Capítulo 55
Después de un rato, el chofer de la familia Montoya llegó al lugar.
Esther se sorprendió al ver quién estaba al volante. -¿No le tocaba a Lucas hoy?
-Lucas se enfermo, así que vine a cubrirlo -respondió Juan Manuel con una sonrisa que no llegaba a sus ojos-. Señorita, ¿vamos directo a casa?
-Si–aceptó Esther, su voz revelando el cansancio de la noche-. Vámonos.
-Como diga.
Mientras Juan Manuel conducía, Esther se recargó contra la ventana del auto, sintiendo el peso de los acontecimientos de la noche.
El aire acondicionado zumbaba suavemente en el espacio cerrado del vehículo, pero después de unos minutos, Esther comenzó a sentir una opresión en el pecho. -Juan Manuel, abre la ventana, me estoy mareando.
-Señorita, ya casi llegamos, aguante tantito más -respondió él sin voltear.
Esther sintió que las náuseas aumentaban. Intentó bajar la ventana pero descubrió que el seguro estaba puesto. Fue entonces cuando notó que Juan Manuel se había colocado una mascarilla sin que ella lo percibiera.
Con horror, comprendió que algo andaba terriblemente mal. Trató instintivamente de hacer que Juan Manuel detuviera el auto, pero sus músculos no respondían.
“Esto no está bien“, pensó mientras el pánico la invadía. “¿Me… drogaron?”
-Señorita, solo sigo órdenes, discúlpeme… -la voz de Juan Manuel llegaba distorsionada a sus oídos mientras la oscuridad la envolvía.
Mientras tanto, en Coral Beat, Simón Barragán celebraba en el pasillo con una sonrisa despreciable.
-¡Perfecto! ¡Llévala al hotel! ¡Que nadie se entere! -exclamaba mientras levantaba el puño en señal de victoria.
Había deseado a Esther durante mucho tiempo, pero el compromiso con el Grupo De la Garza lo había mantenido a raya. Ahora era diferente. Jorge ya había sondeado a Samuel, y este había cedido. ¿Qué más podía temer?
-Cuando regreses, agradécele mucho a Olimpia por mí. ¡Le deberé una grande! -colgó el teléfono mientras se frotaba las manos, anticipando lo que consideraba sería una noche placentera.
Momentos después, Gabriel salió de su privado dispuesto a pagar la cuenta cuando escuchó a varios empresarios comentando entre risas maliciosas.
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Capitulo 55
-¿Entonces Simón de verdad secuestró a Esther? ¡Qué bolas tiene!
-¿Qué va a temer? ¿No viste cómo Esther ofendió al presidente De la Garza hoy? A lo mejor hasta le hace un favor al presidente desquitándose así.
Gabriel sintió que la sangre le hervía. Se acercó con paso amenazante. -¿Qué estaban diciendo? -su voz era puro hielo.
-¿Pre… presidente Bouchard? -los hombres palidecieron al reconocerlo.
Mientras tanto, en la fiesta de Anastasia, el ambiente era festivo para todos excepto Samuel, quien bebía solo en su mesa con expresión sombría.
-Samu, ¿de verdad sientes algo por Esther? -preguntó Anastasia, su voz temblando ligeramente.
-¿Cómo crees? -Samuel dio un trago a su bebida, su rostro contraído en una mueca de disgusto-. No digas tonterías.
Anastasia se mordió el labio, dudosa. -Parece que el presidente Bouchard sí tiene
sentimientos sinceros por Esther. ¿Por qué no rompes el compromiso con la familia Montoya?
Samuel aflojó su corbata con irritación. -Ya deja de mencionarme a Esther.
En ese preciso instante, la puerta del privado se abrió de golpe. Samuel frunció el ceño al ver a Gabriel arrojando violentamente a dos hombres dentro.
Jorge se puso de pie, alarmado. -¿Qué traes, Gabriel? ¿Qué más quieres hacer?
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