Capítulo 54
Esther no podía descifrar el juego que Gabriel estaba jugando. Desde que lo conoció, había notado que este hombre tenía un lado oscuro y enigmático bastante marcado.
Los premios que Gabriel ofrecía no le importaban realmente, pero sí ardía en curiosidad por saber cómo había llegado en el momento preciso.
Siguiendo este pensamiento, Esther se acercó a Gabriel y percibió su aroma. -Hueles a alcohol… ¿Acaso vienes de alguna fiesta?
Gabriel asintió con la cabeza, invitándola silenciosamente a continuar con sus deducciones.
Esther frunció el ceño, sus ojos cafés entrecerrados con suspicacia. -Seguramente estabas aquí en Coral Beat, en una reunión de negocios.
-Te equivocas -Gabriel extendió una mano y la agitó frente a ella con gesto teatral-. Error, no hay premio para ti.
-Tú… -antes de que Esther pudiera terminar su frase, Gabriel empujó la puerta de un salón privado.
La escena que encontraron dentro la dejó boquiabierta: todos los profesores del INC estaban reunidos, cantando viejas melodías con entusiasmo.
Los maestros dirigieron su atención hacia los recién llegados.
-¿Profesor Bouchard? ¿Qué significa esto?
-¿Es esta nuestra Esther? -intervino el director académico, acercándose-. Has estado faltando estos días, ni siquiera contestas las llamadas. Sabemos que te vas a comprometer, pero los estudios son lo primero.
El director conocía bien a Esther; después de todo, Samuel era uno de los principales inversores
del INC.
-Con su permiso, director, necesito hablar un momento con esta alumna -dijo Gabriel con una sonrisa educada mientras guiaba a Esther hacia la salida.
Desde que llegaron, Esther había estado tan impactada que las palabras se le atoraban en la garganta. Finalmente, logró articular: -Gabriel, ¿qué clase de broma es esta? ¿Estabas tomando con los maestros del INC?
-Mi querida señorita Montoya, hoy es el Día del Maestro–Gabriel continuó con tono casual-. Como conferenciante invitado en el INC, ¿es tan extraño que me una a una reunión con colegas?
-¡Por supuesto que lo es! -exclamó Esther.
Dado el estatus de Gabriel en Cancún, no solo los profesores del INC, sino incluso el director carecía del peso necesario para invitar a alguien de su nivel a semejante reunión.
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-Está bien–Gabriel la empujó suavemente hacia la salida-. Tu buena amiga todavía te está esperando.
Con esas palabras enigmáticas, Gabriel hizo un gesto como de hacer una llamada telefónica y se marchó con paso elegante.
Esther aún quería una explicación, cuando escuchó la voz preocupada de Clara desde afuera: -¡Esther! ¡Esther!
Esther caminó hacia su amiga, quien al verla ilesa finalmente respiró aliviada. -Menos mal que estás bien. Parece que Gabriel resultó ser de confianza después de todo.
-¿Qué? -Esther giró la cabeza, sorprendida-. ¿Clari, tú contactaste a Gabriel?
-¡Sí! -confirmó Clara-. Estaba aquí afuera muerta de la preocupación cuando vi salir a Gabriel. Le conté que Samuel te había llevado y él entró sin dudarlo.
Así que eso explicaba todo. No era de extrañar que los profesores parecieran tan desconcertados al ver aparecer a Gabriel.
Pero aún quedaba una pregunta sin responder: ¿qué hacía Gabriel asistiendo tan tranquilamente a la reunión del Día del Maestro en el INC?
-Esther, ¿Samuel no te lastimó? -preguntó Clara con preocupación-. ¡No debiste venir hoy! No tienes idea de lo peligroso que fue.
-Clari, estoy bien la tranquilizó Esther-. Ve a casa, no hagas que tus papás se preocupen.
-¿Y tú…?
-Mi auto está aquí. Como tomé algo, esperaré a que venga el chofer de la casa.
Al ver que Esther estaba realmente bien, Clara finalmente asintió. -De acuerdo, pero avísame cuando llegues a tu casa.
-Claro que sí.
Esther observó a Clara alejarse y, solo cuando la perdió de vista, regresó al auto con paso
pensativo.
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