Capítulo 318
“Según lo veo, prefiere cansar a sus padres antes que cansarse ella misma.”
Aurora, luego de sembrar discordia, tomó un tazón de gran tamaño y salió de la cocina.
Cuando Fabiola logró superar su melancolía y abrió el refrigerador, solo entonces descubrió que quedaban muy pocos ingredientes.
En ese momento quiso regañar a Aurora, pero ella ya había desaparecido sin dejar rastro.
La joven, con su tazón en mano, llegó a la habitación de huéspedes, donde el aroma era embriagador.
Isaac y Cynthia, al ver el enorme tazón de sopa, pensaron que Aurora había tenido un gesto de generosidad y que también les había preparado algo.
Ambo se acercaron a ella, pero ella colocó el tazón en la mesa, como por arte de magia, sacó una cuchara y comenzó a comer.
Cynthia, desconcertada, preguntó: “¿De verdad puedes comer tanto?”
“Lo que sobre, para el perro.”
En ese momento, Cynthia e Isaac perdieron el apetito y desviaron la mirada, sin querer seguir viendo lo que había en el tazón de Aurora.
Una vez que el hambre retumbó en sus estómagos, Fabiola apareció incómodamente con una bandeja, sobre la cual había platos con verduras quemadas y un poco de pan blanco.
“¿Esto es lo que nos preparaste después de tanto trabajo, mamá?” Cynthia criticó abiertamente el intento culinario de su madre.
La mujer, ya exhausta y de mal humor, respondió: “Si no te gusta lo que cociné, puedes prepararte algo tú misma.”
Cynthia frunció el ceño y se calló.
La cena transcurrió sin sabor ni alegría.
No solo no saciaron su hambre, sino que, para sorpresa de todos, Cynthia empezó a sentirse mal del estómago.
“Mamá, ¿Qué pusiste en la comida? ¿Por qué me siento tan mal?” Preguntó acusando a su madre.
Fabiola, frustrada, replicó: “Claramente, el problema es tu delicado estómago. Todos comimos lo mismo y solo tú te enfermaste. ¿Cómo puede ser mi culpa?”
“¡Si tengo un estómago débil es por tu culpa!” Exclamó entre lágrimas.
Aurora, observando la discusión desde un rincón, no pudo evitar sonreír.
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Cynthia, notando la alegría excesiva de su hermana, comenzó a sospechar de ella: “No me digas que tú tuviste algo que ver con todo esto.”
Aurora, con una expresión de así es, respondió provocativamente, “¿Qué vas a hacer al respecto? ¿Tienes pruebas? Cuidado con acusarme sin ellas.”
Su actitud burlona convenció a Cynthia de que ella estaba definitivamente detrás de esa mala pasada.
Sin duda alguna, Aurora había regresado a casa con intenciones de vengarse.
Con eso en mente, un escalofrío recorrió su espalda.
Aurora, aburrida del espectáculo, se levantó con intención de regresar a su cuarto, pero Isaac la detuvo de repente: “Aurora, ¿Podemos hablar de algo?”
“Adelante.” Respondió mirándolo fijamente.
“De ahora en adelante, ¿Podrías encargarte también de nuestra comida? Te pagaré.” propuso Isaac. –
Aurora no pudo evitar admirar la astucia de Isaac, quien claramente había calculado todo.
Si ella cocinaba para la familia y Cynthia volvía a enfermarse, tendrían una excusa para culparla.
Y además, la veía como una mano de obra barata.
Pero él, en sus cálculos, olvidó considerar algo.
“¿Cuánto me pagarías?”
Isaac, adoptó una postura negociadora: “El precio de mercado, eso te pagaré.” Dijo como si le estuviera haciendo un favor.
Aurora no pudo evitar reírse.
¿En los ojos de Isaac, ella siempre sería una mendiga?
“Isaac, te pagaré el doble del precio de mercado si tú cocinas para mí. ¿Qué te parece?“/
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