Capítulo 30 No es para tanto
Zacarías se agarró la cabeza con frustración y gritó. El ayudante que estaba a su lado se quedó
confuso.
-Señor Zacarias, ¿qué ocurre?
Zacarias se sobresaltó y le miró.
-Déjeme preguntarle algo. Si alguien te salvó la vida y tú no lo sabías, y a cambio la trataste mal, ¿por qué no te iba a decir que te salvó? Después de todo, si te lo dijera, ino estarías en su
contra!
El ayudante se lo pensó un momento antes de responder:
-Es sencillo. En primer lugar, quizá pensó que yo sabía quién me había salvado, pero como no se lo pregunté, supuso que yo no era de los agradecidos, así que decírmelo no cambiaría nada. Segundo, tal vez no pensó que salvarme fuera gran cosa, así que no sintió la necesidad de mencionarlo.
<<Salvar a alguien no es gran cosa, así que no era necesario mencionarlo…», pensó Zacarías. Reflexionando, se dio cuenta de que Cecilia nunca había mencionado todo lo que había hecho por Natanael y todos los que lo rodeaban. Así que, en realidad, no le importaba.
Zacarías sintió como si una espina afilada se le clavara en la garganta, causándole un dolor insoportable.
En Villa Costa del Mar, Zacarías acababa de regresar cuando vio una figura familiar sentada en el patio.
-Zac, has vuelto -dijo Estela, levantándose y caminando hacia él.
Mirando a esta mujer, que antes le resultaba tan familiar, Zacarías se sentía ahora como si fuera una extraña. Estela se acercó a él y empezó a abrocharle la camisa con facilidad, dando la impresión de que eran pareja.
-Ya has crecido, y todavía te las arreglas para ser tan descuidado cada vez… -Estela se burló, fingiendo ser juguetona.
Sin embargo, Zacarías le apartó la mano con frialdad.
-¿Qué quieres?
Estela raramente actuaba tan atentamente a menos que tuviera una razón. Sin notar el tono frío de Zacarías, fue directamente al grano.
-Zacarías, he oído que Natanael fue a buscar a Cecilia. ¿Cómo te fue?
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Capítulo 30 No es para tanto
Zacarías la miró fijamente a los ojos. Ella fingía inocencia.
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-Cecilia lleva muerta mucho tiempo. ¿No te lo había dicho ya? ¿De qué tienes tanto miedo?
Estela se quedó desconcertada y rápidamente explicó:
-Sólo tengo curiosidad. Después de todo, la familia Sosa me ayudó en el pasado. Cecilia tuvo la culpa, pero los Sosa fueron amables conmigo. Zacarías, ¿qué te pasa? Has estado actuando de forma extraña últimamente.
«¡Me ayudaron!», pensó Zacarías. No había visto ninguna señal de que Estela tuviera intención de devolver la amabilidad que debía a la familia Sosa.
Sin mostrar sus verdaderos pensamientos, Zacarías entregó su abrigo al sirviente que tenía
cerca.
-Tal vez sea porque papá sigue preguntando por el colgante de esmeralda. ¿No te lo regalé yo? Devuélvemelo y te daré otra cosa.
<<El colgante de esmeralda…» La expresión de Estela cambió ligeramente, y parecía un poco inquieta.
-Lo siento, perdí el colgante de esmeralda.
<<¡Mentira!», pensó Zacarías. Se limitó a observarla con calma, sin desvelar sus secretos. Tenía curiosidad por ver cuánto tiempo más podía mantener su fachada.
Esa noche, cuando Estela se marchó, Zacarías no hizo que nadie la acompañara a casa. Sentada en el vehículo, Estela se sintió incómoda.
-Estás muerta. ¿Por qué sigues causándome problemas? ¿Por qué no me dijiste que había un colgante de esmeralda? -murmuró para sí misma, mordiéndose el labio.
¡Bum!
Un fuerte trueno resonó. Estela dio un respingo asustada y, cuando miró por la ventanilla del coche, vio a lo lejos un edificio que le resultaba familiar derrumbándose, iluminado por un relámpago.
El conductor habló en ese momento.
-¿No es ese el edificio emblemático de la familia Sosa? ¿Cómo ha podido ser derribado?
Pocos días después, Natanael ordenó personalmente la demolición completa y la reconstrucción del edificio de la familia Sosa. No sólo la gente corriente no lo entendía. Incluso los miembros de la alta sociedad estaban perplejos. ¿Estaba tirando el dinero?
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Capítulo 30 No es para tanto
Lectura terminada
Mientras el polvo llenaba el cielo, Zacarías se paró en el último piso de un edificio de enfrente, permaneciendo allí durante mucho tiempo, incapaz de moverse.
-Natanael, ¿por qué haces esto? -preguntó finalmente.
Observando a Natanael, que estaba sentado en silencio con los ojos cerrados, Zacarías no pudo contenerse más y finalmente habló en nombre de Cecilia.
-Natanael, lo que pasó entonces no tuvo nada que ver con Cecilia. Todo fue orquestado por su madre y su hermano…