Capítulo 22 Nuevos comienzos. Viejas dudas
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—Está bien —murmuró Chandler, asintiendo levemente antes de salir de la sala.
Cuando miró hacia atrás y vio que Meryl todavía estaba allí parada, congelada, caminó hacia ella y le agarró la muñeca.
—¿Qué estás esperando? —preguntó Chandler con una sonrisa en los labios y una voz profunda que transmitía un dejo de alegría—. Vamos. Vamos al ayuntamiento.
—Espera, ¿qué? —Meryl se quedó desprevenida. Luego se dio cuenta de que lo seguía, aunque su cerebro tenía dificultades para procesarlo todo.
“¿Nos vamos ya?”, preguntó ella, visiblemente sorprendida. Sentía que todo iba demasiado rápido.
—Sí, claro. ¿Pasa algo? —preguntó Chandler, mirando hacia atrás y mirando fijamente a Meryl.
Ella dudó: “No tengo mis documentos conmigo. Necesito volver y buscarlos”.
Mientras Meryl pensaba en esa casa en cuestión, su mirada cayó al suelo.
Capítulo 22 Nuevos comienzos. Viejas dudas.
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Ella reflexionó: “He estado ausente durante dos días y nadie en casa se molestó en llamar para ver cómo estaba. Supongo que en realidad no soy nadie”.
Pero Meryl ya había hecho las paces con ello porque pronto tendría un nuevo hogar.
Ella sugirió: “¿Qué tal si mejor sacamos la licencia de matrimonio mañana?”
Chandler lo pensó un par de segundos y asintió. “Eso funciona”.
Mientras hablaban, el estómago de Meryl rugió con fuerza. Se quedó paralizada y rápidamente se lo cubrió con la mano, mientras un rubor de vergüenza se dibujaba en su rostro.
Ella miró a Chandler con el rabillo del ojo, preocupada de que él encontrara su comportamiento vergonzoso.
Meryl estaba mortificada, pero luego lo escuchó decir: “Yo también tengo hambre”.
La voz de Chandler era suave mientras abría la puerta del pasajero, haciéndole un gesto para que entrara. “¿Te gustaría comer fuera o en casa?”
Entonces Meryl instintivamente se giró para mirarlo y vio que parecía perfectamente normal, no estaba en lo más mínimo molesto.
Ella se sintió algo más tranquila, pero no se atrevió a decidir por sí sola, preocupada de que él pudiera enojarse. “Haré lo que tú quieras”.
Capítulo 22 Nuevos comienzos Viejas dudas deciden.”
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Chandler vio que Meryl estaba un poco nerviosa. En lugar de decir nada , simplemente asintió y se sentó en el asiento del conductor.
Luego condujo por las calles más transitadas de Kingsdom y finalmente se detuvo frente a un callejón sin pretensiones.
Al final del callejón había un pequeño restaurante, pero lo que le faltaba en tamaño lo compensaba con limpieza.
Después de hacer el pedido, Chandler salió a atender una llamada telefónica. Cuando regresó, la comida acababa de ser servida.
No habían pedido mucho, pero cada plato era ligero y delicado, perfecto para alguien como Meryl, que se estaba recuperando.
—Vengo aquí todo el tiempo. La comida aquí es bastante buena. Pruébala —la instó Chandler mientras movía los platos frente a ella.
Meryl parpadeó y pensó: “Hay tanta comida. No puedo terminarla toda yo sola”.
Empujó uno de los platos hacia Chandler y dijo: “Tú también deberías tomar un poco”.
En ese momento, la dueña salió de la parte trasera y se sorprendió al ver a Chandler. “¡Bueno, mira quién ha vuelto! ¿No habías pasado ya por aquí esta mañana?”, preguntó.
Al oír eso, Meryl se giró para mirarlo escépticamente.
Capítulo 22 Nuevos comienzos. Viejas dudas
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Chandler se aclaró la garganta y un extraño toque de vergüenza atravesó su rostro, habitualmente tranquilo y distante. —Debe haberme confundido con alguien más, señora. El negocio debe estar en auge, ¿eh?
La dueña se rascó la cabeza confundida y se preguntó: “¿De verdad lo hice? ¿No fue él el primer cliente que llegó a las seis de esta mañana, antes de que saliera el sol? Incluso charlamos un rato”.
En ese momento ella preguntó: “¿Vas a trabajar tan temprano?”
Chandler había respondido: “Sí, claro. Más tarde iré a ver a alguien importante”.
La dueña se preguntó nuevamente si realmente lo había confundido con otra persona. Aunque le pareció extraño, no dijo nada más.
A su lado, Meryl apretó los labios y dejó de mover los platos hacia Chandler, sintiendo algo que no podía expresar con palabras.
Chandler había dicho que tenía hambre solo para evitar hacerla sentir incómoda, y eso la hizo pensar: “¿Podría alguien realmente preocuparse por mis sentimientos?”
Meryl retorció la tela de su vestido entre sus dedos, pensando de repente que tal vez él no fuera un marido tan pésimo después de todo.
En ese momento, Chandler se giró para mirarla fijamente y le preguntó: “¿Qué tal si te acompaño a buscar tus documentos después de que terminemos?”
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¿Terminaste de comer?” Su voz era tan suave y agradable como siempre.
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