Capítulo 1
“Estoy embarazada, deberías divorciarte de Benjamín.” Sugirió Consuelo.
Ese día era el aniversario de bodas de Manuela Saenz y Benjamín Guerra.
Manuela no había esperado la llegada de su esposo, sino la de la amante de este y la noticia de su embarazo.
Eso era muy irónico, ya que después de tres años de matrimonio, él nunca la había tocado, pero en ese momento iba a tener un hijo con otra mujer.
Si fuera la Manuela de antes, habría levantado la mesa y echado a Consuelo, desatando una escena de celos, pero actualmente, no tenía la energía ni la fuerza para competir con ella.
Manuela apenas le echó un vistazo a la hoja del examen de embarazo antes de devolvérsela a Consuelo, mientras sonriendo le decía: “Está bien, me divorciaré.”
Al ver a la mujer esquelética frente a ella, Consuelo se quedó perpleja unos segundos, claramente sorprendida por su respuesta tan rápida.
“¿De verdad?” Preguntó Consuelo con incredulidad y Manuela asintió.
Consuelo se alegró y exclamó: “¡Vamos a buscar a Benjamín ahora mismo!”
Había intentado muchos trucos antes, pero Manuela nunca había cedido. Si hubiera sabido que fingir un embarazo funcionaría tan bien, lo habría hecho antes.
En el auto, Manuela, con su rostro pálido, miraba por la ventana el paisaje cambiante, hasta que preguntó: “¿Sabes dónde está Benjamín?”
Consuelo respondió sin dudar: “En el Hotel Luz del Amanecer.”
Manuela murmuró: “¿En serio… entonces está ahí…?”
Hacía un mes que Benjamín no regresaba a casa y nadie a su alrededor quería, o se atrevía, a decirle dónde estaba. Ni siquiera tenía su número de teléfono, por eso, no había tenido la oportunidad de contarle sobre su enfermedad.
Un mes atrás, a Manuela le diagnosticaron cáncer de estómago en etapa terminal. El médico dijo que si se operaba, tenía un 40% de posibilidades de éxito, pero, al fin y al cabo, incluso con la operación, no viviría mucho tiempo, así que lo rechazó, pues de todas formas, estaba sola, sin nadie a quien aferrarse y en lugar de prolongar su vida con medicinas, prefería que todo terminara así.
Había querido irse de allí desde hacía tiempo.
Manuela planeaba ir sola a aquel lugar en la campiña que Benjamín no quiso visitar con ella,
pero
al no haberlo visto aún, siempre había una pizca de insatisfacción en su corazón.
Quería poner fin formalmente a esa relación, por eso había estado esperando, deseaba verlo una última vez, pero no podía encontrarlo.
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Capítulo 1
Pensando en eso, una amarga sonrisa apareció en sus labios.
Al final, iría a ver a su esposo, guiada por la amante de este.
De repente, en un cruce sin semáforos, vio un camión acercarse rápidamente desde la derecha. Despertando de sus pensamientos, los ojos de Manuela se ensancharon, queriendo advertirle a Consuelo que frenara, sin embargo, ya era demasiado tarde.
Gritos mezclados con el estruendo de un impacto resonaron en el cruce, creando un caos total. Unos minutos después, mientras su conciencia se desvanecía, alcanzó a escuchar a alguien hablar: “Sr. Benjamín, ¡hay otra persona en el auto además de la Srta. Consuelo!”
“¡Prioricen a Consuelo!” Exclamó Benjamín.
Luego, Manuela vio cómo forzaban la puerta y sacaban a Consuelo del asiento del conductor.
Esas manos llevaban el mismo anillo de bodas que el suyo.
La familia Guerra, de tan alta reputación, valoraba más que nada su imagen, por eso, a pesar de la desavenencia con Manuela, Benjamín siempre había mantenido la apariencia de un esposo modelo, y por supuesto, llevaba su anillo de bodas todos los días.
Manuela cerró los ojos lentamente, mientras pensaba que a él le importaba más Consuelo, y así, su conciencia se alejó de su cuerpo, y ella dejó de respirar.
No vio la desesperación en el rostro de Benjamín al saber que ella también estaba en aquel
auto.
En la amplia y luminosa sala, el aire acondicionado trabajaba arduamente, cuando de repente, un vaso de agua helada cayó sobre la cabeza de Manuela y esta e estremeció.
El hombre a su lado dejó el vaso vacío ruidosamente sobre la mesa, mientras su melodiosa voz pronunciaba palabras duras: “¿Has despertado? Si no, ve a calmarte en la piscina exterior.” Manuela levantó la cabeza, aturdida y vio al hombre que había amado durante mucho tiempo, mirándola con una expresión llena de ira.
¿No había muerto en un accidente automovilístico? ¿Por qué estaba aquí?
Ella observó a su alrededor y se percató de que había un jarrón roto, frutas esparcidas por el suelo y las almohadas del sofá también estaban tiradas en el suelo, empapadas de agua.
Era evidente que hacía poco alguien había hecho un desastre allí.
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