CAPÍTULO 8
Suzana Ferrari:
Después de unos minutos llego a la mansión. Paso un tiempo dentro de mi coche antes de salir, estoy tratando de poner mis ideas en orden antes de hablar con mi padre. Respiro profundamente antes de abrir la puerta porque un gran frío recorre mi espalda al solo saber que estoy a punto de enfrentar a mi padre sola y contarle sobre mi embarazo.
Salgo del vehículo y me dirijo hacia la mansión, cuando entro encuentro a Vitor sentado en el sofá con mi cuñada Stefany a su lado. Diana y mi padre tienen a los gemelos en brazos, respiro pesadamente al cerrar la puerta detrás de mí. Todos me miran al mismo tiempo, y mi padre abre una gran sonrisa al verme.
El gran Olavo Ferrari tendrá una gran decepción con la hija que él creía perfecta, pienso con un gran dolor en mi corazón. No esperaba que mi hermano estuviera aquí, normalmente
cuando llego él ya se ha ido.
¡Maldición!
Todo está conspirando para que el mundo caiga sobre mí de una vez.
-Hija mía, qué bueno que llegaste temprano -dice mi padre entregándole a Lucca a Vitor y
caminando hacia mí.
Recibo un abrazo fuerte de él y un beso en la frente. Todos los días cuando llego a casa mi
padre me saluda de esta manera, al igual que mis hermanos. Un hombre que respeto mucho
y admiro es mi padre, él nos crio a mí y a mis hermanos solo con la ayuda del empleado de la
mansión, el señor Alfredo, y ambos son grandes amigos.
-Sí, papá, ¿cómo estuvo tu día? -pregunto a medida que nos alejamos.
Me mira intensamente durante unos minutos antes de responder.
-Fue genial, ahora dime cómo fue el tuyo -pregunta.
Mi padre me mira de una manera que parece ver a través de mis ojos. Me quedo en silencio
durante unos minutos, sin saber qué decir. Maldición, sabía que esto sería difícil, pero no
pensé que tanto.
«Vamos Suzana, siempre has enfrentado las cosas de frente»>, me advierte mi conciencia.
-Los gemelos están volviendo loco a todo el mundo -dice respirando pesadamente.
Termino sonriendo incómodamente por la forma en que habla.
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CAPÍTULO 8
-Todo es culpa de Vitor, que no pone límites a esos niños -responde Diana provocando a
nuestro hermano.
Mi hermano la mira ofendido y pone la mano en su pecho antes de responder. Vitor ha estado pasando mucho tiempo con su cuñado, Felipe Alencar, porque hasta donde sé, entre nuestros
amigos Felipe es el número uno en simular infartos.
-Yo no hago eso, tú eres la que los tiene mucho tiempo en brazos -se defiende Vitor.
Diana sonríe irónicamente.
-Cuéntame otra, Vitor, incluso Stefany tiene un brazo más firme que tú para poner a estos
pequeños angelitos en su lugar -provoca.
Rio por las palabras de Diana.
-Diana, Vitor no hace eso -defiende Stefany a su esposo.
-No lo hagas poco, cuñada, no lo hagas poco -dice Diana encogiéndose de hombros.
Vitor fulmina a Diana con la mirada, yo solo sigo sonriendo por todo esto.
-No peleen, niños, los gemelos son así, les gusta jugar, Diana deja de molestar a tu hermano
-reprende mi padre.
Diana sonríe de medio lado y se queda en silencio, todo lo que mi padre dice siempre es ley,
aunque no nos guste, nadie se atreve a contradecirlo.
-Muy bien, papá, discúlpame–responde.
-Perfecto, ahora dime, hija, ¿qué te está afligiendo? -pregunta mi padre volviendo su atención hacia mí-. No tiene sentido decir que no te perturba nada, conozco a mis tres hijos y no hay nada que yo no sepa -dice con convicción.
Extraño las palabras de mi padre, pero estoy tan nerviosa que solo quiero terminar con todo
esto pronto.
Respiro profundamente.
-Necesito hablar con ustedes -respondo mirando a todos.
Mi padre frunce el ceño antes de asentir con la cabeza.
-¿Qué has hecho, Suzan? -pregunta Diana mirándome de arriba abajo.
-No eres tú, Diana -responde Vitor sacando de quicio a mi hermana.
-Soy un ángel, hermano -responde con ironía.
Vitor se ríe en su cara.
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CAPÍTULO 8
-Ya pasó el tiempo en que pensé que eras un angelito, hermanita, ahora habla, Suzan, ¿por qué tienes esa cara de haber matado a alguien?
Vitor responde, ignorando a Diana que le hace muecas. Mi padre se acerca al sofá y se sienta al lado de todos, aquí en casa las cosas siempre se resuelven así, cuando uno quiere hablar, todos se detienen a escuchar.
Respiro pesadamente antes de comenzar a hablar.
-Papá, estoy embarazada -digo de una vez, decido quitar el vendaje de una vez, dolerá
menos.
Veo a todos impactados, mi cuñada parece no creer lo que acaba de escuchar, sin mencionar que Diana parpadea varias veces intentando procesar la información, mientras que Vitor parece que ha visto un fantasma y mi padre me mira con el ceño fruncido. Un silencio angustiante se apodera de todos en la sala, ni siquiera los gemelos hacen ruido, parece que todos están viendo un fantasma en este momento, de hecho, ¡soy este fantasma!
Escucho la respiración profunda de mi padre, antes de que se levante de su lugar.
-¿No eras virgen? -pregunta Vitor sorprendido.
-Si fuera virgen no estaría embarazada, Vitor -responde Diana.
Mi hermano la fulmina con la mirada y Diana se encoge, sin decir nada más.
-¿Daniel sabe de esto? -pregunta mi padre.
Niego con la cabeza.
-Ese desgraciado tiene que saber que estás embarazada, lo haré casarse contigo, aunque sea a la fuerza -responde Vitor alterado.
Veo que mi hermano realmente está muy enfadado por la situación, pero creo que se pondrá aún más ahora.
-Stefany, lleva a los gemelos arriba, por favor -pide mi padre.
Sé que mi padre no quiere que los pequeños vean el lío que se puede armar aquí y ahora.
-Está bien, suegro -responde Stefany.
Mi amiga me mira de reojo antes de coger a los pequeños en brazos.
-Cuídate, amiga -dice antes de salir de la habitación.
Asiento con la cabeza en señal de acuerdo.
-¿Por qué no le has contado a Daniel todavía, Suzana? -pregunta mi padre.
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CAPÍTULO 8
-Daniel no es el padre de mi bebé -respondo.
Todos abren la boca sorprendidos, excepto mi padre que solo me mira.
-¿Qué? -pregunta Diana.
Respiro hondo.
-No puedo creerlo -dice Vitor.
-Él no es
no es el padre de mi hijo -afirmo mirando a mi hermano.
Vitor está tan enfadado que comienza a caminar de un lado a otro indignado.
-¿Quién es el padre? -pregunta mi padre calmadamente mientras pone las manos en los bolsillos de su pantalón.
Permanezco en silencio durante unos minutos.
-¡Responde, Suzana! -grita Vitor enfadado.
Respiro hondo antes de responder.
-Mi hijo no tiene padre -hablo con la voz entrecortada.
Mi hermano sonríe con ironía.
-¿Te acostaste con cualquiera? -pregunta alterado-. Tienes que decir ahora quién es el
padre de este niño, Suzana, no existe eso de un niño sin padre -responde Vitor.
-No existe, Vitor, mi hijo no tiene padre -vuelvo a decir nerviosa.
Mi hermano saca conclusiones precipitadas.
-Daniel no quiso asumir al hijo, ¿verdad? Lo voy a matar -Vitor saca conclusiones precipitadas.
Veo a mi hermano coger las llaves del coche, pero antes de que salga, mi padre se interpone
en su camino.
-Vas a dejar las llaves del coche de vuelta sobre la mesa -dice mi padre a mi hermano.
-Daniel no puede escapar de la responsabilidad, papá responde Vitor indignado.
Mi padre niega con la cabeza.
-Nadie está diciendo eso, pero no vamos a resolver esta situación poniéndonos todos. alterados responde mi padre.
-Vitor, pon las llaves sobre la mesa -pide mi hermana nerviosa.
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CAPÍTULO 8
-Terminé con Daniel y el mismo día salí con un chico aleatorio en una discoteca, no usé protección y quedé embarazada de ese hombre, pero no sé su nombre. Cuando desperté en el hotel ya estaba sola -digo para que mi hermano deje de querer ir tras Daniel.
Vitor abre la boca sorprendido, antes de colocar las llaves sobre la mesita se vuelve a mirarme con una mirada que me destroza, puedo ver la decepción en sus ojos, y eso es lo que más duele. Limpio las lágrimas que siguen cayendo, sabía que mi hermano sería el más difícil. Vuelve su atención hacia mí y me mira de arriba a abajo.
-Sabes lo que encuentro increíble -habla mirándonos a todos-. Siempre me ocultan algo, Diana está durmiendo con mi mejor amigo y tú, Suzan, quedaste embarazada sabe Dios de quién, si me dices al menos cómo es el tipo, puedo buscarlo -Él está decepcionado.
-No sé nada de él, Vitor, no presté atención a nada, solo quería disfrutar del momento. Criaré a mi hijo sola y eso es lo que importa.
Estoy muy disgustada.
Vitor niega con la cabeza, se da la vuelta para salir de la habitación.
-Vitor–lo llamo acercándome a él, pero Diana se interpone.
-Déjalo pensar -pide ella.
-¡VITOR! grito por mi hermano. Jamás quise decepcionarlo.
Él sube las escaleras sin siquiera mirarme, me siento aún más destrozada por esta situación. Diana me abraza y yo lloro abrazada a ella.
-Lo siento por la vergüenza que estoy trayendo a nuestra familia -digo tristemente.
-No estás trayendo ninguna vergüenza, Suzan, el embarazo sucede -responde Diana.
Miro a mi padre, él se acerca a mí. Cuando se para frente a mí, abre una sonrisa de lado, sé que está decepcionado, puedo verlo en su mirada.
-Eres mi hija, Suzan, nunca voy a considerar a mis hijos una vergüenza. Eres una joya que recibí del cielo, al igual que tus hermanos; deja que Vitor piense, sabes que tu hermano es estresado y no piensa claramente cuando está nervioso, estoy seguro de que Stefany lo calmará. Por ahora, no piensen en quién es el padre del niño, es tu derecho no querer hablar, porque algo me dice que sabes quién es; mi intuición de padre nunca falla, los conozco a ti y a tu hermana como la palma de mi mano. El día en que estés lista para hablar, conversaremos sobre esto -responde mi padre.
Él abre sus brazos y yo lo abrazo, lloro en los brazos de mi padre. Estoy tan destrozada que todo lo que necesito es su apoyo.
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CAPÍTULO 8
-Perdón, papá, perdón por la vergüenza -pido.
Hablo levantando mis ojos para mirar los suyos, mi padre abre una hermosa sonrisa en sus
labios incluso en medio de esta situación.
-No eres la primera ni serás la última en quedar embarazada, hija mía. Te ayudaré,
superaremos esto y cuidaremos de mi nieto juntos.
Asiento con la cabeza en señal positiva alejándome de mi padre.
-Estoy contigo, hermana -Diana dice abrazándome.
Respiro profundamente, contarles me ha aliviado.
-Ahora, sube a tu habitación y vamos a cenar en familia, porque eso es lo que somos, y no te preocupes por Vítor, solo necesitará un tiempo para pensar -advierte mi padre.
Asiento con la cabeza en señal positiva.
Subo las escaleras y me dirijo a mi habitación, paso por la habitación de mi hermano y lo veo
apoyado en la ventana mirando hacia afuera, mientras tiene a uno de los gemelos en brazos,
Stefany está a su lado acariciando su cabello, sé que ella le está apoyando y tratando de
calmarlo.
Seguramente será mucho más difícil para Vítor entender esta situación.
Entro a mi habitación, cierro la puerta y me tiro en la cama, estoy destrozada por todo esto, pero seguramente es mejor así, nadie sabrá que Caio es el padre de mi hijo, así que no podrán exigirle que asuma la responsabilidad del niño. Mi bebé será solo mío y nunca dejaré que Caio se acerque a él.
Escucho la notificación de mensaje en mi celular, es el grupo de w******p que tengo con
Antonela y Lívia.
w******p activado:
Antonela: ¿Hablaste con tu papá, Suzan? ¿Está todo bien?
Lívia: Suzan, da señales de vida, amiga.
Respiro pesadamente antes de responder.
Suzana: Sí, mi padre dijo que estará a mi lado y Diana también. Quien no aceptó bien la
situación fue mi hermano.
Lívia: escribiendo…
Lívia: Tu hermano siempre quiso protegerte a ti y a tu hermana, es normal esa reacción, pero
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CAPÍTULO 8
tranquila, con el tiempo todo se arreglará.
Antonela: escribiendo…
Antonela: Vitor lo entenderá, lamentablemente esta noticia tomó a todos por sorpresa, dale
tiempo y verás que todo mejorará con el tiempo. Ahora voy a poner a Murilo a dormir, estate bien, Suzan, si necesitas algo solo llama.
Suzana: Queden tranquilas, todo está bien.
Lívia: Así será. Hasta mañana, amiga, besos.
w******p desactivado
Sin duda tengo las mejores amigas del mundo, incluso con toda la confusión que ambas enfrentan, aún se toman el tiempo para preocuparse por mí.
Aparto mi celular, empiezo a pensar en todo lo que ocurrió hoy, seguramente fue mucha
presión para un solo día, pero creo que todo estará bien, como dijo Antonela, fue mucho para
un solo día.
-Mamá te protegerá, hijo mío, nunca dejaré que ese desgraciado se acerque a ti, prometo darte todo lo que necesites y, en lo que dependa de mí, haré lo posible para que nunca
extrañes a un padre -hablo acariciando mi vientre.
Recuerdo las palabras de Antonela sobre Caio arrepintiéndose, sé que el hijo de mi amiga nunca tuvo una figura masculina a su lado, tal vez por eso sienta esa falta, pero mi hijo tiene a Vítor, a mi padre y a Alfredo, ellos serán suficientes para hacerlo feliz.