Capítulo 12
Por la tarde, el teléfono de Montserrat sonó. Era una llamada para Esther.
Mientras se dirigía a la mansión De la Garza, Esther reflexionaba sobre la compleja relación entre Montserrat y Anastasia.
Era bien sabido que a Montserrat no le agradaba la joven Miravalle, a pesar de su posición como heredera de una de las familias más importantes de la ciudad.
La belleza de Anastasia era legendaria en Cancún. Con su cabello dorado que caía en ondas perfectas hasta media espalda, su rostro de rasgos delicados y simétricos, y ese porte naturalmente elegante que la distinguía, Anastasia encarnaba el ideal de la aristocracia.
Sin embargo, para Montserrat, ni siquiera esa belleza casi etérea ni su distinguida presencia eran suficientes, pues no veía en ella más que una huérfana demasiado orgullosa que había heredado el apellido Miravalle.
Ni siquiera el considerable patrimonio familiar en manos de Anastasia había logrado suavizar el desdén que Montserrat sentía, alimentado por antiguas rencillas entre ambas familias.
Montserrat consideraba que Anastasia era una farsante, alguien que pretendía ser algo que no era. Por eso siempre se opuso a la relación entre Samuel y ella.
En cambio, Montserrat veía en Esther todas las cualidades ideales: obediencia, sensibilidad y un linaje familiar intachable. En su mente, Esther reunía el temperamento, la apariencia y la educación perfectas para convertirse en la señora del Grupo De la Garza.
-Aunque claro -pensó Esther con ironía-, su amabilidad hacia mí no es más que una actuación por conveniencia.
El chofer la dejó en la entrada del jardín principal de la residencia. Apenas cruzó el umbral del salón, la voz melosa de Montserrat la recibió:
-Esther, ven aquí -dijo, mientras palmeaba suavemente el sofá a su lado.
Esther asintió y avanzó hacia ella, notando inmediatamente la presencia de Anastasia, quien permanecía de pie frente a Montserrat. Como siempre, Anastasia lucía extraordinariamente bella, emanando esa serenidad excepcional que la caracterizaba.
Su rostro mantenía aquella expresión distante y altiva que Esther recordaba tan bien. Entre sus manos sostenía una taza con alguna bebida caliente; sus dedos se habían enrojecido por el calor, pero aun así no la soltaba.
Lo que más llamó la atención de Esther fue la venda en su muñeca.
Era evidente que Montserrat ya estaba al tanto del intento de suicidio de Anastasia. Considerando que muy pocas personas conocían este incidente, Esther dedujo rápidamente que Olimpia debía ser la responsable de filtrar la información.
Samuel había mantenido el asunto en absoluto secreto precisamente para proteger a
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Capitulo 12
Anastasia de Montserrat, pero Olimpia, fiel a su naturaleza, no había perdido tiempo en divulgarlo.
-Esther, lo que pasó el día del compromiso fue culpa de Samu -intervino Montserrat con fingido cariño, tomando la mano de Esther entre las suyas-. Ya lo regañé severamente, no tienes por qué seguir enojada. Eres la futura señora del Grupo De la Garza, eso no cambiará. Si todavía estás molesta, le pediré a Samu que se disculpe contigo frente a mí.
-Agradezco su buena intención, doña Montserrat, pero no es necesario -respondió Esther con serenidad.
-¿Sigues molesta por lo del compromiso? No te preocupes, te llamé hoy para aclarar las cosas -Montserrat dirigió entonces una mirada gélida hacia Anastasia-. Señorita Miravalle, usted sabía perfectamente que ese día era el compromiso de Samu y Esther, pero deliberadamente utilizó artimañas para alejarlo. ¿Todo eso fue porque aún alberga falsas esperanzas de convertirse en la señora del Grupo De la Garza?
-Señora, hay un malentendido… yo no pensaba eso -el rostro de Anastasia palideció, su voz se debilitó y sus manos temblaban sosteniendo la taza-. Solo fue… un momento de desesperación. Señorita Montoya, lo siento.
Anastasia bajó la cabeza, pero Esther alcanzó a ver un destello de rebeldía en sus ojos. Incluso en ese momento de humillación, mantenía la espalda perfectamente recta, como si se negara a reconocer verdaderamente su error.
Esther conocía bien esa actitud. Anastasia siempre se había considerado la protagonista de una tragedia, como si el mundo entero estuviera en deuda con ella. Se mantenía distante y orgullosa, considerándose superior a todos los demás.
En su vida anterior, antes del compromiso con Samuel, Anastasia la había buscado para declararle con gran dignidad que ella y Samuel eran la pareja perfecta, y que les deseaba una vida plena juntos.
Sin embargo, la realidad había sido muy diferente: Anastasia terminó cortándose las muñecas durante la fiesta de compromiso y envió un mensaje a Samuel para provocar que la abandonara, dejándola en ridículo ante toda la sociedad.
-Si realmente fuera tan digna y superior como pretende -reflexionó Esther-, no habría recurrido a una estrategia tan vil para sabotear mi compromiso. Y mucho menos habría mantenido su relación con Samuel sabiendo que estaba comprometido con otra mujer.
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