Capítulo 35
Desde conseguir patrocinios para la empresa de Samuel hasta cuidar devotamente de Montserrat, preparando caldos caseros para él, Esther no solo había buscado entender cada uno de sus gustos, sino que había llegado a controlar hasta el más mínimo detalle de su vida cotidiana. Desde los minutos exactos que Samuel pasaba en la ducha hasta la cantidad precisa de papel higiénico que utilizaba.
-Presidente Bouchard, espere y verá -murmuró Esther con una sonrisa enigmática-. Esta noche será testigo de su gran triunfo.
Sin más preámbulos, vació de un trago la copa de champán que tenía a su lado.
Cuando el subastador finalmente llegó al terreno estrella:
-El terreno de Bahía Dorada, en las afueras de la ciudad, sesenta mil metros cuadrados. ¡El precio inicial es de trescientos millones!
Gabriel frunció el ceño con suspicacia. Era exactamente lo que Esther había predicho.
Los precios en las subastas siempre se decidían en el momento, jamás se filtraban antes. No había forma de que Esther pudiera conocer el precio inicial de este terreno.
¿Podría ser… que toda esta subasta de Bahía Dorada fuera una elaborada trampa de Samuel?
-¡Quinientos millones!
-¡Ochocientos millones!
-¡Mil millones!
Apenas comenzó la puja, se desató una feroz competencia por el terreno.
Los rumores sobre su potencial de revalorización, que podría alcanzar hasta cinco mil millones en el futuro, habían despertado el interés de todos.
Viendo que Gabriel seguía observando calculadoramente, Esther tomó su paleta y la alzó:
-¡Dos mil millones!
Gabriel le lanzó una mirada penetrante.
-Qué fácil ofertar cuando no es tu dinero el que está en juego.
-Por supuesto -respondió ella con descaro.
Como era predecible, Samuel alzó su paleta:
-Tres mil millones.
El salto de mil millones dejó a la mayoría reticentes a continuar. En ese momento, Gabriel intercambió una mirada retadora y rápidamente intervino:
-¡Tres mil quinientos millones!
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Capitulo 35
-Cuatro mil millones -contraatacó Samuel, incrementando la apuesta.
Los murmullos se intensificaron entre los presentes. Seguir elevando el precio parecía
temerario.
Los rumores indicaban que el potencial de valorización apenas rozaba los cinco mil millones.
Justo cuando todos contenían el aliento esperando la siguiente oferta de Gabriel, este levantó la mano con un gesto cortés, cediendo el terreno a Samuel.
La sonrisa se borró instantáneamente del rostro de Samuel.
Gabriel… ¿se había retirado?
-¡Presidente De la Garza! -Bianca, a su lado, perdió completamente la compostura.
El terreno de Bahía Dorada había sido una trampa cuidadosamente preparada para Gabriel.
Pero contra todo pronóstico, no había caído en ella.
Esther esbozó una sonrisa discreta, recordando.
En su vida pasada, Gabriel efectivamente había caído en la trampa al adquirir el terreno. Bahía Dorada resultó no tener el valor prometido – lejos de alcanzar los cinco mil millones, ni siquiera valía mil quinientos.
La pérdida neta para Gabriel había sido devastadora, mientras Samuel aprovechaba la oportunidad para presionar al Grupo Bouchard.
Pero esta vez… Samuel se había excedido.
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