Capítulo 27 Déjala in
Zacarías tomó el té de la mesa y se lo bebió de un trago.
-Natanael, está muerta. Déjala ir.
Lectura terminada
Al pronunciar las palabras, Zacarías se dio cuenta de que acababa de hablar en nombre de la sorda. Natanael no notó nada raro en él hoy y siguió leyendo.
Cuando casi había terminado, entró una llamada. Natanael contestó. Era su ayudante, Mason.
-Sr. Rotela, averigüé adónde fue Calvin.
Mason envió la dirección. Natanael la abrió y vio que estaba en una pequeña y remota ciudad del condado conocida como Sapel. El nombre le sonaba algo familiar, pero no recordaba dónde lo había oído.
-¿Qué ocurre? -Zacarías, que estaba a su lado, no pudo evitar preguntar cuando se dio cuenta de que Natanael llevaba mucho rato en silencio.
Natanael se levantó:
-Necesito salir un rato. Si hay algo, ponte en contacto conmigo por teléfono.
Tras decir eso, tomó su abrigo y se dirigió hacia fuera sin dudarlo. Zacarías quiso preguntarle adónde iba, pero vio que Natanael se marchaba apresuradamente. Era el único que quedaba en la habitación. Era demasiado tarde y no había descansado bien, así que simplemente decidió dormir allí.
Por la mañana temprano, Natanael llegó por fin a Sapel. El cielo estaba nublado y la lluvia arreciaba poco a poco. Mason sostenía un paraguas negro cuando se encontró con Natanael al salir del coche.
-Sr. Rotela.
-Mm.
Mason condujo a Natanael al campo de Sapel, hablando mientras avanzaban.
-Rastreamos la ruta de Calvin hasta aquí, y una investigación más profunda reveló que la niñera de Cecilia vivió aquí cuando era joven.
«<<Niñera?», pensó Natanael.
Bajo la lluvia torrencial, los ojos de Natanael se oscurecieron al recordar por qué el nombre de Sapel le resultaba tan familiar. Cecilia se lo había mencionado más de una vez.
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Capitulo 27 Déjala ir
Lectura terminada
En sus tres años de matrimonio, cada vez que había un dia festivo, Cecilia le preguntaba
ansiosa:
-Natanael. tengo algo que hacer. ¿Puedo ir a Sapel?
En aquella época, a Natanael no le importaba adónde fuera Cecilia, ni le preguntaba qué iba a hacer all. Siempre respondía fríamente:
-Puedes ir donde quieras. No hace falta que me informes.
A pesar de que él decía eso, cada vez que Cecilia iba a algún sitio, seguía avisándole. A Cecilia no le gustaba mucho salir, y la mayoría de las veces, venía a este lugar.
Finalmente, llegaron frente a una casa de ladrillos en ruinas.
-Este es el lugar -dijo Mason. Se adelantó y echó un vistazo a la puerta, que estaba inesperadamente cerrada-. ¿Qué está pasando?
Volvió a mirar a Natanael, que le hizo una señal. Unos cuantos guardaespaldas se adelantaron y rompieron directamente la puerta.
-Espérame fuera -dijo Natanael.
-Sí.
Al entrar en la casa, una oleada de humedad le golpeó. El interior estaba muy deteriorado y desprendía un olor a humedad.
¿Cecilia vivió en este lugar cuando era pequeña?», se preguntó Natanael frunciendo el ceño.
Al avanzar, su mirada se posó en una foto en blanco y negro que había sobre la mesa cuadrada. Sus pupilas se contrajeron cuando dio un paso adelante, tomó la foto y se quedó mirándola largo rato, con la incredulidad grabada en el rostro.
En la foto en blanco y negro, Cecilia sonreía con dulzura y serenidad, pero había una tristeza infinita en sus ojos. La mano de Natanael que sostenía la foto se apretó lentamente, y luego la golpeó con fuerza.
-¡Muy bien! Adictos a la actuación, ¿verdad? ¡Una foto conmemorativa! ¡Menuda broma!
Natanael no se dio cuenta del ligero temblor de su voz.
La casa era pequeña, con dos dormitorios y un salón. No tardó mucho en explorarla entera. Aparte de los muebles, no había nada más en la casa. Natanael buscó pero no encontró nada.
¡Bum! Tras el trueno, un relámpago iluminó de nuevo la foto conmemorativa de la
habitación.
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Capítulo 27 Déjala ir
Natanael llamó a Mason para que entrara.
-Averigua dónde fue la niñera de Cecilia.
-Si, Sr. Rotela.
Lectura terminada
Cuando Mason se marchó, Natanael también les dijo a los guardaespaldas que se fueran. Se quedó solo, planeando esperar a que la dueña de la casa regresara y aclarara las cosas. La espera duró un día entero. Por la tarde, había dejado de llover y Natanael oyó hablar a los vecinos.