Capítulo 74
Al ver la furia contenida en el rostro de Samuel, Marta y Mónica intercambiaron miradas de satisfacción triunfal, saboreando silenciosamente su victoria.
Sabían que aunque Samuel no estuviera enamorado de su prometida, su orgullo jamás permitiría que su mujer tuviera cualquier tipo de contacto íntimo con otro hombre.
-¡Esta vez verán cómo Esther deja de fingir delante de nosotras! -susurró Mónica con malicia apenas contenida.
Sin embargo, Anastasia observaba a Samuel con creciente preocupación. Él nunca había venido personalmente a la escuela a buscar a Esther, mucho menos armando un escándalo para encontrarla.
¿Acaso… realmente…? Anastasia se mordió los labios, negándose a completar ese pensamiento. Esperaba, con todo su ser, estar equivocada.
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Mientras tanto, en el exclusivo restaurante Ballena Azul, a unas cuadras de la escuela, Esther contemplaba la mesa repleta de costosos platillos.
-Presidente Bouchard -comentó con ironía-, si ellas tiraron tu comida, ¿por qué tengo que ser yo quien te invite a comer?
Gabriel, sentado frente a ella con elegancia estudiada, tomó un sorbo de su café antes de responder:
-Lo vi todo.
-¿Viste qué? -preguntó Esther, fingiendo inocencia.
-Vi cómo hiciste que tiraran tu comida a propósito.
Esther continuó cortando su bistec con precisión meticulosa mientras respondía:
-Presidente Bouchard, esas son acusaciones graves. ¿Cómo iba a saber yo que vendrían a
tirar mi comida?
-Estabas parada frente al espejo junto al lavamanos de la cocina -explicó él con calma calculada-. Ya habías visto a Anastasia y las demás a través del reflejo. Los hiciste que te vieran a propósito, todo para armar este escándalo. Supongo que tu objetivo era que vinieran a ajustar cuentas contigo, hacer que la situación escalara, para que toda la escuela supiera que ya no eres la Esther que se somete a Samuel. De igual manera, también era una forma de declarar tu derecho como la futura esposa del Grupo De la Garza, ¿no es así?
Ante las precisas conjeturas de Gabriel, Esther asintió pensativa:
-Eso suena bastante razonable, continúa.
-El restaurante es el mayor punto de chismes de toda la escuela -prosiguió él-, es donde hay
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Capitulo 74
más estudiantes al mediodía y donde las noticias se esparcen más rápido. Debo decir que eres bastante inteligente.
Gabriel levantó su taza de café en un gesto de respeto antes de añadir:
-Pero, ¿todo este esfuerzo solo para decirle a todos que no amas a Samuel y que lo suyo es simplemente un matrimonio de conveniencia?
-No–respondió Esther con serenidad-, todo este esfuerzo es para ampliar las conexiones de la familia Montoya. Ser la prometida de Samuel tiene sus ventajas. Hace tiempo que no venía a la escuela, y en realidad, la escuela es un enorme mercado de negocios. Aquí encuentras todo tipo de personas y familias, ellos son las conexiones. Ahora que la gente de la escuela sabe que soy Esther y la prometida de Samuel, puedo ampliar mi red de contactos.
-Pareces incluso más inteligente de lo que había pensado -comentó Gabriel, depositando su taza sobre la mesa con suavidad.
Esther arqueó una ceja con elegancia.
-Gracias por el cumplido, presidente Bouchard.
En ese preciso momento, el camarero se acercó colocando un elaborado postre en forma de corazón frente a ellos.
-Para ustedes dos anunció con una sonrisa profesional-. Como hoy es el Día de San Valentín, este es un detalle dulce de nuestro restaurante para cada pareja.
-Gracias -respondió Gabriel con cortesía.
Apenas terminó de agradecer cuando los guardaespaldas de la familia De la Garza localizaron el establecimiento. Uno de ellos habló discretamente a través de su auricular Bluetooth:
-Presidente De la Garza, hemos encontrado a la persona. Está a trescientos metros de la escuela, en el Ballena Azul.
Samuel, de pie frente a la entrada de la escuela, frunció el ceño con intensidad. Presionó el botón para apagar su auricular y, con voz gélida, ordenó a sus guardaespaldas:
-Vamos al Ballena Azul.
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