Capítulo 48 Libre de deseos
-No eres un mocoso en absoluto, eres un astuto -replicó Viviana.
Jonás le dio una palmada en el hombro.
-Ya que estamos aquí, aprovechémoslo. Prometo disculparme con mamá cuando lleguemos.
เจ
+5 Perlas
Viviana estaba a punto de llorar, pero no lo hizo. Se sentía como si hubiera sido burlada por un niño, y la cuestión crucial era que no podía enviarlo de vuelta a casa solo en ese momento. Aunque pensó que podría ser capaz de volar solo, no era una opción viable.
-Quédate aquí. Llamaré a Ceci. Si no, ella y Marta empezarán a preocuparse por ti -dijo
Viviana.
-No te preocupes, le he dejado una nota a la abuela, informándole de que estoy contigo respondió.
–
Viviana se quedó sin habla. «Este pequeño tramposo», pensó. Tomó su móvil y marcó el número de Cecilia. Mientras tanto, esta sostenía una taza de agua tibia sentada en el balcón, tras lo cual contestó la llamada.
-Viviana.
Viviana miró con cierta culpabilidad al niño que tenía al lado.
-Ceci, en un principio había planeado darte una sorpresa, pero…
Cecilia preguntó confundida:
-¿Qué pasa?
-He vuelto a Tudela, ahora estoy en el aeropuerto, y… Jonás vino conmigo.
A Cecilia le dio un vuelco el corazón. Viviana le pasó el teléfono al niño, permitiéndole que se explicara.
-Mamá, no culpes a la señora Cazal. Fui yo quien compró en secreto el billete de avión y la seguí de vuelta. Me preocupa que estés sola en Tudela.
“¿Comprar billetes de avión en secreto?», pensó Cecilia. Siempre había sabido que Jonás era listo, pero nunca esperó que se atreviera a aventurarse hasta el aeropuerto.
-¡Jonás! ¿Has olvidado lo que te dijo mamá? -exclamó Cecilia.
El niño no respondió, en cambio, contraatacó:
1/3
4:17 pmn.
Capitulo 48 Libre de deseos
-Pero mami, te extrañé y estaba preocupado por ti.
+5 Perlas
A Cecilia se le formó un nudo en la garganta que de pronto la dejó incapaz de responder. Viviana también se quedó sorprendida por lo que había dicho el niño. Se agachó para tomar su teléfono y calmar la situación.
-No te preocupes, Ceci -la tranquilizó-, Lo he pensado bien. Haré que se quede conmigo por ahora. No dejaré que Natanael se entere de lo de Jonás.
En ese momento, era la única manera. Antes de terminar la llamada, acordaron encontrarse
en un restaurante.
Viviana dejó escapar un suspiro, mirando con impotencia al niño.
-Vamos–dijo.
Se dirigieron hacia la salida del aeropuerto. El chófer de la familia Cazal llevaba un rato esperando fuera con el coche. Después de subir al coche, se dirigieron hacia el centro.
Jonás no dejaba de mirar por la ventanilla del coche, haciendo preguntas sobre esto y aquello. Viviana le explicaba pacientemente:
-Esa es la plaza del centro de Tudela, propiedad de la familia Rotela. Esa calle comercial pertenecía a la familia Sosa, pero luego la compró Natanael. No esperaba que le fuera tan bien ahora…
A mitad de su explicación, volvió a la realidad.
-Debo estar mal de la cabeza, discutiendo estos asuntos con un niño como tú. De todos modos, no lo entenderías.
Viviana señaló con el dedo un gran edificio.
-Para que lo sepas, está lleno de jugueterías.
Inesperadamente, Jonás se volvió y la miró con seriedad.
-Señora Cazal, en septiembre de este año cumpliré cuatro años. Ya no soy un niño de tres
años.
Viviana se quedó estupefacta. Una vez más, se quedó sin habla. El vehículo avanzó a un ritmo pausado y, en poco tiempo, llegó a la entrada del restaurante acordado.
Al otro lado, en el Grupo Rotela, tras salir de la empresa, Natanael fue acompañado por Estela. Juntos, entraron en un Cadillac negro.
En el camino, Natanael hojeaba distraídamente el contrato. Estela estaba sentada cerca.
2/3
4:18 pm
Capitulo 48 Libre de deseos
-Natanacl, ¿por qué no te tomas un descanso? -sugirió.
-No hace falta -dijo Natanael, con un tono frío y distante.
+5 Perlas
Estela no tuvo más remedio que quedarse sentada en silencio. Durante los últimos cuatro años, aunque Natanael no había dado muestras de despreciarla, tampoco le había expresado ningún cariño. Estela no podía comprender lo que realmente pensaba. ¿Podría un hombre estar realmente libre de deseos? ¿Podría no querer nada en absoluto? Estaba decidida a encontrar la manera de conquistarlo aquel día.
El móvil vibró, Natanael lo tomó y vio que era un mensaje del guardaespaldas encargado de vigilar a Cecilia. Decía:
-Sr. Rotela, la Sra. Sosa se ha ido y ahora está en el Hotel Luna Dorada.
