Capítulo 3
Era Navidad, quizá por el clima de la temporada, las calles que usualmente se encontraban concurridas, ahora estaban casi desiertas.
Ella y Valentin compartian un paraguas negro mientras caminaban bajo la mezcla de lluvia y nieve, que caía desde el paraguas hasta el suelo, haciendo que el ambiente se sintiera aún más silencioso.-
Belén se dio cuenta tardíamente de que la distancia entre ellos se había reducido demasiado, tanto que podía percibir su aroma en el aire, un olor que le recordaba al frío penetrante del
invierno.
Se movió ligeramente hacia un lado, buscando algo de espacio.
Valentín bajó la mirada hacia la parte superior de la cabeza de su compañera, notando cómo ella intentaba alejarse. Sus ojos se oscurecieron un poco, pero en lugar de decir algo, simplemente inclinó el paraguas hacia un lado sin cambiar su expresión.
Cruzaron una zona que estaba prohibido estacionar y llegaron a Calle Macondo. Belén había pedido un taxi por su celular, que ya había llegado y estaba esperando al borde de la carretera mojada, con las luces intermitentes encendidas.
Belén se acercó, y Valentín le abrió la puerta trasera del auto. Ella entró, pero no cerró la puerta de inmediato. Tras pensarlo un momento, le dijo al hombre que estaba fuera: “Valentín, gracias por lo de esta noche“.
“De nada“.
Valentín, sin mostrar mucho en su rostro, asintió. Belén lo miró, intentó decir algo más, pero al final no lo hizo y cerró la puerta del auto, indicando al conductor que podían partir.
“Está bien, señorita, asegúrese de abrocharse el cinturón, con la lluvia las calles pueden estar
resbaladizas“.
“Está bien“.
Belén respondió mientras veía, a través del espejo retrovisor, cómo Valentín, sosteniendo el paraguas, se quedaba de pie a un lado de la calle, con la nieve cayendo a su alrededor, hasta que se hizo cada vez más distante.
Pensó que Valentín no era como Adán y los demás decían.
Antes, Adán siempre le decía que si veía a Valentín, debería tomar otro camino o llamarlo para que Valentín se fuera.
Ahora parecía que quien debía irse era Adán.
Valentín, en realidad, parecía… bastante amable.
No era la primera vez que Belén veía a Valentín mostrando… bondad.
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Capitulo 3
Cuando recién había llegado a San Gregorio y estaba en quinto año de la secundaria, una tarde que salió tarde de la escuela y Adán no quiso esperarla por tener otros planes, tuvo que regresar sola a casa. En ese corto trayecto dentro de su complejo residencial, lo vio.
En ese entonces, sabía muy poco sobre él, sólo lo negativo que venía de Adán. Instintivamente quiso evitarlo, pero entonces lo vio ayudando a unos gatos callejeros.
Valentín ya era un joven de poco más de veinte años, con una estatura impresionante y con un aire maduro.
Era una tarde de verano, con el sol poniéndose, llevaba una camisa blanca y estaba agachado en uno de los jardines del complejo, rodeado de gatos a los que les daba de comer.
Esa familiaridad no parecía ser nueva.
Y esa noche, definitivamente le debía un agradecimiento.
Sus acciones le habían brindado un poco de calidez, haciéndola olvidar momentáneamente sus problemas con Adán.
Parecía que realmente no era como los rumores decían.
Sentada en el taxi, Belén no podía dejar de pensar en ello.
A lo lejos, el auto se alejó hasta desaparecer tras una esquina, perdiéndose de vista.
Valentín permaneció un momento más en la calle antes de alejarse con su paraguas, aunque esta vez no regresó al club.
Dentro del salón privado, todos se quedaron sorprendidos al ver que Belén se marchaba.
Después de un rato, alguien intentó consolar: “Adán, después de lo que dijiste, ¿no temes que Belén se enoje de verdad? ¿O es que realmente no te importa y quieres terminar todo con ella?“.
Adán retiró su mirada de la puerta por donde Belén había salido y respondió: “¿Por qué debería enojarse? ¿Qué le dije? Sólo verdades. Además, sobre terminar…“.