Capítulo 88
El pánico se apoderó repentinamente de Olimpia, su rostro perdiendo todo color mientras una idea cruzaba por su mente.
-¡Es verdad! -exclamó, su voz temblando ligeramente-. ¡La empresa ya le fue entregada a
Esther!
Con movimientos frenéticos, Olimpia sacó el contrato que guardaba en su bolso. -¡Ya hemos firmado el contrato! ¡La empresa ha estado bajo el mando de Esther desde hace días!
Vació el contenido de su bolso sobre la mesa de juntas, sus manos temblorosas hasta que encontró el documento. Existían dos copias del contrato: una en posesión de Esther y la que
ahora sostenía entre sus dedos temblorosos.
Los presentes intercambiaron miradas de asombro al confirmar la autenticidad del documento. -Estamos acabados… ¡El Grupo Montoya realmente está acabado! -una voz anónima rompió
el tenso silencio.
En ese preciso instante, la puerta de la sala de reuniones se abrió de golpe. Esther entró con paso sereno, su figura esbelta proyectando una sombra de autoridad que nadie había notado antes en ella.
Los presentes contuvieron la respiración. Olimpia, como náufrago aferrándose a un salvavidas, corrió hacia ella. -¡Esther! ¡Por fin llegaste! -exclamó con alivio desesperado-. Diles a todos que tú eres la verdadera jefa de esta empresa.
Esther esbozó una sonrisa sutil ante el evidente intento de Olimpia por traspasar la responsabilidad. -Señorita, aquí estoy, ¿no es así? -respondió con calma calculada.
-Señorita Montoya, ¿qué está pasando aquí?
-Es decir, ¿cómo es que la empresa terminó en tus manos?
Los accionistas no ocultaban su descontento. Para ellos, Esther solo era la joven que perseguía a Samuel De la Garza, nunca alguien que se hubiera involucrado en asuntos empresariales.
El momento de tensión fue interrumpido por la entrada del abogado de Esther. Con paso firme, ella tomó su lugar en la cabecera de la mesa.
-La empresa es una herencia de mi padre, y naturalmente debería pasar a mí -declaró con voz clara. Luis Blanco, adelante, explícalo.
-Sí -el abogado avanzó, extrayendo un documento crucial-. Este es el testamento que dejó el presidente Montoya antes de morir, donde claramente establece que la empresa será heredada por su hija, la señorita Esther.
-Esto…
-¿Qué está pasando aquí?
1/2
16:33
Capitulo 88
Los accionistas intercambiaron miradas confusas. La noticia contradecía todo lo que habían asumido sobre la sucesión de Saúl.
Olimpia, por su parte, se mantuvo en silencio. La magnitud de los problemas del Grupo Montoya haría que cualquier heredero enfrentara dificultades enormes.
-Parece que nadie tiene dudas sobre el testamento de mi padre–continuó Esther, girando su mirada hacia Olimpia-. Señorita, supongo que usted tampoco tiene dudas, ¿verdad?
-¡Para nada! ¡Absolutamente ninguna! -Olimpia agitó las manos con energía excesiva, deseosa de librarse de esa responsabilidad ardiente.
-Bueno, entonces todos los problemas actuales de la empresa serán resueltos por mí -declaró Esther con seguridad.
-Señorita Montoya, ¿qué grandes palabras son esas? -protestó un accionista- ¿Cómo vas a resolverlo? ¿Crees que esto es cuestión de unos cuantos millones?
-Exacto, jestamos hablando de una pérdida de miles de millones! ¡Cómo se supone que se solucione tan fácilmente!
-Señorita Montoya, sé que eres una niña rica que nunca ha tenido que preocuparse por el dinero–intervino otro con desdén-, pero los problemas de la empresa no se van a resolver con solo pedir un favor al presidente De la Garza con unas cuantas palabras.
-Creo que lo mejor sería que la señorita Montoya renuncie pronto, o incluso que venda la empresa. ¡Así al menos podríamos liquidar las deudas!
16:33