Capítulo 23 No me hagas enfadar
49
Lectura terminada
Cecilia estaba aterrorizada y se agarraba el abdomen para protegerse. No sabía cuánto tiempo había pasado hasta que por fin todo se detuvo.
-Cecilia, no me hagas enfadar–dijo Natanael, respirando con dificultad.
Cecilia solo podía oír vagamente sus palabras. Sus ojos estaban hundidos cuando respondió:
-¿No dijiste que nunca me tocarías? Entonces, ¿qué es esto ahora?
Enterró la cara en la almohada. Natanael no se dio cuenta de lo pálida que estaba. Cecilia continuó:
-¿Sabe tu amiguita lo que has hecho? Si se enterara, apuesto a que se pondría furiosa.
Antes, Cecilia pensaba que Natanael era tan despiadado como apasionado. Ahora, solo le parecía insufrible. Cuando mencionó a su amante, Natanael supo que se refería a Estela.
-¿Alguna vez pensaste en eso cuando estabas con Calvin? -Sus palabras eran afiladas como una cuchilla, apuntando directamente a su corazón.
Natanael nunca se comprometía con ninguna mujer, y menos con Cecilia. Sin ninguna contención, se burló:
-Viendo lo escuálida que eres, es difícil creer que algún hombre te quiera.
Mientras hablaba, ya se había vestido. A Cecilia le zumbaron los oídos y sintió que algo le salía por la parte inferior del cuerpo. Antes de que Natanael se fuera, no pudo evitar
preguntar:
-Señor Rotela, si yo muriera, ise pondría triste?
¿Morir?». A Natanael le pareció ridículo. No contestó, sino que se limitó a decir:
-Vuelve mañana a Villa Daltonia.
Cecilia no escuchó sus palabras. Cuando Natanael se marchó, ella retiró la manta y vio que sus piernas estaban cubiertas de sangre. Natanael no tenía ni idea de que, poco después de marcharse, el sonido de la sirena de una ambulancia resonó en el piso de abajo.
Al día siguiente, en el hospital, Cecilia estaba medio tumbada en la cama, con Calvin atendiéndola cerca. Si no la hubieran enviado a tiempo al hospital la noche anterior, podría haber perdido al bebé. Después de este incidente, Cecilia estaba más decidida que nunca a dejar a Natanael.
¡Ding
1/3
3:32 am
Capítulo 23 No me hagas enfadar
Lectura terminada
Cecilia tomó el teléfono y vio un mensaje de Paula, que había huido al extranjero:
-¡Cecilia! Ya que sigues viva, ayúdame a arreglar las cosas con el señor Lara. Marni y yo te estaríamos muy agradecidos.
Cecilia borró el mensaje sin responder. Sabía que mientras viviera, Paula y Marni seguirían exigiéndole cosas.
Otro mensaje era de Elena, la madre de Natanael:
-Cecilia, deberías saber cuánto te desprecia Natanael. La única razón por la que no se divorcia de ti es porque quiere hacerte sufrir. Así que, ¿podrías desaparecer de este mundo? Te lo ruego.
Calvin se acercó justo a tiempo para ver el mensaje. Su ceño se frunció.
-¡Esta gente es absolutamente desvergonzada!
Cecilia apagó el teléfono y lo miró con una sonrisa forzada.
-Pero también hay gente buena. Gracias.
Calvin observó la tensa sonrisa de su rostro, sintiéndose profundamente incómodo. «¿Cuánta injusticia y sufrimiento había soportado durante todos estos años? ¿Por qué seguía siendo tan cautelosa, incluso con un viejo amigo?».
Calvin se sentó frente a ella y la miró directamente a los ojos.
-Entre amigos, no hay necesidad de seguir dando las gracias.
Al oír esto, Cecilia asintió. Tras un momento de duda, no pudo evitar hablar:
-Calvin, ¿puedes hacerme un favor?
Cecilia sabía que él era la única persona que podía ayudarla por ahora.
En Villa Daltonia, Natanael regresó a casa rápidamente después del trabajo de ese día. Pensaba que Cecilia ya se habría calmado. Cuando abrió la puerta, el oscuro y silencioso vestíbulo le envolvió al instante.
Los ojos de Natanael se ensombrecieron. Instintivamente, sacó el móvil y lo consultó. Solo habia mensajes de trabajo, nada más. Irritado, entró en casa, se tiró de la corbata y se sentó en el sofá. Por alguna razón, empezó a dolerle la cabeza.
Se recostó en el sillón y se frotó las sienes. En cuanto cerró los ojos, una imagen del rostro sereno de Cecilia flotó frente a él. Serena no significaba mansa, al contrario, la belleza de Cecilia era impresionante.
2/3
3:32 am f
Capitulo 23 No me hagas enfadar
#Q
Lectura terminada
Natanael aún recordaba la primera vez que la vio. Llevaba el pelo recogido en una coleta y sonreía tímidamente, pero sus ojos eran tan brillantes y cautivadores. Pero después… Natanael frunció el ceño. Se dio cuenta de que, desde que Cecilia se había casado con él, no había vuelto a sonreír.
El timbre del teléfono interrumpió sus pensamientos. Natanael contestó: era su amigo
Zacarías.
-Natanael, le ha pasado algo a Cecilia.