Capítulo 26
-Si la señora ya lo prometió, entonces que la señora misma lo resuelva.
Esther se dirigió a una de las sirvientas que esperaba cerca:
-Minerva, por favor reserva un hotel para la señorita Elizondo. Puede quedarse todo el tiempo que guste, pero es importante establecer quién manda aquí -giró levemente hacia la recién llegada-. ¿Señorita Elizondo, verdad?
Esther no pasó por alto la mirada calculadora que Paula le había lanzado momentos antes.
Al escucharla, Paula mostró una expresión de pánico y buscó auxilio en los ojos de Olimpia.
-¡Pero qué te has creído, Esther! -explotó Olimpia, indignada-. ¿Ya te sientes la dueña y señora antes de tiempo? ¿Se te olvidó quién ha llevado las riendas de esta casa todo este tiempo? ¿No te da pena?
-Señora Montero, la familia Montoya siempre ha estado bajo mi mando -respondió Esther con voz firme. Por consideración a su posición como miembro mayor de la familia, le permití encargarse de los asuntos domésticos, pero no se tome tan en serio el papel de dueña. Si no quiere que Paula se vaya, entonces tendré que pedirles a ambas que se retiren.
—¡Tú…!
-¡Lo siento mucho! Es mi culpa -intervino Paula apresuradamente-. Señorita Montoya, llegué sin invitación, discúlpeme. Me retiro ahora mismo.
-¡Niña, eres demasiado sumisa! -Olimpia fulminó a Esther con la mirada-. No como otras, que son amargadas y sin corazón.
Esther ignoró el comentario y se dirigió nuevamente a la sirvienta:
-Minerva, acompaña a la señorita Elizondo al hotel. Cuando se canse de estar allí, puedes llevarla de regreso a su casa.
-Sí, señorita.
Minerva se acercó a Paula, quien a pesar de su expresión sombría, la siguió hacia la salida. Sabía perfectamente que si no se marchaba hoy, probablemente nunca tendría otra oportunidad en la gran ciudad.
Olimpia se apresuró tras ellas:
-Pauli, no te preocupes. Tía siempre cumple lo que promete. En unos días te conseguiré un lugar en el INC, confía en mí.
Los ojos de Paula se iluminaron con gratitud:
-Gracias, tía Olimpia.
Una vez que Paula se marchó, Olimpia regresó y gritó deliberadamente hacia el piso superior
Capitulo 26
donde se encontraba Esther:
-¡Si alguien es demasiado orgullosa para complacer al presidente De la Garza, siempre habrá otras dispuestas a hacerlo! ¡Cuando alguien más se lo gane, espero que cierta persona no se arrepienta!
Desde su habitación, Esther no pudo contener una risa irónica. Desde el momento en que vio cómo Olimpia había vestido a Paula, comprendió perfectamente sus intenciones.
Pero si Samuel fuera tan fácil de manipular, no sería Samuel.
A la mañana siguiente, Esther rompió su rutina y decidió regresar a la escuela.
Clara, su mejor amiga, pasó personalmente a recogerla. Mientras conducía, preguntó con curiosidad:
-¿No te habías tomado un año sabático? ¿Por qué insistes en ir a la escuela en vez de descansar en casa?
-No tengo opción, la empresa necesita dinero.
-¿Qué? ¿Tu empresa necesita dinero? Entonces la mía debería declararse en bancarrota de una vez -Clara frunció el ceño confundida-. Espera un momento… si la empresa necesita dinero, ¿qué haces yendo a la escuela? La escuela solo sabe sacarte dinero, ¿desde cuándo se volvió una obra de caridad?
-No lo entenderías. Ya lo verás cuando lleguemos.
Esther había visto el anuncio: hoy Gabriel Bouchard, líder del Grupo Bouchard, daría una conferencia como invitado especial.
Gabriel, en su vida anterior, había sido el archienemigo de Samuel. Ambos se habían enfrentado en una lucha despiadada.
En esa otra vida, por su amor hacia Samuel, terminó detestando a Gabriel y criticándolo públicamente en varias ocasiones.
Pero en esta vida, ¡Gabriel sería su salvación!
El auto se detuvo frente a la escuela. Clara siguió a Esther mientras corrían hacia el séptimo piso del edificio uno.
Al llegar, Gabriel llevaba más de diez minutos hablando. La atmósfera en el auditorio era electrizante.
Clara, observando desde la entrada, suspiró:
-Se siente el ambiente académico… Parece que llegamos tarde…
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