Capítulo 145
En su vida anterior, en la fiesta de cumpleaños se había desatado un escándalo que solo logró que Samuel la detestara aún más. En aquella ocasión, al no haber conseguido ganarse el afecto de Samuel, Olimpia no se había atrevido a ir demasiado lejos con sus demandas.
Pero ahora todo era diferente. Esther se había mudado a la casa de la familia De la Garza, y esc había envalentonado a Olimpia, quien creía tener la victoria asegurada. Sus acciones se volvían cada vez más descaradas y desmedidas.
-Señora -intervino Esther con voz calculadamente suave-, recuerdo que el año pasado, en mi cumpleaños, ni siquiera lo celebramos. En ese momento, usted le dijo a papá que, siendo una chica joven, no debería apresurarse a estar en el centro de atención. ¿No es así?
Olimpia, sin una pizca de vergüenza, respondió con aire indignado:
-¿Cómo puedes comparar a los chicos con las chicas? -su voz destilaba condescendencia-. Además, ahora que ya te has llevado la empresa, ¿qué va a ser de tu hermano en el futuro? ¿No debería asistir a más de estas fiestas para conocer a personas importantes? -hizo una pausa dramática antes de agregar su carta final-. Si no estás de acuerdo, iré a pedirle al presidente De la Garza, ¡seguro que me dará la cara por ser su futura suegra!
Una risa fría escapó de los labios de Esther. “¿Suegra?“, pensó con ironía. Probablemente solo Olimpia se veía a sí misma en ese papel. Samuel nunca la había considerado de esa manera.
Entonces, señora, vaya y pídale a Samuel, a ver si él acepta -respondió Esther antes de colgar abruptamente el teléfono.
Clara, que había estado observando la conversación con creciente curiosidad, se inclinó hacia su amiga.
-¿Qué te dijo ahora? -preguntó con urgencia en su voz.
-Quiere organizar una fiesta de cumpleaños para Saúl y hacerla en El Salón Real.
-¿¡Qué!? -los ojos de Clara se abrieron como platos.
El asombro en su rostro era evidente. Incluso para su adinerada familia, conseguir una reservación en El Salón Real representaría un desafío considerable.
-Para entrar a El Salón Real hay que ser selecto en cuanto a quién eres -comentó Clara, meneando la cabeza con incredulidad-. ¡Esa vieja bruja realmente tiene grandes aspiraciones! -Ella dijo que iría a buscar a Samuel -respondió Esther con una sonrisa enigmática-, entonces déjala ir, al final, la que va a quedar mal no soy yo.
Esther conocía perfectamente bien a su hermanastro Saúl, ese inútil que no podía mantenerse en pie por sí mismo. Organizar un evento tan ostentoso para su cumpleaños probablemente terminaría con él completamente ebrio, sin saber ni dónde estaba parado, avergonzando públicamente a Samuel.
Capítulo 145
-Déjalo, vamos a clase -concluyó Esther, tomando del brazo a Clara.
Mientras tanto, en otro lugar, Bianca se acercaba a Samuel con información sobre la investigación.
-Presidente De la Garza, ya me he informado bien -reportó con cautela-. La señorita Elizondo dijo que probablemente se equivocó.
La respuesta no satisfizo a Samuel. Sus ojos grises se entrecerraron con suspicacia. “¿Se equivocó? ¿O fue a propósito?“, estas preguntas martilleaban en su cabeza, provocándole una punzada de dolor.
-Olvidémoslo, volvamos a la empresa ordenó con un gesto de fastidio.
Samuel frunció el ceño mientras subía al auto que lo llevaría a INC. Apenas se había acomodado cuando su teléfono comenzó a sonar. Al ver el nombre de Olimpia en la pantalla, contestó con evidente impaciencia.
Del otro lado de la línea, la voz de Olimpia surgió en un lloriqueo teatral:
-¡Presidente De la Garza, esta Esther es realmente insensible!
-Ve al grano–cortó Samuel secamente. No tenía tiempo ni paciencia para los dramas de Olimpia.
-Le pedí que organizara una fiesta de cumpleaños para su hermano -se apresuró a explicar Olimpia-. ¡Y ni siquiera le importa! Presidente De la Garza, realmente tienes que disciplinar a tu futura esposa, jahora está siendo más desobediente que nunca!
Sus palabras quedaron flotando en el aire, mientras Samuel apretaba con fuerza el teléfono, su rostro oscureciéndose ante la mención de “futura esposa“.
