Capítulo 114
Jaime avanzó con determinación y agarró el cuello de la vestimenta de la dama, arrastrando sin contemplaciones a quien se había atrevido a levantar la mano. El eco de los tacones resonando contra el piso y los murmullos de sorpresa llenaron el salón.
La tensión era palpable. Todos los presentes sabían que ese día el lugar pertenecía a la familia Betancourt, y la acción de Alfonso había sido claramente calculada para dar un escarmiento público.
Samuel y Anastasia fueron rápidamente atraídos por la conmoción. Al ver a Esther en los brazos de Alfonso, los ojos de Samuel se tornaron gélidos, como si una tormenta invernal se
hubiera desatado en su mirada.
-La señorita Montoya es realmente impresionante -susurró Anastasia a su lado, con voz melosa pero cargada de veneno-, el presidente Betancourt apenas la vio por primera vez y ya está tomando su partido…
Las palabras de Anastasia, cargadas de doble sentido, hicieron que Samuel frunciera el ceño. Un pensamiento amargo cruzó su mente: ¿Esther estaba tan desesperada por encontrar un nuevo benefactor?
-Presidente Betancourt, muchas gracias -dijo Esther mientras intentaba incorporarse de los brazos de Alfonso. Sin embargo, él la retuvo firmemente por la cintura, sin la menor intención de dejarla escapar.
Esther levantó la vista y se encontró con esos ojos de Alfonso, fríos como el hielo ártico. Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras pronunciaba con aparente debilidad:
-Presidente Betancourt, me estás lastimando…
Alfonso se acercó al oído de Esther, su aliento rozando su piel cuando susurró:
-No actúes frente a mí.
El silencio entre ellos fue denso, cargado de tensión.
-Puedo oler a la presa, y tú eres la primera que viene directamente a mí.
Alfonso soltó su agarre de la cintura de Esther y pasó junto a ella bajo la mirada atenta de todos los presentes. Esther, viendo que su oportunidad se desvanecía, tomó una decisión audaz.
Su mente trabajaba a toda velocidad, calculando cada movimiento como en una partida de ajedrez. Esta era su oportunidad de conseguir un aliado poderoso, alguien que pudiera hacer frente a Samuel.
Con determinación, se acercó y tomó el brazo de Alfonso.
-Presidente Betancourt, necesito un acompañante -declaró con firmeza.
Alfonso frunció el ceño ante su atrevimiento. Jaime, quien permanecía a su lado como una
เค
Capítulo 114
sombra vigilante, mostró desconcierto en su rostro. ¿Cómo se atrevía esta mujer a seguir con sus artimañas después de haber sido descubierta?
Cuando Jaime estaba a punto de avanzar para poner en su lugar a Esther, Alfonso lo detuvo con un gesto de su mano.
-¿Y por qué debería ayudarte? -cuestionó Alfonso, su voz teñida de curiosidad.
-Calle Acanceh, 18–respondió Esther con precisión. ¿No es que el presidente Betancourt ya estaba planeando moverse a Cancún? Puedo ayudarte.
Un destello de interés cruzó por los ojos de Alfonso ante estas palabras aparentemente
absurdas.
-¿Y cómo piensas ayudarme?
Esther, consciente de que cada palabra podría inclinar la balanza a su favor, respondió con calculada precisión:
-El presidente Betancourt quiere expandir sus negocios en Cancún. Mi familia Montoya ha estado aquí por décadas, con amplias conexiones. Ahora que mi familia Montoya ha caído, la familia De la Garza incluso quiere unirse a nosotros a través del matrimonio -hizo una pausa estratégica. Presidente Betancourt, ¿qué cree que puedo hacer por usted?
Alfonso alzó una ceja, intrigado.
-¿Cómo sabes que planeo comprar el número 120 de la carretera del mar sur?
Era información confidencial, conocida por muy pocos.
-Simplemente lo sé -respondió Esther con una confianza que emanaba de su conocimiento del futuro que intentaba cambiar. Recordaba vívidamente cómo Alfonso podría haber expandido su imperio en Cancún, pero abandonó todo por Anastasia, marchándose al extranjero con ella devastada.
Fue entonces cuando los rumores sobre Anastasia se propagaron como fuego, pintándola como una mujer extraordinaria capaz de hacer que dos titanes empresariales se enfrentaran por ella.
Esther sabía que no necesitaba grandes favores de Alfonso; su objetivo principal era evitar tenerlo como enemigo. A pesar del respaldo de Gabriel, la familia Montoya seguía en terreno inestable. Necesitaba planear meticulosamente cada movimiento hasta que su familia pudiera recuperar su fortaleza y enfrentarse a Samuel en igualdad de condiciones. No podía permitir que siguieran cediendo ante cada palabra de Samuel.
-¡Esther!
La voz de Samuel, cargada de autoridad y algo más -¿celos, quizás?, resonó cerca de ellos.
Alfonso se detuvo y giró para encontrarse con Samuel, quien se acercaba con paso firme y rostro ensombrecido. Anastasia lo seguía, teniendo que apresurar sus pasos para mantener su ritmo, sus tacones repiqueteando contra el suelo en una melodía tensa.