Capítulo 18
“¿Yo tengo problemas?” Cuestionó Manuela y se rio, luego añadió: “Sra. Guerra, te voy a contar
un secreto.”
“¿Qué?” Indagó la Sra. Guerra con curiosidad y cuando Manuela se acercó a su oído, le susurró: “Tu hijo, pues… no funciona.”
La Sra. Guerra se quedó boquiabierta, diciendo con preocupación: “¡¿Es cierto lo que dices?!”
Manuela mostró una sonrisa enigmática y comentó: “No sé los detalles, pero al menos conmigo es así. ¿Por qué no le preguntas a Consuelo?”
Al ser mencionada, el rostro de Consuelo cambió de color, y la Sra. Guerra se mostró desconfiada, preguntando: “¿Qué tiene que ver Consuelo con esto?”
Manuela no explicó más, en cambio se dispuso a irse, pero antes de hacerlo, dijo: “Sra. Guerra, mi amiga y yo tenemos hambre, así que no puedo quedarme a charlar. Si quieres nietos, mejor habla con tu querido hijo.”
Cuando Manuela se fue, la Sra. Guerra pronto entendió la situación, pues no era tonta; Manuela se había mudado hacía poco, y Consuelo había regresado al país e incluso la había invitado a salir de compras…
La Sra. Guerra se giró hacia Consuelo y le dijo: “Consuelo, explícame esto.”
Consuelo mordió su labio inferior, sin decir ni una palabra.
…
Cuando Benjamín salió de una reunión, vio a la Sra. Guerra esperándolo en la oficina y al entrar, cerró la puerta y preguntó: “Mamá, ¿qué haces aquí?”
La Sra. Guerra tomó un sorbo de café recién hecho y dijo: “Escuché que te vas a divorciar de
Manuela.”
Benjamín se detuvo en seco, indagando: “¿Quién te lo dijo? ¿Manuela?”
Su primera reacción fue pensar que Manuela se había arrepentido y había enviado a su madre como intermediaria.
La Sra. Guerra dejó la taza y respondió: “Me lo dijo Consuelo, ella es una buena chica. Sé que te gusta, pero no puedes divorciarte de Manuela. En su momento, nuestra familia le pidió prestado cincuenta millones de dólares a la familia Saenz, y aunque ya lo hemos pagado, todo el mundo sabe que los Saenz nos hicieron un gran favor, por tanto, si te divorcias de Manuela, no sé cómo la gente va a hablar de nuestra familia. Manuela puede no ser perfecta, pero al menos te quiere de verdad. Dile que no se divorcien y que regrese a casa.”
Benjamín se sentó a su lado y sus emociones eran difíciles de descifrar, cuando comentó: “No soy yo quien quiere el divorcio.”
La Sra. Guerra no lo creía, por lo que cuestionó: “¿Acaso es ella quien quiere divorciarse de ti?”
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Benjamín no dijo nada, lo que lo confirmó y la oficina se sumió en un silencio incómodo hastal que la Sra. Guerra frunció el ceño y preguntó: “¿De verdad fue ella quien lo propuso?”
“Sí.” Contestó Benjamín.
La Sra. Guerra quedó atónita, hasta que finalmente dijo: “Es imposible…”
Todo el mundo en el círculo social de Sereno Bosque sabía cuánto Manuela amaba a Benjamín.
Ella no escatimaba en esfuerzos para ganarse su afecto con flores, relojes de lujo y desayunos preparados con amor. Parecía que quería entregarle todo de sí misma a Benjamín.
Incluso cuando la familia Guerra estaba completamente sola, ella no dudó en prestarle a Benjamín cincuenta millones de dólares, sin siquiera pedirle un pagaré.
Aunque a la Sra. Guerra no le agradaba Manuela, entendió que debió ser su hijo quien la había llevado al límite, de lo contrario, una chica tan enamorada no podría haber propuesto el
divorcio.
La Sra. Guerra frunció el ceño y cuestionó: “¿Qué le hiciste?”
Por primera vez en su vida, Benjamín se sintió impotente y respondió: “No hice nada.” Después de decir eso, hizo una pausa y luego agregó: “Le tiré un vaso con agua, pero fue porque ella rompió el reloj que Consuelo me regaló…”
“¿Consuelo?” Lo interrumpió la Sra. Guerra, pues ella captó al instante lo importante y dijo: “En estos años que Consuelo ha estado en el extranjero, ¿has estado en contacto con ella durante todo este tiempo?”
“…Sí.” Contestó Benjamín.
La Sra. Guerra estaba algo disgustada, por lo que dijo: “Ya te casaste con Manuela, ¿cómo es posible que aún coquetees con otras mujeres?”
“Pero amo a Consuelo, no puedo olvidarla.” Respondió Benjamín y la Sra. Guerra, cuestionó: “¿Y qué pasa con Manuela?”
Benjamín quería decir que realmente no le gustaba, pero cuando las palabras estaban a punto de salir de su boca, dudó, pues él mismo no lo tenía claro.
Manuela había sido quien propuso el divorcio, y él no quería aceptarlo. No estaba seguro si era por posesividad, orgullo, o por alguna otra razón.
La Sra. Guerra se levantó, diciendo: “Benjamín, deberías recordar cómo se desmoronó nuestra familia. Si no fuera porque tu padre tuvo otra mujer, la familia Guerra no se habría reducido a nosotros dos. No estoy de acuerdo con que te divorcies de Manuela. Esta noche vendrás conmigo para traerla de vuelta. En cuanto a Consuelo, no la contactes por ahora.”
Al escuchar sus palabras, Benjamín se mantuvo en silencio y su madre le dijo: “¿Entiendes?”
Benjamin no respondió.
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Capitulo 18
No podía tragarse el orgullo para ir a buscar a Manuela, prefería elegir el divorcio.
La Sra. Guerra exclamó con enojo: “¡Si no vas, olvídate de que tienes madre!”
Benjamín abrió la boca, pero no dijo nada y después de un buen rato, finalmente asintió con dificultad.
