Capítulo 31
Manuela contestó con frialdad: “Si me acosté con él o no, no es asunto tuyo.”
“¿Cómo que no es asunto mío?” Respondió Benjamín con el rostro serio y con sus ojos llenos de oscuridad, agregó: “Todavía no estamos divorciados, por lo tanto, si estás con alguien más, ¡eso es infidelidad!”
Manuela se rio y replicó: “¿Infidelidad? Benjamín, anoche fuiste tú quien me entregó a otro. Aunque duerma con alguien más, es una situación que tú mismo provocaste.”
Diciendo eso, Manuela no le dirigió otra mirada y lo rodeó para entrar al edificio de oficinas.
Benjamín no logró obtener una respuesta clara de Manuela, y la nube de su mente solo se volvió más densa.
Solo con pensar que Manuela podría haber estado con otro hombre, su corazón se oprimía y una sensación de asfixia lo invadía.
De regreso a la empresa, Benjamín inmediatamente le pidió a Enrique que revisara las cámaras del Hotel Luz del Amanecer.
La noche anterior, después de que Giovani llevó a Manuela a la habitación, salió poco después y solo volvió a entrar esa mañana para llevarle el desayuno. Eso significaba que Giovani no había aprovechado la situación y Manuela seguía siendo intachable, pero a pesar de eso, la sombra en el corazón de Benjamín no desaparecía y las palabras que Giovani le había dicho la noche anterior seguían resonando en su mente: dijo que no tocaría a Manuela antes de que se
divorciara.
¿Pero después del divorcio?
En ese momento, siendo ambos solteros, quizás realmente terminarían juntos…
La imagen de Manuela acurrucada en los brazos de otro surgió en su mente, y Benjamín sintió un repentino pánico.
Tenía la sensación de que nunca sería capaz de recuperarla.
Mientras se encontraba sumido en sus pensamientos, el teléfono sonó; era Jairo, el cual dijo: “Benjamín, Adrián ha regresado de la ciudad vecina, ¿nos tomamos unas copas esta noche?”
Adrián Vargas, Benjamín y Jairo eran amigos de la infancia. De los tres, Jairo tenía el mejor carácter: radiante, amable y accesible, mientras que Adrián y Benjamín compartían una actitud
altiva.
La diferencia era que, en comparación con Benjamín, Adrián era despiadado y no dejaba cabos sueltos, y su actitud implacable le había hecho ganar muchos enemigos. Sin embargo, aunque era severo con los extraños, era genuino con sus amigos; de lo contrario, con su personalidad, probablemente no tendría ninguno.
Benjamín no tenía otros planes para la noche, así que aceptó y al caer la noche, condujo hasta
16:08
Capítulo 31
La Cueva del Mojito.
Al abrir la puerta de la sala privada, Benjamín vio cómo una figura era lanzada desde su costado, chocando contra una baranda de hierro, deformándola.
Benjamín echó un vistazo al hombre que había sido lanzado y sus ojos imperturbables se dirigieron hacia el interior, justo a tiempo para ver a Adrián retirando la pierna.
Había varios mujeres en el salón, aparentemente asustadas por la acción de Adrián, acurrucadas y temblando incontrolablemente.
Adrián tenía el rostro sombrío, parecía querer seguir castigando al hombre, pero Jairo lo detuvo rápidamente, diciéndole: “Déjalo, solo se tomó un trago, no es gran cosa, podemos abrir otra botella.”
Adrián no insistió, solo escupió con desdén: “Miserable basura.”
Claramente, esas palabras iban dirigidas al camarero que había sido lanzado.
El encargado de La Cueva del Mojito se enteró de lo ocurrido y fue rápidamente a disculparse, prometiendo compensar con dos botellas del mejor licor del lugar, y el asunto se dio por terminado.
Benjamín se sentó al lado de Adrián y le preguntó: “¿Fuiste a Rosaverde a buscar a alguien, la
encontraste?”
Al mencionar eso, las cejas de Adrián se fruncieron con mayor intensidad, sirvió una copa de licor y la vació de un trago, para luego responder: “No.”
Benjamín guardó silencio por un momento, luego dijo: “¿No has considerado que tal vez ya no esté en este mundo?”
Si alguien más hubiera hecho esa pregunta, Adrián seguramente se habría enfadado, pero la relación entre Benjamín y él era diferente, y no lo consideró una ofensa.
“No puede ser.” Respondió él, se tomó otro trago y añadió: “Dije que ella no está muerta, así que
debe estar viva.”
Adrián se sentía mal, y siguió bebiendo en silencio, mientras Benjamín también lo acompañaba bebiendo.
Mientras tanto, Jairo observaba desde un lado y notando algo, indagó: “Benjamín, ¿otra vez te peleaste con tu esposa?”
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