordenaban para investigar. Descubrió que uno de los alumnos, llamado Félix Rotela, era bisnieto del patriarca de la familia Rotela y nieto del tío mayor de Natanael. En otras palabras, ¡era hijo del primo de Natanael!
Los rumores decían que era muy inteligente y que la familia Rotela lo adoraba. Al reflexionar sobre la información que había descubierto, Jonás recordó cómo el primo de Natanael y su esposa habían acosado a su madre y la habían convertido en blanco de sus ataques cuando formaba parte de la familia Rotela. Sentía curiosidad por ver qué clase de hijo inteligente podía engendrar una mujer así.
Cecilia era ajena a las intenciones de su hijo. A sus ojos, su hijo siempre había sido un joven inocente y de buen corazón. Cuando estaba en el extranjero, había inscrito a su hijo en un centro preescolar local por motivos de trabajo. Jonás era excepcionalmente sensible, lo que le hacía especialmente simpático tanto a sus profesores como a sus compañeros.
Después de despedirse de su hijo, Cecilia lo dejó en el aula y se marchó con Viviana.
-Ceci, ¿te has dado cuenta de que parecía que Jonás realmente quería quedarse aquí? comentó Viviana.
–
Por un momento fugaz, Viviana había intuido que Jonás tramaba algo. Sin embargo, no pudo precisarlo.
Cecilia simplemente se encogió de hombros.
-Sí, a Jonás siempre le ha gustado estudiar y hacer amigos.
-Eso es todo lo que necesitaba oír -dijo Viviana, enlazando su brazo con el de Cecilia-. Me preocupaba qué pasaría si lo acosaran. Ahora, en cambio, parece que tiene que cuidar más de mi sobrino.