Capítulo 45
Rosalía entendió de inmediato.
Adán y su grupo eran mayores que Belén por dos años, en ese momento estaban en su último año de universidad, diciendo que pronto entrarían en la “jaula” para tomar las riendas del negocio familiar, así que querían aprovechar los últimos dos años para disfrutar al máximo. Rosalía sabía que esos chicos habían organizado no menos de decenas de fiestas. Literalmente llevaron el concepto de comer, beber y ser felices al extremo. Belén también era parte de ese grupo, por lo que siempre salía con ellos, y tenía que presionarse para sacar tiempo para estudiar. Ahora, aunque Belén quería distanciarse de ellos, mientras siguiera en la escuela y esos chicos vinieran a molestarla, temía que no podría evitarlos. Salir a hacer prácticas era la mejor manera de separarse de esas personas por un tiempo.
“Te apoyaré, pero sólo estamos en segundo año, encontrar un trabajo de prácticas profesionalmente relevante es difícil, ¿ya lo pensaste bien?“.
Belén dijo: “No importa, no estoy buscando un salario, principalmente quiero encontrar algo que hacer, preferiblemente algo que no me obligue a estar a menudo en la escuela“.
Todos conocían a Belén, y ella sabía muy bien que incluso después de esos eventos, no podría evitar asistir a las reuniones de esas personas. Incluso si su familia organizara una fiesta, ella no podría rechazarla. Porque las relaciones entre las familias del vecindario eran demasiado estrechas. La única manera de evitarlos era encontrar una excusa, y las prácticas eran perfectas. Y sus padres definitivamente no se opondrían. Así, durante el próximo año, ella podría tener algo de paz, y una vez que Adán y los demás se graduaran, ya fuera que tomaran el negocio familiar o, según lo planeado por sus familias, fueran al extranjero a “perfeccionarse“, las oportunidades de encuentro serían aún menores. Con el tiempo, las relaciones se desvanecerían, y Belén, esa pequeña seguidora detrás de Adán, también sería olvidada por todos. Ese sería el mejor resultado.
“¡Entonces yo te acompañaré!“.
Las palabras de Rosalía hicieron que los ojos de Belén se humedecieran: “No tienes que…“.
Rosalía se golpeó el pecho: “¿Por qué no? Eres muy tierna, ¿qué pasa si esos chicos te molestan? No te preocupes, yo también he querido hacer prácticas, no tienes idea de lo fastidioso que puede ser mi hermano…“.
Rosalía comenzó a hablar de su hermano sin parar. Belén la escuchaba sonriendo, sintiendo cómo la pesadez en su corazón se disipaba poco a poco, sintiendo cómo las cadenas que la retenían empezaban a desaparecer.
“Qué bien“, pensó Belén, el cansancio le inundó como una marea, y lentamente cerró los ojos, cayendo en un sueño profundo.
Rosalía habló un rato sin escuchar respuesta de Belén, con cuidado le echó un vistazo y vio el rostro sereno de Belén durmiendo. Rosalía murmuró para sí misma. “¡Adán, ese desgraciado,
no merece a alguien tan buena como Belén!“. Rosalía se prometió a sí misma que
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Capitulo 45
definitivamente protegería a esa futura esposa de su hermano.
En la oficina más alta de la ciudad capital de la Provincia de Comala, alguien estornudó fuertemente mientras trabajaba horas extras. El sonido de su estornudo resonó en la oficina vacía, y el joven y apuesto hombre sintió un escalofrío por la espalda. Se tocó la nuca, preguntándose: “¿Qué pasa? ¿Por qué de repente siento frío? ¿Será que Rosalía, esa pequeña, está hablando mal de mi otra vez?” Sacudió la cabeza, completamente impotente ante su impredecible hermana. Subió un poco la temperatura del aire acondicionado y se sumergió de nuevo en su trabajo.
Aunque los efectos secundarios de la pérdida de sangre fueron un poco graves, Belén salió del hospital al tercer día. La enfermera, con nostalgia, tomó la mano de Belén, lamentando no haber podido hacer que Belén ganara dos kilos más.
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