Capítulo 95
-Esther.
La voz de Samuel la sacó de sus pensamientos. Al levantar la vista, se encontró con su mirada burlona fija en ella.
-Esther, ven aquí -ordenó con falsa cordialidad
Gabriel permanecía de pie, su ceño frunciéndose al observar a Esther en el uniforme de empleada doméstica. La humillación era evidente.
En ese momento, todo cobró sentido para ella. Samuel había invitado a Gabriel deliberadamente, no para negociar, sino para humillarla públicamente frente a sus rivales
comerciales.
-¿Por qué el presidente Bouchard no se sienta? -Samuel dirigió su mirada hacia Esther, su voz cargada de autoridad-. Esther, trae una silla para el presidente Bouchard.
Esther permaneció inmóvil, su rostro una máscara de indiferencia.
-¿Qué esperas? -insistió Samuel-. No descuides a nuestro invitado.
Con movimientos medidos, Esther se acercó a Gabriel y le acomodó una silla. – Presidente
Bouchard, por favor, tome asiento -dijo con tono neutral.
Gabriel aceptó la invitación con dignidad, manteniendo su porte elegante al sentarse.
-Esta debe ser la señorita Montoya, ¿verdad? -intervino Eduardo, su mirada evaluando a Esther-. Ya había visto antes a la señorita Montoya, ciertamente es de una belleza sin igual.
Esther respondió solo con una leve sonrisa, manteniéndose de pie en silencio.
-No importa de qué familia noble provenga -declaró Samuel, mirando directamente a Gabriel-, no es más que una empleada de nuestra familia De la Garza -hizo una pausa calculada. Esther, ve a servirle un vaso de vino al presidente Bouchard y a Eduardo.
Esther frunció el ceño imperceptiblemente. La crueldad de Samuel no tenía limites; claramente
buscaba maximizar su humillación.
-Sí, presidente De la Garza–respondió ella, su rostro una máscara de serenidad.
Con elegancia contenida, sirvió primero a Eduardo, luego a Gabriel.
-Ven aquí -ordenó Samuel.
Esther se acercó a él, quien golpeó ligeramente su copa vacía. Sin palabra alguna, ella le sirvió vino. Era una demostración clara de dominio que Gabriel no podía ignorar.
-Usted sin duda es el gran presidente De la Garza–comentó Eduardo con admiración. incluso la señorita Montoya no se puede resistir a ser su gata.
La sonrisa de Eduardo se ensanchó, mientras Esther guardaba silencio. “Riete“, pensó para si
1/2
17:06
Capitulo 95
misma, “pronto tendrás motivo para llorar“.
Se acercó a Eduardo con movimientos fluidos. -Eduardo, usted es realmente una figura prominente en la industria -comentó con suavidad-. Incluso cuando estaba en casa, solía oír mucho sobre usted.
Con un gesto íntimo y calculado, colocó un trozo de pescado en su plato. -Esto ha sido preparado especialmente por nuestro presidente De la Garza -añadió con una sonrisa sutil-. Es para que Eduardo, tenga buena suerte y abundancia para el año.
-¡Excelente! ¡Excelente! -exclamó Eduardo, claramente halagado por la atención.
Samuel observó cómo Esther se desenvolvía con los socios comerciales, soltando una risa fría. “Definitivamente alguien que no escatima esfuerzos por beneficio propio“, pensó con desdén.