Capítulo 311 

Aurora, con el rostro descolorido por la falta de sangre, nunca había sido humillada de tal 

manera. 

Y que Florentino la humillara con tal serenidad, como si hablara de algo completamente normal, le hizo aún peor. 

¿Acaso sus problemas de salud, su divorcio y su dificultad para concebir la hacían menos? Con el cuerpo tembloroso y mordiéndose el labio, se enderezó aún más y le dijo a Florentino con firmeza: “Presidente Nolan, quizás para usted, yo solo sea alguien con un origen humilde y una vida llena de vueltas, una mujer insignificante. Pero yo me he forjado a mí misma desde pequeña…” 

Luego, levantando sus manos delgadas pero llenas de fuerza, dijo: “Todo lo que tengo, lo he conseguido con el sudor de mi frente. No he buscado ascender colgándome de los poderosos ¿No considera injusto su juicio, presidente Nolan?” 

Florentino, acostumbrado a su posición de autoridad y rodeado de aduladores, nunca había sido confrontado así por alguien más joven como Aurora, por lo que su reacción fue de furia inmediata: “No te hagas la digna conmigo. Si fueras tan noble, ¿Por qué te aferras tanto a mi hijo Salva? Además, ¿Cómo es que eliges un nombre que provoca tantas insinuaciones?” 

Aurora palideció y tembló, pero reunió el valor para contradecirlo: “Presidente Nolan, está equivocado. Mi nombre es Aurora, y no tiene nada que ver con Salvador. Lo elegí en memoria de un niño de la calle al que una vez ayudé.” 

Ella nunca había querido hablar sobre su conexión con Salvador, pero ante la presión de Florentino, no le quedó otra que abrirse: “Su hijo y yo nos encontramos por casualidad en Milán. Él estaba en peligro, y yo lo ayudé. Él, agradecido, se ocupó un poco más de mí. Lo siento si eso le ha generado malentendidos.” 

Al conocer la verdad, Florentino se sintió algo avergonzado. 

“¿Así que fuiste su salvadora? ¿De verdad no tienes interés en él?” preguntó, aún desconfiado. 

Ella le confesó: “Casi pierdo la vida en mi anterior matrimonio. Logré salir de esa prisión y no tengo intenciones de volver a casarme. Presidente Nolan, puede estar tranquilo, no tengo ningún interés romántico en su hijo.” 

Florentino aún seguía frunciendo el ceño: “Aurora, como pareces ser una persona razonable, me atreveré a hacerte una petición incómoda: quizás no tengas interés en Salva, pero él te ve de una forma especial. No puedo estar seguro de si tiene o no intenciones románticas hacia ti. Nuestra familia no puede arriesgar su futuro, así que te pido que te alejes de mi hijo. Por supuesto, te compensaré generosamente por cualquier perjuicio que esto le cause a tu 

carrera.” 

Aurora guardó silencio por un momento y luego levantó la vista, con total determinación, dijo: “Puedo alejarme del mundo de Salva.” 

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Florentino no esperaba que ella accediera tan fácilmente, por lo que mostró un atisbo de gratitud en su mirada. Pero entonces, Aurora cambió su tono de su voz… 

La expresión de Florentino se endureció nuevamente, y su rostro se volvió tan frío como el hielo. 

Pensó que Aurora seguramente tenía algún otro truco bajo la manga. Al final de cuentas, parecía que no podía soportar la idea de dejar ir a Salvador, su benefactor. 

Aurora mostró en su rostro una sombra de tristeza: “Por ahora no puedo irme de la Ciudad de México, aún tengo algunos asuntos pendientes. Así que le pido tres meses, que es el tiempo que necesito para cumplir mi anhelo. No necesitará echarme, pues no me quedaré más tiempo del necesario.” 

Florentino se quedó pasmado. 

“Si te vas de repente, Salva seguro sospechará que algo raro está pasando. Tres meses de margen nos darán tiempo para que te alejes poco a poco de él, manteniendo distancia. Yo me encargaré de que su atención se desvíe hacia otras chicas. Cuando sea el momento de que te vayas, él no tratará de retenerte.” 

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