Capítulo 82
-¡Pfsh! -bufó Esther con desprecio.
Sus ojos cafés lanzaron una mirada fulminante a Samuel. -¡Vete al diablo! -espetó, mientras se dirigía con paso firme hacia el interruptor.
Al encender la luz de la habitación de Samuel, el ambiente se tornó aún más inquietante. La iluminación había sido modificada, tiñendo todo de un rojo intenso y seductor que solo empeoraba la situación.
Al contemplar la escena, el rostro de Esther palideció notablemente. Samuel entrecerró sus ojos grises de manera amenazante, evidentemente el malentendido se hacía cada vez más profundo.
Esther comenzaba a sentir los efectos del perfume embriagador, su cabeza dando vueltas. Con movimientos rápidos, localizó la fuente del aroma y apagó el difusor de esencias. Luego corrió hacia la ventana, abriéndola de par en par.
Las ráfagas de aire frío de la noche invadieron la habitación, disipando gradualmente la fragancia dulzona que flotaba en el aire. Tras respirar profundamente, Esther sintió que su mente se aclaraba un poco.
Samuel también pareció recuperar parte de su lucidez en ese momento, su respiración volviéndose más regular.
-Escucha bien -declaró Esther mirando a Samuel, que seguía atado en la cama-. Esto no tiene nada que ver conmigo.
-Y yo no tengo nada que ver con lo que hay en esta habitación–contestó él, frunciendo el ceño con evidente molestia.
-Ahora te voy a desatar -continuó ella con voz firme-. Ve y tómate una ducha fría, y si vuelves a ponerme una mano encima, yo… -Esther hizo un gesto amenazador con la mano, simulando cortar algo.
El rostro de Samuel se ensombreció aún más al recordar el empujón que Esther le había dado
momentos antes.
-Si entiendes, te suelto -advirtió ella-. Si no, que Bianca venga a desatarte mañana.
-…suéltame primero -cedió Samuel, recuperando algo de cordura.
Solo entonces Esther se acercó cautelosamente para desatarlo. Al aproximarse, Samuel captó su aroma natural, delicado y tentador. Observó su perfil con atención, notando el rubor que teñía sus mejillas, sin saber si era efecto de la droga, pero encontrando en su rostro un encanto irresistible.
-Listo -anunció Esther, liberando el último nudo.
En el segundo siguiente, como poseído por un impulso incontrolable, Samuel extendió su mano
Capítulo 82
hacia ella.
Esther sintió que el mundo giraba violentamente a su alrededor, seguido de un dolor agudo en la comisura de sus labios. Cuando logró reaccionar, su boca estaba inundada por el sabor metálico de la sangre.
Al comprender lo sucedido, Esther empujó a Samuel con todas sus fuerzas y le propinó una sonora bofetada.
-¡Paf! -El golpe resonó en la habitación, dejando a Samuel momentáneamente aturdido.
-¿Te atreves a pegarme? -rugió él cuando se recuperó, sus ojos brillando con furia.
El rostro de Esther se endureció. -¡Samuel, no te pases! -advirtió, su mirada cargada de
desdén.
-¿Yo me paso? -replicó él, furioso-. Tú me has pegado dos veces, ¿quién se está pasando
realmente?
De repente, el sonido de la puerta principal abriéndose los interrumpió. Esther reaccionó instintivamente, cubriendo la boca de Samuel con su mano.
Samuel frunció el ceño con más intensidad, mientras los pasos de alguien subiendo las escaleras resonaban desde abajo.
-Esther… -gruñó él, agarrando su mano con fuerza.
-¡Shh! ¡Cállate! -susurró ella con urgencia.
Los pasos se acercaban cada vez más a la habitación. En un momento de claridad mental, Esther actuó rápidamente, inmovilizando a Samuel contra la cama.
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