Capítulo 317
Cynthia e Isaac regresaron a casa, lo que llenó de alegría a Gabriel y Fabiola. Fabiola incluso arregló a su exesposo, quien estaba postrado en cama, dejándolo lleno de vida y sentándolo en su silla de ruedas para llevarlo al gran salón de la planta baja.
Al ver a Cynthia, el rostro demacrado de Gabriel se iluminó con una sonrisa extraña. En ese momento, con los músculos atrofiados, su sonrisa parecía más siniestra que nunca. Cynthia, al ver a su padre, no mostró la sorpresa que esperaba, sino más bien un respeto temeroso.
Incluso dio un paso atrás.
Aurora tradujo los pensamientos de ella en voz alta: “Oh, papá, ¿Cómo te has vuelto tan feo? Cynthia se asustó al verte.”
El hombre, conmocionado por la voz de Aurora, la miró fijamente. “¿Cómo llegaste aquí?”
Aurora, sentada en el centro del sofá, un lugar que antes era exclusivo de Gabriel, imitó su postura autoritaria cruzando las piernas y mirándolo de reojo: “Papá, el doctor dijo que estás muy enfermo, tienes hipertensión, diabetes y problemas cardíacos. Cualquier descuido podría ser fatal. No quería dejar de rendirte los últimos respetos, así que decidí volver a casa para estar contigo.”
El rostro de Gabriel se llenó de terror.
En ese momento, se le vinieron a la mente los días en la cárcel, donde fue intimidado por el líder, quien le había dicho que Aurora había pedido especialmente que lo cuidaran.
Ese “cuidado” lo había dejado paralítico.
Aurora era un demonio.
“No necesito que me des el último adiós, mejor lárgate.” Dijo rugiendo con furia.
Aurora respondió con calma: “No me iré. Esta familia me debe mucho. Si no me pagan lo que me deben, no me iré a ningún lado.”
Cynthia se puso pálida como el papel.
Gabriel gritó desesperado: “¿Qué te debe esta familia?”
“Mucho.”
Al escuchar eso, el hombre no pudo evitar ponerse se puso rojo de ira.
Finalmente, le ordenó a Fabiola: “Has de cuenta como si no existiera, no le cocines. Déjala valerse por sí misma.”
Aurora no pudo evitar reírse: “Crecí independiente, no necesito que nadie me atienda. En cambio, ustedes, entre inválidos y holgazanes, no pueden cuidarse entre sí.”
Gabriel se ahogó de ira.
10.50
Capitulo 317
Tras decir eso, Aurora fue a la cocina y se preparó un plato de sopa simple pero deliciosa. También seleccionó los mejores ingredientes del refrigerador, mariscos y huevos, preparando un caldo exquisito que flotaba sobre su plato, haciéndolo irresistible a la vista.
Sin embargo, Cynthia y los demás solo se miraron desconcertados.
Gabriel estaba paralítico y por lo tanto, era incapaz de hacer tareas domésticas.
Fabiola, parcialmente paralizada, podía moverse en silla de ruedas, pero al haber sido siempre atendida por Aurora, había perdido toda habilidad en la cocina. Pedirle que cocinara para toda la familia era demasiado.
Cynthia, delicada y perezosa, nunca había cocinado.
Isaac, aún menos, él era un rico heredero acostumbrado a no hacer nada, probablemente incapaz de distinguir entre los diferentes condimentos de la cocina.
Finalmente, Gabriel tomó una decisión: “Fabiola, ve a cocinar.”
La mujer, sorprendida, mostró una mezcla de tristeza y resistencia en su mirada.
Sin nadie que la apoyara, se dirigió sola a la cocina.
Aurora, al verla, sonrió con desdén: “Cuando te atendía, te tenía como si fueras la emperatriz, sin dejarte tocar ni una gota de aceite. Nunca imaginé que, sin mí, terminarías peor que una sirvienta. Ahora que estás parcialmente paralítica, ni siquiera puedes disfrutar de una comida hecha por tu preciada hija.”
Fabiola, aunque trató de ocultarlo, se sintió profundamente afectada.
“Cynthia está débil.” Dijo tratando de justificarse.
Pero Aurora, que había entrado a esta familia con intenciones ocultas, no iba a permitir que su madre evadiera su mordaz crítica tan fácilmente.
Ella siguió preparando su bebida mientras decía: “¿Que está enferma? Ella y yo somos iguales, ambas vivimos gracias a un solo riñón sano. Pero yo tengo que trabajar y emprender, mientras que ella pasa los días sin hacer nada, luciendo oro y plata por todos lados, alardeando del esplendor de ser la señora Córdoba. Tiene energía para presumir, ¿Pero no para preparar una comida para sus padres que le dieron la vida y la criaron?”
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