Capítulo 57
Esther sentía que todo su cuerpo le pesaba como plomo. Las últimas palabras del chofer Juan. Manuel resonaban en su mente como un eco siniestro.
¿Acaso… era obra de Olimpia? Al considerarlo, su rostro se ensombreció instantáneamente. ¡Esa mujer realmente no podía esperar para mover sus piezas!
El chirrido de la puerta al abrirse heló su sangre. En segundos, el rostro astuto y repulsivo de Simón apareció frente a ella.
-Tss, tss, el presidente De la Garza no sabe lo que se pierde. Dejar ir a una belleza como tú por Anastasia, esa perra sin gracia. Si fueras mía, jamás te humillaría frente a todos. ¡Me desvivo por consentirte!
Simón se acercó frotándose las manos con impaciencia. Esther, conteniendo la repugnancia que le provocaba, analizaba frenéticamente sus opciones de escape.
Este no parecía un hotel normal, pero el lujo de sus instalaciones sugería que era un lugar exclusivo para el entretenimiento de los poderosos. En un sitio así, la seguridad sería impenetrable.
¡Escapar de aquí era una fantasía absurda!
-Simón, si te atreves a ponerme un dedo encima… -su voz temblaba de furia contenida.
-¿Qué pasará si te toco? -Simón deslizó un dedo por la mejilla de Esther; esa piel suave estimulaba sus más bajos instintos. ¡Samuel De la Garza ya te descartó! Incluso le pedí su permiso, ¡y me dio luz verde para hacerte mía! Aunque te mate, ja nuestro señor presidente no le importaría!
Al escuchar que Samuel había consentido esto, Esther quedó paralizada. Antes solo pensaba que Samuel la despreciaba, pero jamás imaginó que permitiría algo tan vil.
La náusea subió por su garganta ante este pensamiento.
-¿Quién mencionó a Samuel? -respondió Esther con voz gélida-. Bien sabes que Samuel nunca me ha querido. Pero si me tocas, ¡Montserrat no te lo perdonará!
Al oír el nombre de Montserrat, Simón vaciló visiblemente.
-Montserrat me aprecia muchísimo -continuó Esther, aprovechando su duda-. Si me humillas, ¡la familia Barragán está acabada! Si Samuel escucha tanto a Montserrat, ¿crees que te protegerá?
-¡Esther, no me amenaces con esa vieja! -Simón recuperó su arrogancia-. Ya no eres pura, ¿cómo podría Montserrat dejarte entrar en su casa después? ¿Crees que le importarás
entonces?
-Si no me crees, inténtalo. Al final, el problema será para la familia Barragán.
La firmeza en la voz de Esther hizo dudar a Simón nuevamente.
1/2
16:38
Capitulo 57
En ese momento, unos golpes resonaron en la puerta. Simón abrió para encontrar a un camarero empujando un carrito de servicio, lo que pareció excitarlo aún más.
-Señor Barragán, que disfrute su tiempo, garantizamos su total satisfacción -dijo el empleado con servilismo.
-¡Perfecto! Ahora lárgate. No dejes que nadie se acerque -Simón arrojó unos billetes como propina.
El camarero tomó el dinero y desapareció rápidamente.
Simón se plantó frente a Esther con aire triunfal. -¡Casi me engañas! Este lugar es tan discreto que no dejan evidencia de nada, ¿quién te creería? Sin pruebas, ¿por qué Montserrat enfrentaría a los Barragán por ti, otra perra usada? Y si esto sale a la luz, diré que tú me sedujiste. Al fin y al cabo, tu reputación está por los suelos, entre rogándole al Samuel De la Garza y coqueteando con Gabriel Bouchard. ¡Todos me creerían a mí!
Al ver que su trampa fallaba, Esther mantuvo la compostura. -¿Así que también sabes que le gusto a Gabriel? Hoy, frente a todos, se fue abrazándome. ¡Si me tocas, él no te lo perdonará!