Capítulo 29 Había cambiado
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Natanael pasaba los días y las noches trabajando en la empresa, sólo haciendo una pausa para dormir y comer. Incluso las pertenencias personales que Cecilia había dejado en casa de
Calvin fueron recuperadas por Zacarías en su nombre.
Zacarias notó claramente que Natanael había cambiado. Desde su regreso, se había vuelto aún más silencioso, como si estuviera perdido en su propio mundo.
Incapaz de contener su curiosidad, Zacarías preguntó a Mason:
-¿Qué le pasa a Natanael últimamente?
Mason negó con la cabeza.
-No tengo ni idea. Sr. Sotelo, ¿cree que el Sr. Rotela podría realmente sentir algo por Cecilia?
Los agudos ojos de Zacarías parpadearon con una extraña luz ante esto.
-¿Quién sabe? —respondió antes de subir a su coche y ordenar al conductor que se marchara.
Echándose hacia atrás en su asiento, Zacarías se pellizcó el puente de la nariz. Si a Natanael realmente le gustaba Cecilia, ¿por qué estaba tan ansioso por impulsar la adquisición de la Corporación Sosa? Debería entender lo importante que era esa empresa para Cecilia, sabiendo que su padre, Raúl, la había construido desde cero, y era algo que ella apreciaba mucho.
Si él se preocupaba por ella, ¿por qué iba a tener gente en el extranjero para causar problemas a los miembros restantes de la familia de Cecilia?
Zacarías no sabía que Cecilia había roto lazos con Paula y Marni. Sólo sabía que eran los últimos parientes que le quedaban. Natanael nunca había tratado mal a sus mujeres. Cuando estaba con Estela, ¿qué no tenía ella que sí tuvieran las demás?
Zacarías se dio cuenta de que Natanael era excesivamente duro y cruel con Cecilia, como si la considerara una enemiga. Mientras estos pensamientos se arremolinaban en su mente, llegaron a un lujoso barrio. Zacarías salió del coche y miró a su alrededor.
-Este lugar no es barato, ¿verdad?
-Al menos cien de los grandes por metro cuadrado -respondió el conductor.
Para Zacarías, el coste de la propiedad era trivial. Sin embargo, comprendía que la mayoría de la gente no podía permitirse un lugar así. Cuando llegó, un ama de llaves le abrió la puerta.
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Capítulo 29 Había cambiado
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-Las pertenencias de la Sra. Sosa están en el dormitorio principal. El Sr. Rejala dijo que debería tomarlas y marcharse inmediatamente.
El ama de llaves sabía que el hombre que tenía delante no era tan inocente como su refinada apariencia sugería, así que no mostró amabilidad en su comportamiento.
Zacarías la miró.
-¿Dónde está el señor Rejala?
El ama de llaves resopló.
-No soy su asistente. ¿Cómo voy a saber dónde está? Está muy ocupado y no tiene tiempo para tratar con gente de carácter dudoso…
Murmuró en voz baja mientras seguía con sus tareas. El ayudante de Zacarías, que le seguía, estuvo a punto de reprenderla, pero Zacarías se lo impidió.
Al asistente le pareció extraño. «¿Cuándo había tolerado Zacarías semejante falta de respeto?».
Zacarías se dirigió directamente al dormitorio principal. Dentro, las pertenencias de Cecilia ya estaban empaquetadas, claramente preparadas antes de su llegada. Sin mediar palabra, empezó a meter las cosas en las maletas.
De
repente, sus manos se congelaron cuando sus dedos rozaron un colgante de dragón esmeralda de intrincado diseño. Este colgante de jade era una reliquia familiar que había pasado de generación en generación en la familia Sotelo. Era único en su especie.
Hacía cuatro años, Zacarías recordaba perfectamente haber regalado este colgante de esmeralda a la persona que le había salvado la vida. ¿Cómo había acabado aquí?
Zacarías apretó el colgante en la mano, sumido en sus pensamientos durante largo rato, antes de ordenar a su ayudante que empaquetara el resto de las pertenencias de Cecilia y se las llevara.
En el camino de vuelta, Zacarías recibió una llamada de alguien a quien había asignado la investigación del incidente de hacía cuatro años.
-Señor Zacarías, hemos descubierto que la persona que le salvó entonces fue la señora Cecilia Sosa, ila hija de la familia Sosa!
El investigador también le envió unas fotos que habían sido minuciosamente recuperadas de los registros del hospital de aquella época.
Zacarías miró las fotos en su teléfono. A pesar de la mala calidad de las imágenes, reconoció de un vistazo la figura ensangrentada que aparecía en ellas. Cecilia. ¡Realmente era ella!
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Capítulo 29 Había cambiado
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La mano con la que Zacarías agarraba el teléfono palideció por la fuerza de su agarre. Escenas de él intimidando a Cecilia pasaron por su mente una a una. Recordó su segundo encuentro después de que ella se hubiera convertido en la prometida de Natanael. Cecilia lo había mirado con tanta emoción en los ojos.
-¿Eres tú?-había preguntado ella.
En aquel momento, él pensó que ella trataba de ganarse su favor, fingiendo conocerle. Resultó que no era eso.
Más tarde, debido a las constantes instigaciones de Estela, Zacarías veía cada vez más a Cecilia como una zorra intrigante. No importaba la ocasión, él la apuntaba y se burlaba de ella en cada oportunidad. Sin embargo, Cecilia nunca mencionó que una vez le había salvado la vida.
-¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijiste? -se preguntó Zacarías, abrumado por la culpa y la confusión.
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Liberación de un amor cruel