Capítulo 64
Esther esbozó una sonrisa sutil, sus labios apenas curvándose mientras comenzaba a responder: -Claro que es…
-¡Claro que es falso! -Una voz potente resonó desde el exterior del salón.
Los presentes giraron sus cabezas hacia la entrada justo cuando la puerta se abrió de par en par. Montserrat De la Garza, con su característica presencia imponente, avanzó hacia el interior con pasos firmes y elegantes.
Esther no pudo evitar que su ceño se frunciera ligeramente. Era extraño ver a Montserrat fuera de casa, ¿qué la había motivado a presentarse hoy? ¿Acaso alguien había filtrado la noticia de su inminente ruptura con Samuel?
Desde el fondo del escenario, Anastasia observó la entrada de Montserrat con una palidez repentina en su rostro perfecto. Todo Cancún sabía lo mucho que la matriarca De la Garza apreciaba a Esther como su futura nuera.
Los flashes de las cámaras no cesaban de iluminar la figura elegante de Montserrat, quien avanzaba con determinación.
-Abuela… Samuel se incorporó con respeto, pero Montserrat lo ignoró deliberadamente, dirigiéndose al espacio entre él y Esther.
Un asistente, atento a la situación, se apresuró a acercarle una silla. Montserrat tomó asiento con gracia y, mirando a Esther con un afecto calculado, le sujetó la mano con firmeza maternal.
-Esta conferencia del Grupo De la Garza -comenzó Montserrat con voz clara y controlada- es para esclarecer el malentendido surgido durante la fiesta de compromiso anterior.
Sus ojos recorrieron la audiencia mientras continuaba: -Durante el compromiso con Samu, sufrí una enfermedad repentina. Él tuvo que correr al hospital, interrumpiendo la ceremonia. Los medios sin escrúpulos especularon maliciosamente y fabricaron rumores de ruptura. Decir que hubo una separación es completamente falso. La conferencia de hoy es para aclarar ese rumor infundado.
Los periodistas intercambiaron miradas de desconcierto ante esta versión de los hechos.
Esther intentó hablar, pero Montserrat apretó su mano con más fuerza, manteniendo una sonrisa perfecta para las cámaras mientras Esther contenía su frustración.
No era que quisiera desafiar a Montserrat abiertamente, pero tampoco deseaba perder esta oportunidad de liberarse de su compromiso con Samuel.
-Hay rumores -intervino un periodista con curiosidad apenas contenida- que sugieren que el presidente De la Garza abandonó la boda porque la señorita Miravalle, su primer amor, intentó suicidarse cortándose las venas. ¿Qué hay de cierto en esto?
-¡Por supuesto que no! -La voz de Montserrat adquirió un filo helado-. Samu y la señorita
Capítulo 64
Miravalle son solamente amigos, nada más. Además, Samu ya está Esther, ¿cómo podría abandonar a su prometida por otra persona?
Las palabras de Montserrat flotaron en el aire con una ironía casi palpable. En todo Cancún era un secreto a voces que Samuel solo tenía ojos para Anastasia. Si no fuera por la férrea oposición de la matriarca a que Anastasia entrara en la familia, probablemente Esther ni siquiera estaría involucrada en esta situación.
Percibiendo el escepticismo en las miradas de los periodistas, Montserrat añadió con calculada dulzura: -Me han informado que la señorita Miravalle está presente hoy. Seguramente vino para aclarar los eventos de aquella noche.
Con un gesto elegante hacia los asistentes, ordenó: -Por favor, inviten a la señorita Miravalle a
subir.
Anastasia, desde su posición, sintió que un escalofrío recorría su espalda al escuchar las palabras de Montserrat.
-Señorita Miravalle, por favor -un empleado la guio hacia el escenario mientras ella luchabal por mantener la compostura.
Los flashes de las cámaras se centraron en su figura esbelta mientras avanzaba. A pesar de que muchos comentaban lo bien que se veían ella y Samuel juntos, las redes sociales no perdonaban: todos sabían que ella era la tercera en discordia.
Era de conocimiento público que, sabiendo que Samuel tenía una prometida, ella había montado un espectáculo cortándose las venas durante la fiesta de compromiso. ¿No era eso una forma desesperada de marcar su territorio?
Las miradas juzgadoras de los presentes hicieron que Anastasia se removiera incómoda, sintiendo cómo su fachada de seguridad comenzaba a resquebrajarse.
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