Capítulo 157
-¡Si el presidente Betancourt no tiene intención de cooperar, entonces no hay más de qué hablar! -exclamó Anastasia con voz temblorosa de indignación.
Con un movimiento brusco que contradecía su habitual elegancia, tomó el acuerdo de transferencia de terreno y abandonó el restaurante, el sonido de sus tacones resonando contra
el suelo de mármol.
El rostro de Esther se ensombreció mientras observaba la salida dramática de Anastasia. -¡Alfonso, ¿qué estás haciendo?! -demandó, sus ojos café oscuro brillando con frustración.
Alfonso, manteniendo su característica calma, tomó un sorbo de vino tinto con estudiada elegancia. La realidad está frente a tus ojos, ¿acaso no te lo había dicho ya? -respondió con tono despreocupado.
-Intenté ayudarte a conseguir ese terreno, y tú, en vez de agradecer, lo arruinas todo y hasta haces que la persona se vaya, ¿realmente no lo quieres? -replicó Esther, la incredulidad
evidente en su voz.
-Exactamente, no lo quiero -confirmó él con una tranquilidad exasperante.
—¡Tú…! —Esther apretó los puños bajo la mesa.
Alfonso continuó cortando su filete con precisión meticulosa. -Este filete está bastante bueno, señorita Montoya, ¿le gustaría probarlo? -ofreció con una sonrisa enigmática.
-¡Estoy llena de tu aire! -espetó Esther, quien jamás había encontrado a alguien tan desagradecido.
“¿Cómo puede existir alguien tan tonto que rechace un terreno valorado en mil millones?“,” pensó mientras observaba con incredulidad la escena desarrollándose frente a ella.
Con un gesto sutil, Alfonso le indicó a Jaime que retirara los utensilios de Anastasia. -Aunque la cooperación con Anastasia no se concretó, podríamos hablar de nuestra propia colaboración -sugirió con voz sedosa.
-¿A qué te refieres? -Esther se tensó instantáneamente, sus sentidos en alerta máxima.
-Recuerdo que la familia Montoya también tiene un terreno en el centro de la ciudad, ¿verdad? -inquirió Alfonso, su mirada penetrante fija en ella.
-¿Qué si lo tenemos? -respondió Esther cautelosamente.
-Tengo toda la información sobre ese terreno, así que planeo comprar el terreno de la familia Montoya.
La sorpresa dejó a Esther momentáneamente sin palabras. -Ese terreno de mi familia Montoya es muy caro -advirtió, intentando disuadirlo.
-Di un precio, no importa cuánto pidas, lo compraré por diez veces su valor -declaró Alfonso con absoluta seguridad,
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Capítulo 157
Un escalofrío recorrió la espalda de Esther al escuchar esas palabras tan familiares. “¿Qué está pasando?“, se preguntó. “¿No debería estar persiguiendo a Anastasia, ofreciendo precios exorbitantes por su terreno?”
-Ese terreno… vale entre setecientos y ochocientos millones -murmuró Esther, evaluando su
reacción.
-Entonces te daré diez millones -respondió sin titubear-. En tres días, quiero ver el acuerdo de transferencia de terreno frente a mí.
Alfonso dejó su copa de vino con un movimiento elegante. -El filete está listo para ti, señorita Montoya, nos vemos en tres días -se despidió mientras se levantaba de la mesa.
Esther observó atónita cómo Alfonso se marchaba, su mente intentando procesar lo sucedido. “¿Diez millones por un terreno? ¿Acaso tiene tanto dinero que le sobra?”
De repente, la realización la golpeó como un rayo. “¡Esto es lavado de dinero!“, pensó
horrorizada.
-¡Alfonso! ¡Detente! -gritó mientras corría hacia la salida.
Pero era demasiado tarde. Alfonso ya se había subido a su automóvil, y mientras el vehículo se alejaba, Esther sintió la frustración bullir en su interior. “¡Maldito Alfonso! Y ella que pensaba que tenía buenas intenciones… ¡Solo quería arrastrarla en sus negocios turbios!”
Con dedos temblorosos, Esther sacó su celular para llamar a Samuel, pero antes de que pudiera marcar, un dolor agudo la paralizó. Unas manos fuertes le cubrieron la boca y la nariz con violencia.
-¡Mmm! -su grito ahogado se perdió en la noche mientras intentaba liberarse del agarre de su
atacante.
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