Capítulo 29
Benjamín se sobresaltó y, sin pensarlo, la empujó suavemente y retrocedió un paso.
En el silencioso pasillo, el aire se volvió aún más tenso.
El rostro de Consuelo mostraba dolor cuando cuestionó: “Benjamín, ¿por qué me evitas?”
Habían salido juntos por algunos años, y los besos eran algo que habían compartido innumerables veces, por lo que algo que debería ser habitual, ese día Benjamín lo evitó.
Él guardó silencio por un momento antes de explicar: “Consuelo, hablemos de esto cuando me haya divorciado de Manuela, ¿de acuerdo?”
Consuelo apretó los puños en silencio, pero pronto los soltó, tomó su mano y con lágrimas en los ojos, le preguntó: “¿Cuándo te divorciarás de ella?”
La respuesta de Benjamín fue vaga: “Últimamente he estado ocupado, tal vez en un tiempo.”
¿Acaso Consuelo no se daba cuenta de su vacilación?
Ella sonrió al despedirse de Benjamín, però su rostro se tornó sombrío en cuanto se fue.
Al salir del Hotel Rincón Celestial, Benjamín subió a su auto y recordando lo sucedido esa noche, sintió que ese hombre llamado Giovani era algo extraño.
¿Cómo podía ese hombre saber tanto sobre él y Manuela?
Inquieto, Benjamín llamó a Enrique y le pidió que investigara a esa persona.
Luego, condujo sin rumbo por las calles, y sin darse cuenta, llegó al edificio de apartamentos
donde vivía Manuela.
Las luces del apartamento estaban apagadas, pues al parecer, Manuela no había regresado.
Giovani había dicho que no la tocaría antes de que él y Manuela se divorciaran, pero Benjamín, siendo hombre, sabía que las palabras de otros hombres no siempre eran confiables.
En ese momento, quizás esos dos estaban…
Al pensar en esa posibilidad, su respiración se detuvo por un momento y una inquietante sensación de ansiedad se apoderó de él, por lo que marcó el número de Manuela, pero no obtuvo respuesta.
Lo intentó varias veces, con el mismo resultado.
La ira y la impotencia se mezclaron, y Benjamín golpeó el volante con fuerza.
La bestia dentro de él rugía salvajemente, pero era incapaz de hacer algo.
Él mismo había dejado a Manuela, por tanto, no podía culpar a nadie más.
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Capitulo 29
Desde que dejó a Manuela con ese hombre de apellido Lucero, tenía la extraña sensación de que podría perderla para siempre.
La noche anterior Manuela había bebido demasiado, y cuando despertó, se sentía mareada y con náuseas.
Miró el techo desconocido desde la cama y se percató de que ese lugar no parecía ser su habitación.
Trató de recordar, pero sus pensamientos seguían siendo un caos, solo recordaba vagamente que parecía haber derribado a alguien…
“¿Puedo dormir contigo?”
“¡Hombre, ser mi juguete será un honor para ti!”
¿Esas cosas… las había dicho ella?
Al recordar eso, un escalofrío recorrió su espalda.
No solo había hecho el ridículo, sino que también había estado con un chico de compañía…
¿Ese hombre se llamaba Gio… algo? ¿Giovani?
Recordaba que su voz era bastante agradable.
“¿Te desperté?” Una voz masculina, baja y profunda, llegó desde el borde de la cama, coincidiendo con la voz que había oído en su borrachera la noche anterior.
Manuela se quedó rígida, sentada estúpidamente por un momento antes de mirar hacia la persona al lado de la cama.
En la amplia y luminosa habitación, el hombre vestía un traje casual, era alto y esbelto, con una presencia tranquila y atractiva, y en ese momento estaba de pie junto a la cama, como si hubiera salido de un cuadro.
Manuela se levantó lentamente de la cama, revisó su atuendo, y se percató de que llevaba puesta una bata blanca del hotel, no era la ropa de la noche anterior.
Un hombre y una mujer solos, en un hotel, con la ropa cambiada…
Ella organizó sus pensamientos y habló con una voz ronca y seca después de una noche de silencio: “Nosotros… anoche…”
“Dormí en la habitación de al lado.” La interrumpió Giovani y Manuela se sorprendió, indagando: “¿Y mi ropa…?”
“El personal del hotel la cambió.” Contestó el hombre.
Parecía que había intentado forzarlo mientras estaba borracha, y él la había rechazado.
Manuela suspiró aliviada, pues aún no se había divorciado de Benjamín, y si realmente hubiera
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Capitulo 29
pasado algo con ese hombre, no sabía cómo lo manejaría Benjamín, ni ella misma.
Manuela pensó que en adelante, era mejor evitar beber tanto si no era necesario.
El hombre al lado de la cama continuó diciendo: “Hice que lavaran tu ropa de anoche, te la traerán en cinco minutos. Dejé el desayuno sobre la mesa, cómelo antes de irte. Tengo cosas que hacer, así que no te molestaré más mientras descansas.”