Capítulo 313
El rostro de Daniela se ensombreció visiblemente. Pero ella, orgullosa como era, ¿Cómo podría conformarse con ser superada por Aurora? Con un gesto audaz y apasionado, tomó la mano de Salvador y presionó su fría palma contra su rostro. Parpadeando con sus inocentes ojos, buscó complacerlo: “Salva, me gustas. Realmente me gustas mucho. Quiero casarme contigo. En el futuro, ¿Podrías evitar ser tan amable con otras mujeres? Me pongo celosa.”
Salvador retiró su mano en silencio, su tono estaba lleno de una frialdad distante: “Daniela, mejor ve y encuentra a alguien más que te guste. No pierdas tu tiempo conmigo, es inútil.”
La joven abrió mucho los ojos, ya inundados de lágrimas, y con voz quebrada, dijo: “Salva, ¿De verdad te has enamorado de Aurora?”
Salvador no respondió, en cambio, se sumergió en un largo silencio.
Daniela, agitada, insistió: “¿Acaso soy menos que ella? Todos dicen que ella ya estuvo casada, tuvo un aborto, e incluso podría tener dificultades para concebir en el futuro. La familia Nolan nunca aceptará que te casaras con ella.”
El rostro de Salvador se tornó pálido como un fantasma: “¿Quién te dijo eso?”
Al considerar cuan fuerte era Aurora, se preguntó si esas palabras le dolerían.
Daniela, siempre directa, confesó: “Florentino se lo dijo en la cara. Yo lo escuché por casualidad.”
Salvador palideció aún más.
Finalmente, apretó los puños de repente, diciendo entre dientes: “¿Quién le dio el derecho de entrometerse?”
Daniela añadió: “Salva, deja de querer a Aurora, ella no tiene sentimientos hacia ti.”
Salvador sintió como si su corazón estuviera siendo corroído por hielo triturado, dolorosamente frío.
Después de que su abuelo pronunciara esas palabras hirientes, ella probablemente se habría encerrado en su caparazón, ¿Cómo iba a tener el coraje de enfrentar otra relación llena de altibajos?
Salvador respondió sin fuerzas: “No necesitan ir contra ella. De todos modos, por el momento no estoy de ánimo para enamorarme.”
Daniela suspiró aliviada, y con una sonrisa, dijo: “Sabía que no te fijarías en alguien como Aurora. Ella no es para ti.”
Salvador frunció los dedos en silencio…
Al mirar por la ventana, fue incapaz de ocultar la preocupación en sus ojos.
Una tormenta se avecinaba. El vasto cielo estaba cubierto de nubes oscuras.
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Capitulo 313
De vez en cuando, un rayo rasgaba el cielo, seguido de un trueno ensordecedor, como si varias bombas estallaran sobre la tierra.
Aurora terminó de empacar y, arrastrando su equipaje, llegó a la sala donde Valeria se acurrucaba en el sofá, sus ojos claros como los de un cervatillo la miraban fijamente.
“Aurora, con esta tormenta, ¿Realmente tienes que irte esta noche?”
“Florentino no me dio mucho tiempo. Necesito resolver mis asuntos pendientes con Isaac. Vale, ya sea que decidas irte conmigo de Ciudad de México o quedarte con el señor Nolan, respetaré tu decisión.”
Los ojos de Valeria se llenaron de lágrimas: “Eso no se discute, a donde vayas, yo te seguiré.”
Aurora asintió: “Entonces quédate aquí tranquila. En tres meses, vendré por ti.”
Valeria asintió obedientemente: “Está bien.”
Y así, Aurora se marchó de la casa sin mirar atrás.
La noche era oscura como la tinta. La lluvia caía desde el cielo, y bajo el destello de los rayos, parecía una cortina de perlas, inaugurando un grandioso acto de venganza.
Sentada en el auto, Aurora solo podía pensar una y otra vez: “Cynthia, Isaac, es hora de terminar con nuestros agravios.”
En la madrugada, Aurora llegó a la puerta de la familia Chávez.
Desde el incidente con Gabriel, habían despedido a todos los sirvientes. Lo que antes era una casa llena de vida, ahora estaba desoladamente silenciosa.
Aurora tocó el picaporte de hierro, pero nadie respondió. Decidida, escaló la pared del jardín y
saltó al interior de la villa.
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