Capítulo 53
La tensión en el ambiente alcanzó su punto máximo cuando el grupo que celebraba el cumpleaños de Anastasia escuchó el alboroto y se dirigió en masa hacia el salón privado donde Gabriel y Samuel se enfrentaban.
Anastasia se abrió paso entre la multitud elegantemente vestida, solo para encontrarse con una escena que jamás habría imaginado: Samuel, Esther y Gabriel en un tenso enfrentamiento. Su expresión perfectamente maquillada se ensombreció. Cualquiera con dos dedos de frente podía ver lo que estaba sucediendo: Samuel y Gabriel, dos de los hombres más poderosos de Cancún, disputándose a Esther.
-Samu, ¿qué está pasando? -Anastasia luchó por mantener la compostura mientras preguntaba-. La señorita Montoya… ¿no se había marchado ya? Y el presidente Bouchard…
Más que la tensión entre Samuel y Gabriel, la alta sociedad presente ardía de curiosidad por la aparente cercanía entre Gabriel y Esther.
Después de todo, Gabriel era conocido por su legendaria indiferencia hacia las mujeres, y Esther había hablado tan mal de él en público que incluso había provocado rumores sobre la orientación sexual de Gabriel, todos iniciados por ella misma.
En teoría, Gabriel y Esther deberían repelerse como el agua y el aceite. Sin embargo, ahí estaban, juntos y aparentemente… bastante cercanos.
-La señorita Miravalle hace una excelente observación -intervino Gabriel con tono mordaz-. Esther debería haberse retirado ya, ¿quién la trajo aquí? Presidente De la Garza, ¿tiene algo que decir al respecto?
Las palabras de Gabriel eran indirectas, pero el mensaje era claro como el cristal: Samuel había arrastrado a Esther a ese salón privado. ¿Y para qué? Eso era un secreto a voces.
Anastasia se mordió el labio, un gesto que traicionaba su ansiedad. -Samu, ¿es verdad?
Ante la pregunta de Anastasia, Samuel frunció el ceño sin pronunciar palabra. Jorge, percibiendo el peligro, intervino rápidamente: -Samuel citó a la señorita Montoya para una conversación privada sobre la conferencia de prensa de mañana. Gabriel, no confundas a la gente con tus insinuaciones.
-El señor Muñoz tiene toda la razón -Gabriel chasqueó los dedos con una sonrisa burlona-. Exactamente, la conferencia de prensa de aclaración. Mañana a las diez, el presidente De la Garza y Esther anunciarán la cancelación de su compromiso.
Gabriel se giró hacia Anastasia con una sonrisa afilada. -Felicidades, señorita Miravalle, finalmente llegó su turno.
Las palabras de Gabriel, aunque aparentemente inocuas, cortaban como navajas.
Todos los ojos se clavaron en Anastasia. Ella, que siempre se había considerado superior,
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ahora era señalada como la otra mujer. No solo su expresión se descompuso, sino que su cuerpo comenzó a temblar involuntariamente.
-Esther, nos vamos -Gabriel rodeó la cintura de Esther con gesto posesivo y se dirigió hacia la
salida.
Ninguno de los herederos ni las damas de sociedad que habían acudido al cumpleaños de Anastasia se atrevió a interponerse, ni siquiera a musitar una palabra.
-Samu… -susurró Anastasia, observando cómo la expresión de Samuel se oscurecía por
momentos.
De repente, Samuel estrelló una botella de vino contra el suelo con violencia. Los fragmentos de cristal se esparcieron como esquirlas de hielo.
La multitud contuvo el aliento. ¿Quién, en todos estos años, había logrado enfurecer tanto al imperturbable Samuel De la Garza?
Esta Esther, provocando por un lado al presidente De la Garza y por otro a Gabriel… su juego en ambos bandos rayaba en la locura.
Mientras seguía a Gabriel hacia la salida de Coral Beat, Esther mantuvo el rostro tenso.
-¿Cómo supiste que estaba aquí?
Gabriel se detuvo y respondió con otra pregunta, su voz teñida de diversión: -¿Quieres saberlo? ¿Por qué no lo adivinas? Si aciertas… te daré un premio.
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