Capítulo 23
Francisca soltó una retahíla de palabras sin siquiera tomar aliento. Su voz era un poco alta, así que Manuela alejó el teléfono de su oído y sonrió, diciéndole: “Soy yo la que fue engañada, no tú, ¿por qué estás más enfadada que yo?”
“¡Todos los hombres infieles deberían ser eliminados!” Exclamó Francisca y Manuela, con un tono despreocupado, como si hablara de algo ajeno a ella, dijo: “No valen la pena, no te enojes tanto, no vaya a ser que te haga daño.”
“Manu, últimamente estás muy rara, tan tranquila que ya no pareces tú.” Comentó su amiga.
Manuela se incorporó en la cama, recogiendo con una mano su cabello suelto detrás de la oreja mientras decía: “Cuando te resignas, ya no te vuelves loca por él.”
Lo decía con ligereza, pero Francisca solo podía sentir lástima.
Manuela no sabía cuántas noches había luchado sola antes de poder decir eso.
Francisca estacionó el auto al lado de la carretera y sugirió: “Manu, ¿tienes tiempo esta noche? Vamos a La Cueva del Mojito a tomar unas copas.”
“¿Te apetece beber?” Preguntó Manuela y Francisca respondió: “Sí.”
“De acuerdo, nos vemos por la noche.” Dijo Manuela.
Después de colgar, Francisca guardó el teléfono mientras se le ocurrían otros planes.
Ese engaño no podía ser solo para su amiga Manu. Era hora de que ellas, las mujeres, se levantaran con fuerza.
Iba a llevar a su amiga Manu a experimentar la alegría de ser una mujer independiente.
Por la noche, Benjamín pasó a recoger a Consuelo en el hotel para ir a cenar y apenas salieron del estacionamiento, alguien lo llamó para invitarlo a una reunión en La Cueva del Mojito. Él lo pensó un momento y finalmente aceptó.
Consuelo trabajaba en diseño de moda, así que conocer a algunos jóvenes de familias adineradas podía ser beneficioso para su carrera.
Un rato después, en el reservado había unas cinco o seis personas, todas conocidas de Benjamín, quien saludó brevemente a todos y se sentó junto a Consuelo.
Ellos entraron tomados de la mano, y las personas que estaban en el reservado los miraban con curiosidad.
Fue Jairo quien rompió el silencio: “Benjamín, ¿quién es esta señorita? No la había visto antes.” Jairo y Benjamin habían sido amigos desde la infancia, y su relación seguía siendo fuerte en la adultez.
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Capitulo 23
Benjamín respondió de manera sencilla: “Consuelo.”
Jairo recordó algo y preguntó: “¡Ah! Consuelo, ¿no es la protagonista de aquel romance secreto de tus años universitarios?”
Benjamín había comenzado a salir con Consuelo poco después de graduarse del instituto, pero por alguna razón nunca lo hicieron público. No fue hasta antes de que Consuelo se fuera a estudiar al extranjero que su relación salió a la luz y cuando Manuela supo que Benjamín tenía novia, dejó de perseguirlo y se mantuvo a su lado, observándolo desde lejos.
Hasta hacía un año, cuando la familia Guerra enfrentó problemas, Manuela, incapaz de olvidar su antiguo amor, cedió a sus deseos y, con un incentivo de cincuenta millones de dólares, obligó a Benjamín a casarse con ella.
Jairo había visto a Consuelo pocas veces, y después de tres años, había olvidado su rostro, pero al escuchar su nombre, la recordó y le preguntó a Benjamín: “¿Están juntos de nuevo?”
Esa era la pregunta que todos en la sala querían hacer.
Hacía un año, Walter todavía estaba fuerte, y la familia Saenz estaba en su apogeo.
Walter, para complacer a su nieta, planificó la boda con dos meses de antelación, asegurándose de cada detalle, organizando una boda de ensueño para su nieta y el futuro esposo de esta.
En ese entonces, se publicaron numerosos reportajes sobre la boda de ensueño, afirmando que la pareja era inseparable y que el cuento de hadas había cobrado vida. Gracias a ese evento, las acciones de la familia Guerra y de la familia Saenz subieron considerablemente.
En la actualidad, menos de un año después, el protagonista del cuento de hadas, Benjamín, se había juntado abiertamente con su primer amor, lo cual resultaba irónico.
La pregunta de Jairo dejó a Benjamín sin saber qué responder, pues aún no se había divorciado de Manuela, y llevar a Consuelo allí había sido un error impulsivo.
Consuelo sonrió suavemente y respondió por Benjamín: “No, por el momento, Benjamín y yo solo somos amigos.”
Ese “por el momento” estaba muy bien utilizado.
Todos entendieron el doble sentido, pero fingieron no notar la relación entre ellos y cambiaron
de tema.
Esa noche también asistieron algunas chicas de familias adineradas, y Consuelo fue llevada a sentarse con ellas.
Jairo aprovechó la oportunidad para bajar la voz y preguntarle a Benjamín: “Escuché que anoche dormiste con Consuelo, se ha difundido por todo el círculo, ¿es cierto?”
Benjamin frunció el ceño y preguntó: “¿Quién está difundiendo rumores? ¡Consuelo y yo somos inocentes!”
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Capitulo 23
“Muchas publicaciones lo mencionan, ¿quién sabe de dónde salió?” Dijo Jairo y echó un vistazo a Consuelo, luego preguntó: “Pero, ¿de verdad no pasó nada entre tú y ella?”
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