Capítulo 36
-Samu, felicidades. Con la adquisición de Bahía Dorada, el Grupo De la Garza esta vez sacará una buena tajada comentó Anastasia con entusiasmo, sin percatarse de cómo el semblante de Samuel se tornaba cada vez más sombrío.
Frente a ellos, Esther exhibía una sonrisa triunfal mientras brindaba con champán junto a Gabriel.
La escena resultaba particularmente irritante a los ojos de Samuel.
-Presidente De la Garza, ¿qué vamos a hacer ahora? -susurró Bianca, desconcertada.
No esperaba que Gabriel se retirara de la puja. Apenas hace unos días parecía decidido a conseguir ese terreno a cualquier precio.
¿Qué lo había hecho cambiar de opinión tan repentinamente?
-¿Qué vamos a hacer? -replicó Samuel con amargura-. Este golpe lo asume el Grupo De la
Garza.
Se incorporó con expresión sombría, sin rastro de su habitual sonrisa confiada. Algo no
cuadraba en todo esto.
¡Tenía que ser obra de esa mujer, Esther!
-¡Samu! -Anastasia intentó seguirlo y en un impulso lo agarró del brazo.
Samuel se soltó bruscamente.
-Tú vete a casa -le ordenó con frialdad.
Anastasia se quedó paralizada. Cuando reaccionó, Samuel ya había desaparecido.
Jamás… jamás la había dejado atrás de esa manera.
Fuera del salón, Samuel ordenó con el rostro tenso:
-¡Traigan a esa mujer Olimpia aquí!
-Sí, presidente De la Garza.
Una hora después, en la oficina del Grupo De la Garza, dos guardaespaldas empujaron a Olimpia al interior. Al ver la expresión de Samuel, palideció.
-Se… señor presidente… ¿qué sucede? ¿Esther le ha causado algún disgusto?
-¡Déjate de teatro!
La voz de Samuel cortó el aire como un látigo.
-¿Qué relación hay exactamente entre Esther y Gabriel?
-¿Qué?
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Capitulo 36
¿Esther y Gabriel? ¡Qué relación podrían tener!
-Presidente De la Garza -se apresuró a decir Olimpia-, si Esther está causando problemas, yo me encargaré de reprenderla en casa. Por favor, tranquilícese. La alianza entre nuestras familias es clara como el agua.
-¡Basta de tonterías! La parcela de Bahía Dorada era una trampa. ¿Fuiste tú quien le pasó la información a Esther?
-Yo… yo… ¡le juro que no! ¡No sé nada sobre Bahía Dorada! ¡De verdad! Presidente De la Garza, esto tiene que ser un malentendido.
-¿Malentendido? -Samuel soltó una carcajada helada-. Apenas te pidió que vinieras a disculparte y de inmediato se unió a Gabriel. ¿También es un malentendido?
-Presidente De la Garza, debe ser un error de esa niña. ¡No se preocupe! Mañana mismo la traigo para que le explique todo. Gabriel, por más influencia que tenga en Cancún, ¿cree que puede desafiarlo a usted? Ahora mismo la llamo para que regrese a casa.
Olimpia sacó su celular con manos temblorosas.
Mientras tanto, en el restaurante, Esther miraba su teléfono vibrar antes de rechazar la llamada con gesto indiferente.
Gabriel, sentado frente a ella, comentó con evidente interés:
-Hoy me ayudaste a jugarle una broma a Samuel, poniéndote de mi lado. Dudo que te lo vaya a perdonar tan fácilmente.
-Presidente Bouchard, el enemigo de mi enemigo es mi amigo -respondió ella con una sonrisa enigmática-. Espero que nuestra cooperación sea fructífera de ahora en adelante.
-Por una cooperación fructífera -asintió Gabriel, alzando su copa.