Capítulo 56
Los presentes en la habitación detuvieron sus actividades y dirigieron sus miradas hacia Gabriel, quien se erguía en el umbral del salón privado como una estatua de hielo.
-Pregúntenles a ellos -la voz de Gabriel cortó el aire como una navaja helada.
Samuel frunció el ceño ligeramente, sus ojos grises estudiando la situación.
Jorge observó a los dos individuos que Gabriel había arrojado dentro y los reconoció al instante: eran los secuaces habituales de Simón. -¿Se metieron con el presidente Bouchard? ¡Hablen ya!
Los dos hombres intercambiaron miradas cómplices antes de que uno respondiera con descaro: -¡Es solo cosa de Simón! Hoy Esther ofendió al presidente De la Garza, así que Simón pensó en darle una lección.
En este círculo social, todos conocían la enemistad entre Samuel y Gabriel. Estos dos, alineados con Simón en el bando de Samuel, se sentían protegidos al ver al presidente De la Garza presente.
-Simón nos dijo que su acercamiento a Esther tenía el visto bueno del presidente De la Garza -añadió el otro con arrogancia-. Ahora que Esther lo hizo enojar, Simón quería darle su merecido. ¡Para bajarle los humos! Gabriel, te estás metiendo demasiado en cómo el presidente De la Garza maneja sus asuntos.
El rostro de Samuel se ensombreció peligrosamente mientras todas las miradas convergían en él.
¿Quién en ese círculo no conocía los métodos de Simón? Era bien sabido que forzaba a las mujeres que le atraían y luego las silenciaba con dinero. Antes se contenía solo porque Esther era la prometida de Samuel.
Pero ahora que el compromiso se había roto… nadie hubiera imaginado que el presidente De la Garza realmente permitiría a Simón perseguir a Esther.
Parecía que esta vez Esther había cruzado una línea peligrosa con el presidente De la Garza. ¡Su destino en manos de Simón era aterrador!
Gabriel soltó una risa gélida, cargada de desprecio hacia Samuel. -Así que fue con el consentimiento del presidente De la Garza. Usar tales métodos con mujeres… he aprendido algo nuevo hoy.
Con estas palabras cortantes, Gabriel se dio la vuelta para marcharse.
Los dos hombres, ajenos a la tensión creciente, siguieron provocando. -¿Solo porque su familia Bouchard tiene algo de poder? ¡Se atreven a hacer alarde frente al presidente De la
Garza!
-¡Exacto! Esther es alguien que el presidente De la Garza decidió castigar. Si lo ofendió, ¡ella se lo buscó!
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Capitulo 56
¡BANG!
La copa de cristal en la mano de Samuel estalló antes de que pudieran terminar.
Un silencio sepulcral cayó sobre la habitación.
-Samu… -susurró Anastasia, atónita.
-Se… señor presidente… -los dos jóvenes palidecieron al ver la furia en los ojos grises de Samuel.
-¿Dónde está ella? -la voz de Samuel era puro hielo.
Anastasia nunca lo había visto así, y su inquietud creció como una sombra oscura.
Mientras tanto, en el hotel…
Esther percibió el aroma dulzón y empalagoso que saturaba el aire, un olor que se colaba en sus fosas nasales provocándole náuseas. Luchó por abrir los ojos, encontrándose con un tenue resplandor rojizo. Yacía sobre una cama, en una habitación impregnada de una densa atmósfera de sensualidad barata.
Intentó moverse, pero sus extremidades se negaban a responder.
“¿Qué está pasando…?“, su mente luchaba contra la bruma de las drogas.
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