Capítulo 73
Una oleada de estudiantes se precipitó hacia la entrada del comedor, atraídos por el revuelo que se formaba en el exterior.
Samuel descendía de un lujoso automóvil negro, flanqueado por seis guardaespaldas que portaban trajes impecables. Su propia vestimenta, un traje hecho a medida, lucía el distintivo escudo de la familia De la Garza sobre el pecho.
Sus rasgos, finamente esculpidos, no mostraban imperfección alguna, y sus ojos, estrechos y profundos como pozos oscuros, cautivaban a cualquiera que se atreviera a sostenerle la mirada. Su presencia imponente creaba un aura que mantenía a distancia a los extraños.
Los rostros de Marta y Mónica se iluminaron al verlo.
-¡No puede ser otro que el presidente De la Garza! Seguro que viene por Anastasia -susurró
Marta con emoción.
-¿Acaso hay duda? ¡Claramente viene por nuestra Anastasia! ¿Qué iba a querer con Esther?
Era de conocimiento público que Samuel no mostraba el menor interés en Esther. Si ni siquiera la miraba en circunstancias normales, ¿por qué vendría expresamente al colegio por ella?
-Hay mucha gente aquí -comentó Anastasia-, voy a ver qué pasa.
Marta y Mónica, ávidas de chismes, la siguieron de cerca.
-Samu, ¿qué haces viniendo al colegio? -preguntó Anastasia al acercarse.
Samuel frunció ligeramente el ceño al verla. Había venido por Esther; encontrar a Anastasia allí no estaba en sus planes.
-Presidente De la Garza, seguro que vino especialmente por Anastasia. ¡Nosotras ya nos vamos! -exclamó Mónica.
Estaban a punto de retirarse cuando Samuel las detuvo con voz indiferente:
-No es necesario, mi abuela me envió a buscar a Esther para comer -hizo un gesto hacia sus guardaespaldas-, Busquen por aquí.
-Sí, presidente De la Garza -respondieron al unísono.
La sonrisa se esfumó del rostro de Anastasia instantáneamente. Mónica y Marta percibieron la tensión que se apoderó del ambiente.
-Presidente De la Garza–se apresuró a decir Marta, preocupada por la reacción de Anastasia-, si busca a Esther, deberá ir fuera del campus.
Samuel frunció el ceño con mayor intensidad.
-¿Sabes dónde está?
-¡Claro que sí! -respondió Marta-. Se fue a comer con nuestro profesor Bouchard.
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Capítulo 73
-Sí -añadió Mónica, echando más leña al fuego-, ¡incluso se fueron tomados de la mano!
El semblante de Samuel se tornó gélido al escuchar aquello.
-Marta, Moni, idejen de decir tonterías! -interrumpió Anastasia, dirigiéndose a Samuel con voz temblorosa-. La verdad es que el plato de la señorita Montoya se derramó sin querer, por eso el presidente Bouchard la llevó a comer afuera…
-¿Se derramó? -Samuel dejó escapar una risa fría.
¿Cómo iba a derramarse así nada más un plato de comida? Y si se derramaba, ¿no podían simplemente servir otro? La explicación sonaba forzada incluso para el más ingenuo.
-Anastasia, no te esfuerces en cubrir a esa Esther -espetó Marta con indignación. ¡Ella no va a agradecértelo, además de que anda por ahí golpeando a la gente!
Señalando su rostro inflamado, continuó:
-Presidente De la Garza, la relación entre Esther y el presidente Bouchard definitivamente no es común. ¡Con el respaldo del presidente Bouchard, ella se atrevió a golpearme! Presidente De la Garza, mira, ¡mi cara está toda hinchada!
Samuel observó la mejilla enrojecida e hinchada de Marta, su expresión oscureciéndose al constatar la arrogancia y prepotencia de Esther.
-¡Vayan fuera de la escuela a buscar! -ordenó con voz cortante-. Quiero ver cómo Gabriel la está respaldando.
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