Capítulo 163
Esther, al volverse, distinguió la silueta de Samuel aproximándose en la penumbra del campus. Su figura alta y autoritaria se recortaba contra las luces nocturnas.
-No hace falta que el presidente Betancourt se meta en los asuntos de la familia De la Garza -pronunció Samuel con voz gélida.
Al escuchar esas palabras, Alfonso permaneció en silencio. Con un simple gesto de su mano, Jaime retiró la suya del agarre sobre Saúl.
La esperanza iluminó brevemente el rostro de Saúl, creyendo que Samuel había venido en su auxilio. Sin embargo, antes de que pudiera regocijarse, Bianca se adelantó y le propinó otro certero puñetazo que lo hizo trastabillar.
Los dos amigos de Saúl, jamás expuestos a tal nivel de violencia, intentaron huir despavoridos. No obstante, los hombres de Samuel, entrenados y eficientes, los capturaron sin dificultad y los arrastraron de vuelta.
Alfonso liberó el brazo de Esther y la empujó suavemente hacia Samuel. -Ocúpate tú mismo de los asuntos de tu familia De la Garza -declaró con desdén antes de dar media vuelta y alejarse.
Jaime siguió de cerca a su jefe, no sin antes lanzar una mirada glacial hacia Samuel. Era evidente que ni el sirviente ni su amo tenían al presidente De la Garza en alta estima.
-¿Qué está pasando aquí? -demandó Samuel, su voz cortante como el filo de una navaja.
Observó a Esther, quien presentaba un aspecto lamentable: cubierta de barro de pies a cabeza, con las manos sucias y el cabello revuelto. Sus normalmente impecables ropas estaban
hechas un desastre.
Esther dirigió una mirada despectiva hacia los tres hombres sometidos en el suelo. -Aparte del que se desmayó, me intentaron secuestrar–declaró sin rodeos-. Incluso intentaron violarme.
El rostro de Saúl perdió todo color ante la cruda acusación. Samuel frunció el ceño, sus ojos grises oscureciéndose peligrosamente.
Los cautivos, dominados por el pánico, comenzaron a hablar atropelladamente. -¡Presidente De la Garza! ¡Esto no tiene nada que ver conmigo! ¡Todo fue idea de Saúl! -exclamó uno.
-¡Sí, sí, nosotros intentamos detenerlo, pero Saúl no nos escuchó, no teníamos otra opción!
-Presidente De la Garza, esto es un asunto de su familia, ¡por favor déjenos ir!
Observando el patético espectáculo de culpas y excusas, Samuel mantuvo su expresión impasible. -Tú te encargas -ordenó con frialdad.
-Sí–respondió Bianca, avanzando hacia los tres hombres que temblaban visiblemente.
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Capitulo 163
Con eficiencia profesional, Bianca convocó a varios hombres que procedieron a golpear a los agresores, asegurándose de documentar todo en video.
-Ven conmigo -indicó Samuel a Esther.
Ella lo siguió en silencio hasta la entrada de la escuela, donde Samuel se detuvo abruptamente, provocando que Esther chocara con su espalda.
-¿A quién contactaste primero cuando sucedió esto? -inquirió con tono cortante.
-¿Yo? -Esther frunció el ceño, desconcertada por la pregunta aparentemente fuera de lugar.
-Cuando sucedió esto, el primero al que contactaste fue a Alfonso, ¿cierto?
-…-Esther guardó silencio, incapaz de comprender la lógica tras el interrogatorio de Samuel. ¿Qué importaba a quién hubiera contactado? Incluso si hubiera sido Alfonso, eso no tenía relevancia para Samuel.
-Presidente De la Garza–respondió finalmente con firmeza-, te respondo seriamente, no contacté al presidente Betancourt.
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