Capítulo 106 Una conciencia limpia no teme acusaciones
-Viviana, no te angusties. Vendré por ti mañana -aseguró Cecilia.
+5 Perlas
Consciente de que su amiga probablemente iría en busca de Natanael, Viviana la tomó de la mano y le dijo:
-Ceci, no te exijas demasiado. Solo se trata de una estancia gratuita por una semana. Estaré bien, no te preocupes por mí.
Al salir, Cecilia abordó un taxi. Mientras desbloqueaba su teléfono, notó la publicación de Estela en Twitter. Siete palabras resaltaban: «¡Una conciencia tranquila no teme ninguna acusación!»
«¡Vaya! Qué bien redactado, ¿no?», pensó con sarcasmo.
Cecilia apretó el dispositivo con tal fuerza que sus dedos perdieron color. Se dirigió primero a la empresa, solo para que la secretaria le informara que Natanael había contratado a un nuevo director general y se encontraba descansando en casa.
«¿Natanael tomándose un descanso?» Era la primera vez que escuchaba algo así.
Sin más opciones, Cecilia tomó otro taxi hacia Villa Daltonia. El personal de seguridad, evidentemente al tanto de su visita, no opuso resistencia.
La imponente mansión se encontraba inusualmente silenciosa, con el entorno prácticamente inalterado desde su última visita. Apenas cruzó el umbral, un fuerte estruendo resonó.
Sin pensarlo, utilizó su huella para desbloquear la puerta, que se abrió automáticamente. Fue entonces cuando se percató de que su acceso biométrico aún no había sido eliminado. Al ingresar, los recuerdos del pasado inundaron su mente.
Más allá del vestíbulo, vio a Natanael tendido en el suelo. El ruido que acababa de escuchar era el de su caída del sofá. Un leve aroma a tabaco persistía en el ambiente.
-Sr. Rotela -llamó mientras se acercaba.
El hombre yacía con el ceño profundamente fruncido, la frente perlada de sudor y los ojos cerrados por el malestar.
-Natanael… -murmuró, agachándose para tocar su frente ardiente. «Tiene fiebre», concluyó.
El frío contacto de Cecilia pareció aliviar momentáneamente a Natanael. Cuando intentó retirar la mano, él la sujetó por la muñeca, atrayéndola hacia sí con tal fuerza que casi la hace
tropezar.
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4:51 pm
- GG.
Capitulo 106 Una conciencia limpia no teme acusaciones
Quedaron muy cerca el uno del otro. En su delirio, Natanael musitó:
-Criatura despiadada, ¿planeas huir nuevamente?
«¿Despiadada? ¿Quién es realmente el desalmado aquí?», se cuestionó Cecilia mientras intentaba liberarse, pero él intensificó su agarre.
+5 Perlas
Se encontró presionada contra el pecho de Natanael, donde podía percibir el ritmo constante de su corazón. Frunció el ceño al notar su expresión de dolor.
Natanael rara vez enfermaba, pero cuando lo hacía, el malestar lo aquejaba por largo tiempo. Jonás era similar: a pesar de su buena salud general, hasta un simple resfriado tardaba al menos un mes en superarse por completo.
En el pasado, cuando Natanael caía enfermo, su temperamento empeoraba considerablemente. En la oficina, los empleados lo padecían. En casa, Cecilia sufría sus caprichos alimenticios y sus berrinches infantiles.
Natanael emitió un quejido y atrajo a Cecilia con fuerza entre sus brazos.
-¡Suéltame! -exclamó ella, luchando por respirar.
-¿Piensas escapar otra vez? -advirtió él, confuso-. Te advierto que esta vez, aunque tuvieras que perecer, ideberás hacerlo en mis brazos!
Al concluir, su mano bien definida se posó sobre el delgado cuello de Cecilia, apretando bruscamente. Antes de que ella pudiera reaccionar, las manos de él ya habían alcanzado sus mejillas. Entonces, presionó apasionadamente sus labios contra los de ella.
Un beso fugaz, tan efímero como el roce de una pluma, que no dejó rastro alguno. Tras el beso, Natanael quedó sin fuerzas y se desplomó pesadamente en el suelo.
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