Capítulo 307
“Aurora, ¿Puedo hablar contigo un momento?” Esa fue la primera vez que le habló con un tono tan suave y gentil.
Pero ella no estaba de ánimos para recibir cortesías: “No es necesario,” dijo con un tono frío y duro.
Isaac, con una cara llena de sinceridad, dijo: “Solo quería decirte que lo siento.”
Aurora lo miró con indiferencia, sus ojos eran tan penetrantes que parecían atravesar el alma de Isaac. Ella desenmascaró su falsedad: “Isaac, no vienes a pedir disculpas de corazón. Solo buscas mi perdón para que le reduzcan la condena a tu mamá, o incluso para que la liberen.”
Al ser descubierto, Isaac no mostró ni un ápice de vergüenza; por el contrario, miró a Aurora como si estuviera seguro de que su bondad innata lo ayudaría a lograr lo que deseaba.
“Aurora, después de todo, mi madre fue tu suegra y te cuidó. Por esa relación que tuvimos, ¿Podrías perdonarla? ¿Por favor?”
Isaac realmente no la conocía.
Si hubiera sido la Aurora de su vida pasada, tal vez ella hubiera sido esa persona sin principios, que siempre cedía. Pero la Aurora de esta vida, tras sufrir la pérdida de su hija debido a su bondad y su predisposición a ceder, había cambiado. Ahora, en lugar de retroceder, estaba dispuesta a tomar el cuchillo y vengarse de aquellos que la habían dañado a ella y a su hija.
Ella miró a Isaac casi disfrutando de su desgracia: “Isaac, desearía que tu madre muriera sin un lugar donde ser enterrada, ¿Cómo crees que podría ayudarla a ser exonerada?”
Isaac palideció.
Podía entender que ella lo odiara, pero lo que no podía entender era, era que odiara tanto a su madre.
“La persona que debería pedirte disculpas soy yo, ¿Por qué odias a mi madre?”
Los ojos de Aurora se volvieron rojos: “¿Crees que tu madre es una buena persona? No es más que una suegra malvada que se aprovecha de los débiles y le teme a los fuertes.”
Isaac recordó las veces que Penélope había despreciado a Marina por haberse casado con él sin dote, sin darle prestigio, y cómo la había tratado mal.
Cada familia tiene sus conflictos, pero Isaac pensó que si Aurora guardaba rencor contra su madre, era una muestra de lo estrecho que era su corazón.
“¿Cómo te convertiste en esto?” Isaac sacudió la cabeza, como si ya no la reconociera.
Eso enfureció a Salvador, quien le dio una orden de salida directa: “Isaac, Aurora, sin importar cómo haya cambiado, nunca será tan repugnante como toda tu familia. Lárgate, ella no quiere
verte.”
Capítulo 307
Aun así, Isaac intentó insistir: “Señor Nolan, si usted me ayuda a salvar a mi madre de la cárcel, a cambio, lo ayudaré a ascender. ¿Por qué arruinar su brillante futuro por una mujer?”
Salvador se puso pálido de la ira: “Isaac, no te sobreestimes, sin tu ayuda, aún puedo conseguir todo lo que deseo.”
Isaac, sin ayuda, se sintió profundamente desanimado.
Y Salvador, con su lengua venenosa, añadió leña al fuego: “Isaac, hasta tu propio padre te evita como si fueras la peste. ¿No te has preguntado por qué eres tan desagradable?”
Esas palabras lo dejaron completamente helado.
Salvador continuó atacándolo: “Menos mal que Aurora se libró de un despojo como tú, es por eso que cada día le va mejor.”
Aurora sonrió con complicidad y empujando a Salvador para irse, dijo: “Ya déjalo. ¿Para qué perder el tiempo hablando con semejante bestia?”
Para Isaac, las palabras de Aurora fueron como el veneno de una bestia prehistórica; solo mencionarlo le revolvía el estómago.
Desesperado y sin a dónde ir, Isaac terminó en un bar ahogando sus penas en alcohol.
Tal vez porque era un día laboral, había pocos clientes en el bar.
Cuando la dueña lo reconoció, comenzó a hablar con él.
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