Capítulo 195
“No puedo permitir que Esther se salga con la suya y se lleve a Samuel“, pensó Anastasia mientras sus dedos temblorosos buscaban un número familiar en su celular. La determinación
brillaba en sus ojos verdes mientras marcaba.
-Oye, necesito que regreses -su voz denotaba urgencia-. Tengo un favor que pedirte.
Al caer la tarde, Samuel regresó a la casa de la familia De la Garza. El ambiente lo recibió con una atmósfera inusual: solo una lámpara iluminaba tenuemente el salón, mientras que desde el piso superior llegaba el incesante ruido de muebles siendo arrastrados.
Samuel frunció el ceño, la irritación visible en su rostro.
-¿Aún no han terminado? -preguntó con tono cortante.
-La señorita Montoya es muy exigente -explicó Bianca, intentando mantener su compostura profesional-. Hemos cambiado los muebles tres veces solo esta tarde.
-¿Y dónde está ella?
-Quizás… esté supervisando -respondió Bianca con evidente incomodidad.
-¿Supervisando? ¿Qué puede estar supervisando?
Con el rostro tenso y los músculos rígidos, Samuel subió las escaleras. Estaba determinado a descubrir qué nuevo juego estaba tramando Esther.
Apenas alcanzó el último escalón, una nube densa de polvo blanco lo envolvió por completo. El maestro de muebles, horrorizado por el incidente, se apresuró a disculparse:
-Presidente De la Garza, lo siento muchísimo. La señorita Montoya pidió repintar las paredes,
y pues…
Samuel, ahora cubierto de polvo blanco, sintió cómo su expresión se ensombrecía aún más. Avanzó unos pasos y la voz de Esther llegó clara desde la habitación:
-Así es, un poco más a la izquierda -ordenaba mientras mordisqueaba despreocupadamente una manzana-. Pongan la cama justo aquí.
-¡Esther! -la voz de Samuel retumbó como un trueno.
Ella giró la cabeza con estudiada casualidad, encontrándose con los ojos oscurecidos de Samuel en el marco de la puerta.
-¿Presidente De la Garza? ¡Qué coincidencia! -sonrió con fingida inocencia. ¿También vino a supervisar?
-¿Supervisar? -Samuel casi se ríe por lo absurdo de la situación. ¿Cómo se atrevía a decir esc después de convertir la casa en una zona de desastre?
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Capitulo 195
-Presidente De la Garza, lo siento mucho -se disculpó Esther con falsa preocupación mientras se acercaba sosteniendo un cubo de cal-. ¿Es demasiado sofocante?
Samuel retrocedió instintivamente dos pasos al ver el polvo de cal.
-Aplicar yeso es muy divertido -continuó ella con tono juguetón. ¿Quiere intentarlo, presidente De la Garza?
-¡Esther! ¡Aléjate de mí! -Samuel se cubrió la nariz y la boca, su ceño fruncido revelando su disgusto absoluto.
Satisfecha al ver el efecto logrado, Esther adoptó un tono conciliador:
-Presidente De la Garza, aunque dije que no necesitaba decoración, no me gusta el color de las paredes, así que dejé que los decoradores las pintaran. No se moleste -hizo una pausa calculada-. Por cierto, si quiere cenar, solo baje. Vi que la niñera preparó algunos platos antes de irse, con calentarlos bastará.
-Presidente De la Garza, mejor vámonos -sugirió Bianca con preocupación-. El polvo aquí es un poco excesivo.
Esther mantuvo su sonrisa cortés hacia Samuel, aunque sus ojos brillaban con satisfacción estratégica. Samuel abandonó la puerta de la habitación con el rostro sombrío, mientras la
sonrisa de Esther se desvanecía lentamente.
“¡Qué divertido!“, pensó con ironía. “¿Intentar competir conmigo?”
Conociendo la manía de Samuel por la limpieza y su naturaleza obsesiva, Esther sabía que después de ver la habitación en ese estado, probablemente nunca querría volver a entrar.
Tal como esperaba, Samuel se retiró directamente a su habitación para ducharse. Bianca permaneció en la puerta, esperando pacientemente.
Transcurrió una hora completa antes de que Samuel emergiera de su habitación, aún
olisqueando su ropa con disgusto. Solo después de asegurarse de que no quedaba ni un rastro de cal en su cuerpo, dio sus instrucciones:
-Preparen dos extractores de aire para dispersar el olor en la habitación -ordenó con
irritación. No sé qué usó Esther, pero todo el pasillo apesta.
-Sí, presidente De la Garza -respondió Bianca, retirándose rápidamente para cumplir con la
orden.
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