Capítulo 53: Lo pasado, pisado
En ese momento, llegó la llamada de Jorge.
-¡Bribón! ¿Piensas quedarte soltero para siempre? ¿Quién te dio el valor para plantar a tu cita a ciegas? -exclamó Jorge, lleno de vigor.
Zacarías, algo exasperado, respondió:
-Abuelo, estoy ocupado con algo.
-¿Ocupado? ¿Crees que no sé que estás por ahí todos los días, perdiendo el tiempo con esos amigos buenos para nada? -Jorge había perdido la paciencia-. ¡Vuelve aquí ahora mismo o te corto todas las opciones!
Zacarías no tuvo más remedio que regresar de inmediato.
Mientras tanto, en la Corporación Orion, Cecilia se dirigió al último piso tras llegar a la empresa. A medida que se acercaba, vestida con elegancia pero aún irradiando una belleza encantadora, Mason no pudo evitar echar un segundo vistazo. Aún recordaba lo indiferente que solía ser a la hora de vestirse: llevaba ropa de colores oscuros todos los días, pasando desapercibida en lugar de destacar, y apenas parecía una joven prominente. Pero ahora, la mujer que tenía delante no solo era increíblemente hermosa, sino que desprendía un aura de nobleza y encanto. Era como si se hubiera transformado en una persona completamente distinta.
-Señora Sosa, inecesita algo? -preguntó Mason.
-Necesito ver a su jefe, el señor Rotela -dijo Cecilia con aire distante.
Al oír
esto,
la expresión de Mason permaneció indiferente.
-El señor Rotela está bastante ocupado hoy; me temo que no tendrá tiempo de verla – respondió.
Mason se mantuvo igual que siempre. Nunca le había caído especialmente bien Cecilia, así que, naturalmente, no le permitía ver a Natanael. Como en el pasado la habían rechazado demasiadas veces, ella se había acostumbrado. Incluso antes de llegar, había preguntado por la agenda de Natanael y se había enterado de que no tenía ninguna reunión importante ese día.
-¿Ah, sí? ¿Podría decirle al señor Rotela que nuestra colaboración termina aquí? -Con eso, Cecilia se dispuso a marcharse.
Ante eso, la actitud de Mason cambió.
-Señorita Sosa, por favor espere un momento; comprobaré la disponibilidad del señor
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Capitulo 53 Lo pasado, pisado
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Rotela -abandonó su porte altivo y acompañó a Cecilia hasta el despacho del director general.
Cuando pasaron por la zona de secretaría, las secretarias que habían estado trabajando allí no daban crédito a lo que veían sus ojos. «¿Cecilia?». Recordaban que había fallecido hacía más de cuatro años. La mujer que tenían ante ellas estaba elegantemente vestida y era despampanante, desprendiendo un aura que en nada se parecía a la desaliñada, despistada y humilde señora Sosa de antes.
Bajo sus curiosas miradas, Cecilia entró en el despacho de Natanael. En ese momento, él estaba de pic frente a una gran ventana que iba del suelo al techo. Llevaba un traje impecable que acentuaba su figura alta y esbelta, su silueta imponente.
-Señor Rotela -Mason llamó a la puerta y luego salió con tacto, cerrándola tras de sí.
Natanael se volvió para mirar a Cecilia, que estaba de pie junto a la puerta. La mujer que tenía delante se había puesto un atuendo profesional que le añadía un encanto intelectual que antes no tenía. Sin embargo, su mente estaba llena de recuerdos de aquella noche: la forma en que ella sostenía el vino, sus ojos seductores como la seda.
Cecilia se sintió algo incómoda bajo su intensa mirada.
-Señor Rotela, no estoy segura de por qué hizo que el señor Sánchez me trajera aquí. ¿Necesita algo?
Natanael le hizo señas para que se acercara.
-Ven aquí.
Tras dudar un momento, Cecilia se dirigió hacia él. Sin embargo, se detuvo a un metro de él al percibir un ligero olor a tabaco. Recordó que a Natanael no le gustaba fumar. Aunque lo hacía de vez en cuando debido al estrés del trabajo, su obsesión por la limpieza hacía que nunca dejara que su ropa absorbiera el olor a humo. Efectivamente, la gente cambia con el tiempo.
Natanael se inclinó lentamente hacia ella.
-¿Dices que has perdido la memoria? ¿No tienes curiosidad por saber qué pasó entre nosotros?
Cecilia le miró fijamente.
-Dejemos lo pasado en el pasado, solo quiero centrarme en el presente y el futuro.
Natanael avanzó con paso firme, arrinconándola contra la pared.
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Liberación de un amor cruel